Comienzo de la empatía en los niños
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¿Cuándo surge exactamente la empatía y la preocupación empática en los seres humanos? Algunos investigadores asumen que los seres humanos nacen con una disposición a sentir por los demás. Se propone que esta disposición constituye una ventaja evolutiva que los convierte en mejores padres y miembros del grupo social. Otros cuestionan esta suposición y afirman que la empatía no está presente desde el principio, sino que se desarrolla con el tiempo. La investigación empírica ha intentado dar respuesta a este debate. Por ejemplo, los estudios demostraron que los recién nacidos reaccionan al sonido del llanto de otro bebé con su propio llanto. Sin embargo, se ha destacado que este comportamiento constituye una reacción de autoangustia, ya que los bebés se sienten abrumados por la emoción del otro en lugar de una preocupación empática real. Del mismo modo, investigaciones recientes demostraron la transferencia de la excitación en función de procesos fisiológicos. Se considera que la excitación es un componente básico en el surgimiento de la preocupación por los demás, pero no es equivalente a la preocupación empática. ¿Cuándo se desarrolla entonces la empatía? Una línea de teorización del desarrollo propuso que el comportamiento empático emerge durante el segundo año de vida, basado, entre otras cosas, en la aparición de la diferenciación entre uno mismo y el otro. Este punto de vista teórico ha recibido apoyo de un conjunto de estudios empíricos. Más específicamente, se ha afirmado que la empatía se basa en la capacidad de diferenciar psicológicamente entre uno mismo y la otra persona, acompañada de la capacidad de tomar la perspectiva de la otra persona. Es decir, relacionado con el inicio de la diferenciación entre uno mismo y el otro en el segundo año de vida, los niños deben mostrar una disminución del malestar personal y un aumento de las conductas empáticas al ver el sufrimiento de otra persona. Además, los investigadores probaron las reacciones hacia extraños en dolor simulado a los 18, 21 y 24 meses. Los datos indicaron que el desarrollo del autorreconocimiento está relacionado con el comportamiento empático, como mostrar preocupación por las emociones negativas de los demás o tratar de ayudar a los demás.
El estudio muestra que la preocupación empática no es innata, sino que se desarrolla en el contexto de las interacciones sociales
Sin embargo, dos estudios recientes afirman que los primeros signos de comportamiento empático son evidentes ya antes del segundo año, mucho antes de que los niños sean capaces de mostrarse autoreconocidos. Se analizaron la reacción de 165 bebés de 3 a 18 meses en dos condiciones clásicas utilizadas con frecuencia en la investigación de la empatía: una condición simulada de dolor-sufrimiento por parte de sus madres y del experimentador, que se lastimó al golpearse la rodilla o golpearse el dedo con un bloque, y una simulación de angustia entre pares en video. Informaron que los bebés mostraban reacciones sutiles a otros que sentían dolor o angustia, e interpretaron estas reacciones como evidencia de una preocupación empática temprana. Curiosamente, en una impresionante evaluación longitudinal, los autores demostraron que las diferencias individuales en las reacciones de los bebés ante el sufrimiento de los demás eran predictivas del comportamiento prosocial a los 18 meses del desarrollo, de la conducta externalizante entre los 18 y los 36 meses, así como de los resultados positivos del desarrollo, como las relaciones positivas con los compañeros y el conocimiento afectivo. Los autores argumentan que una autoconciencia implícita -que se supone que está presente desde muy temprano- parece ser suficiente para entender que la emoción negativa proviene de otra persona y no del yo. Por lo tanto, rechazan las teorías del desarrollo que proponen que la verdadera preocupación empática emerge en el segundo año de vida y que un autoconcepto explícito juega un papel central, por ejemplo, y en su lugar afirman que la preocupación empática surge ya en los primeros meses de vida.
Los niños pues, ya muestran preocupación empática a los 18 meses. En un estudio de la Universidad De Múnich (LMU), las expresiones faciales, los gestos o las vocalizaciones de los niños de esta edad indicaron que estaban emocionalmente afectados por la angustia de otra persona. Desde un punto de vista psicológico, este es un paso importante en el desarrollo. "Para experimentar una preocupación empática, el niño debe ser capaz de distinguir entre uno mismo y la otra persona", dice Markus Paulus, presidente de Psicología del Desarrollo y Psicología Educativa en LMU. Este autoconcepto emerge durante el segundo año de vida, como lo evidencian, por ejemplo, los niños que se reconocen en el espejo.
Para el desarrollo posterior del niño, la preocupación empática es fundamental para el comportamiento prosocial
Los bebés se mueven por los sentimientos de los demás, como el miedo o el dolor, desde una edad temprana. La psicología del desarrollo interpreta este contagio emocional como un primer paso hacia la preocupación empática. "
Para la preocupación empática, también tienes que ser capaz de regular la emoción y no sentirte abrumado por ella", explica Markus Paulus.
La preocupación empática no requiere solo resonancia afectiva, sino también comprensión cognitiva y la capacidad de tomar la perspectiva de la otra persona.
La preocupación empática se adquiere a través de las interacciones sociales. En el estudio, los investigadores también investigan qué papel desempeña el comportamiento de los cuidadores en la capacidad de los niños para sentir una preocupación empática por los demás.
Descubrieron que el grado de sensibilidad de los padres es clave: cuanto más sensiblemente respondían las madres a las necesidades de sus bebés, mayor era la capacidad de los niños en su segundo año de vida para mostrar una preocupación empática por un extraño. Por tanto, la preocupación empática se adquiere socialmente. "Un niño no podría sobrevivir sin cuidadores sensibles que actúen con preocupación empática. Los niños aprenden de ellos cómo lidiar con las emociones negativas. De este modo, posteriormente ellos mismos podrán aplicar estas lecciones", afirma Markus Paulus.
Como tal, el estudio muestra que la preocupación empática no es innata, sino que se desarrolla en el contexto de las interacciones sociales. Para el desarrollo posterior del niño, la preocupación empática es fundamental para el comportamiento prosocial.
Para el estudio, un equipo dirigido por Markus Paulus y Tamara Becher invitó a los mismos bebés y a sus madres a experimentos de comportamiento en LMU cuando los niños tenían 6, 10, 14 y 18 meses de edad.
Se estudiaron un total de 127 parejas madre-hijo durante un período de un año y medio. Los investigadores registraron señales de preocupación empática en los niños en situaciones lúdicas en cuatro momentos diferentes.
En el experimento, los niños observaron cómo otra persona tenía un leve accidente y simulaba dolor. Su respuesta también se comparó con su comportamiento cuando vieron reír a otra persona.
Los niños tenían seis meses de edad en el momento de su primera visita y 18 meses en el momento de la última.
El trabajo concluye que los resultados mostraron solo diferencias menores en las respuestas de los niños a las personas que ríen y lloran antes del segundo año de vida. Debido a su naturaleza sutil e inespecífica, así como a su apariencia inconsistente, no interpretan los autores estas reacciones como indicadores de preocupación empática, sino más bien como precursoras de una preocupación en desarrollo por los demás. Estos hallazgos proporcionan la evidencia novedosa de que el desarrollo de la empatía está relacionado con el cuidado sensible, la diferenciación explícita entre uno mismo y los demás y las características temperamentales en el segundo año de vida.
Datos clave del estudio:
1. Primeros signos de empatía: Los niños muestran signos de preocupación empática a los 18 meses, respondiendo a la angustia de los demás con expresiones faciales, gestos o vocalizaciones apropiadas.
2. Rol de los cuidadores: La sensibilidad de los cuidadores influye significativamente en el desarrollo de la preocupación empática en los niños, subrayando la empatía como una habilidad adquirida socialmente.
3. Importancia para el comportamiento prosocial: La preocupación empática es vital para el desarrollo de conductas prosociales, motivando a los niños a cuidar de otros en peligro.
Por último, compartir esta reflexión de Concepción Arenal: “El amor es para el niño como el sol para las flores; no le basta pan: necesita caricias para ser bueno y ser fuerte”.
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