Hay una treintena de centros íntegramente en barracones, unos
200 con alguna aula prefabricada, más de 1.700 módulos en toda la
Comunitat y un gasto en mantenimiento de 5,5 millones de euros
Alumnos de centros como el Ciutat de Cremona de Alaquàs o el Regina Violant de Almassora han pasado toda su escolarización en aulas prefabricadas
Desde las Ampa denuncian el trato recibido por los Gobiernos del Partido Popular y se muestran esperanzados ante la nueva etapa en la Generalitat
Alumnos de centros como el Ciutat de Cremona de Alaquàs o el Regina Violant de Almassora han pasado toda su escolarización en aulas prefabricadas
Desde las Ampa denuncian el trato recibido por los Gobiernos del Partido Popular y se muestran esperanzados ante la nueva etapa en la Generalitat
Miguel Giménez
- Valencia

Padres y alumnos del colegio Regina Violant de Almassora (Castellón) reclaman la construcción del nuevo colegio.
Hace unos días, el Ceip Ciutat de Cremona
'celebraba' los 3.000 días del centro en barracones. Sin embargo, el
colegio de Alaquàs no es el único que se encuentra en esta situación.
Muchos son los centros pendientes de construcción, con deficiencias o
que se han quedado pequeños, cuyos alumnos han tenido que ser reubicados
en aulas prefabricadas que, si bien cumplen su función, no reúnen las
condiciones que serían deseables.
Así, vemos que la
escolarización en barracones es algo que se ha convertido en habitual en
la Comunitat Valenciana en los últimos tiempos. Concretamente, a lo
largo de todo el territorio valenciano hay distribuidos más de 1.700
módulos prefabricados, con una treintena de centros instalados
íntegramente en barracones, y unos 200 con al menos alguna unidad
prefabricada, lo que supone un gasto de 5,5 millones de euros en
mantenimiento.
Conselleria está trabajando en el mapa de
infraestructuras, un documento que pondrá un interés especial en
aquellos centros formados totalmente por aulas prefabricadas. "Es
nuestra prioridad y estamos trabajando en ello", han explicado.
Toda una etapa educativa en barracones
Son miles los alumnos que estudian en barracones y que no han llegado a
conocer un colegio o instituto 'de verdad', construido al efecto.
Niños, ya adolescentes, que han pasado su etapa en Primaria, algunos
incluso la de Infantil, en aulas prefabricadas. Y lo mismo sucede en
Secundaria.
Como reconocen desde las asociaciones de
madres y padres (Ampa), aunque los módulos tengan aparatos de aire
acondicionado, "en verano hace calor y en invierno hace frío, o te
encuentras con que tienen goteras y cuando llueve se convierten en
impracticables, por lo que se tienen que suspender las clases".

Padres y alumnos se han concentrado a las puertas de los barracones con motivo del inicio del curso / Tots som Cremona
El Cremona se ha convertido en un símbolo de la lucha
contra este tipo de infraestructuras 'temporales' que se convierten en
permanentes. Con 400 alumnos, el colegio parece ver ahora la luz al
final del túnel desde que en 2007 se instalaran los primeros
prefabricados, primero para tres líneas que se quedaron en una y que
ahora vuelven a ser dos, "la anterior administración nos tenía vetados y
discriminados por habernos rebelado y haber sido la cabeza visible de
las protestas", explica Manel desde el Ampa del centro, quien denuncia
las promesas "incumplidas" del PP ante una reivindicación "de justicia".
Ahora, "al menos tenemos una línea de diálogo abierta que antes no
teníamos".
En la provincia de Castellón,
concretamente en la localidad de Almassora, está el Regina Violant, un
centro de 3 líneas y 580 alumnos en barracones desde 2006 que ha pasado
por dos ubicaciones diferentes. "En marzo se licitó pero con el cambio
de gobierno en la Generalitat aún no se han adjudicado las obras",
explica Jose, quien añade que las úlimas noticias es que las obras darán
comienzo en el primer trimestre de 2016. "No tenemos gimnasio, ni
biblioteca, ni aulas en condiciones, ni espacio físico, por lo que se se
han preparado los prefabricados para poner módulos en altura, cosa que
no vamos a consentir".

Los barracones que forman el colegio 103 de Valencia
Pérdida de alumnos
Uno de los efectos de los
barracones es que ahuyenta a las familias. Así, vemos casos como el
colegio 103 de Valencia, que echó a andar en 2008 en módulos
prefabricados de forma provisional mientras se construía el nuevo
edificio, "y aquí seguimos, aunque cada año con menos alumnos". Esto se
produce porque "las familias se desaniman", con lo que se producen
situaciones como que el pasado curso había 15 alumnos entre una clase de
cuarto y otra de quinto de Primaria, "desde Conselleria nos calificaron
de escuela rural y los reunieron en una sola clase. Además, no
ofertaban plazas porque creemos que su intención era que la gente se
fuera".
En Burriana (Castellón) se encuentra el Ceip
Cardenal Tarancón, con unos 225 alumnos y dos líneas que están en aulas
prefabricadas desde 2007, "últimamente tenemos menos matriculaciones,
porque los barracones ahuyentan nuevas matrículas", explica Mar desde el
Ampa, quien apunta que a principios de año deben comenzar las obras del
nuevo colegio.
Situación diferente es la que se
produjo en el Ceip Manjón Cervantes de Alicante, un colegio que fue
declarado en ruina técnica en febrero de 2009. Los alumnos fueron
trasladados primero a otro centro y el curso siguiente a barracones
mientras se realizaban las obras, "sin embargo, ahora, casi siete años
después, nos hemos sorprendido cuando desde conselleria nos han dicho
que la situación no era tan grave y que se va a intervenir en el
edificio para adecuarlo", explican desde el Ampa, que no aciertan a
explicar si han llegado a esta situación por "maldad o ineptitud".
Con el Ceip Vicente Ruso de Santa Pola nos encontramos otro de los
problemas que también se han repetido en los últimos años, colegios que
se han quedado pequeños incluso antes de inaugurarse, por una mala
previsión, "el colegio era inicialmente para dos líneas y hay cursos en
los que tenemos hasta cinco". Está previsto para 450 alumnos y tiene 857
niños, por lo que hacen turnos "hasta para salir al patio", y explican
que se le ha tenido que dar otro uso a la biblioteca, la sala multiosos o
la casa del conserje.
Los barracones no son un
problema exclusivo de los centros de Infantil y Primaria. En Secundaria
también encontramos módulos prefabricados, como sucede en el IES La
Torreta de Elche, que tiene aulas de estas características desde hace
una década y denuncian el coste que supone el mantenimiento de estas
unidades, "en pocos años estarían amortizadas las nuevas construcciones.
Implicación de los docentes
Lo que está claro es que el problema de los barracones no sólo afecta a
los alumnos. Desde las asociaciones de madres y padres quieren destacar
la implicación del profesorado en la lucha por la dignidad de la
educación de sus hijos, "han estado a nuestro lado en todo momento,
compartiendo nuestras reivindicaciones, porque evidentemente a ellos
también les afecta en sus condiciones laborales".
No
obstante, a pesar de las políticas que pretende aplicar el departamento
de Vicent Marzà, que implican la construcción de nuevos colegios para
acabar con las prefabricadas, las comunidades educativas de estos
centros todavía van a tener que esperar unos meses para poder disfrutar
estos edificios. Los proyectos van a comenzar a licitarse y las obras no
comenzarán hasta principios de 2016, con lo que probablemente los
nuevos colegios no se podrán comenzar a utilizar hasta el curso
2017-2018.
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Más efectos colaterales de la hacatombe ppera en la Educación Pública valenciana. El barraconismo escolar como castigo y amenaza a la Escuela Pública es un sindrome de chantaje y abandano que debería avergonzar a toda la sociedad española y que debería erradicarse como se hace con las epidemias: poniendo en cuarentena electoral a los agentes contagiosos y colocando un cordón sanitario a su ideología manipuladora de la religión al servicio de lo peor de los poderes de un establishment podrido. Y por supuesto, aplicar una terapia reparadora, revitalizante y nutritiva al enfermo, que es el sector educativo de nuestra sociedad, construyendo nuevos centros dignos y suficientes y dotándolos de herramientas adecuadas. Así lo está haciendo ya Valencia, después de veinte años de horror.
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