Juan Carlos I el traidor (por méritos propios)
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El cúmulo de irregularidades financieras acumuladas por Juan Carlos I siempre tenían un atenuante. La heroica conducta que neutralizó el golpe de Estado del 23 F. Con todo, había ciertas dudas porque nada cuadraba. Pero ahora él mismo lo deja muy claro en sus conversaciones con Bárbara Rey, al agradecer el silencio de Alfonso Armada. No parecía lógico que su preceptor militar hubiera encabezado esa intentona sin contar con la bendición real y en realidad parece que la tenía. Eso debió dejar muy descolocado a gentes como Milans del Bosch, quien quizá no hubiese sacado los tanques a la calle sin contar con el jefe supremo del ejército, como buen militar a la vieja usanza. Después de todo, el monarca constitucional fue designado por Franco en su Ley de Sucesión.
Las traiciones del mal denominado emérito van siendo legión. Si dio su visto bueno al golpe para luego desdecirse, habría traicionado a la democracia primero y a los golpistas después. En todo caso, a su querida España, que tan rentable le ha sido para su patrimonio personal amasado desde la más completa inmunidad. Ese que ahora quiere legar a sus hijas y nietos mediante una fundación radicada en el extranjero, para seguir sin tributar al erario público, a esas arcas que han costeado sus gastos personales durante décadas y al parecer incluso podrían haber servido para pagar algún que otro chantaje.
Al no dar la cara, Juan Carlos I traiciona con ello a su propio hijo como heredero del trono que hace tambalear
Su vida personal es cosa suya, salvo si se ha costeado con el dinero de todos. No rendir cuentas de algo tan grave y dejarlo pasar, sería un flaco favor para el futuro de la Corona, tan desacreditada por quien ha hecho sobrados méritos para ponerla en ese brete. Al no dar la cara, Juan Carlos I traiciona con ello a su propio hijo como heredero del trono que hace tambalear, igual que también traicionó de algún modo a su padre, quien debería haberle precedido al margen de lo que dispusiera un dictador golpista. Pero entre traidores a su patria y a sus allegados andaba el juego.
Sus legendarias correrías de las que tanto presumía parecen haber salido muy caras y su hoja de servicios parece contener algunas máculas muy sospechosas. La herencia que recibe Doña Leonor debería clarificarse para no quedar maldita, por mucho que Felipe VI haga cuanto puede para dar otra imagen. El referéndum sobre monarquía o República no es algo urgente con los problemas que hay sobre la mesa: una insoportable polarización política, un desolador panorama internacional plagado de conflictos bélicos, el crecimiento de las desigualdades y la fatiga del planeta, por no hacer una lista muy larga. Pero los escándalos concatenados de Juan Carlos I podría modificar esa situación.
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