ENTREVISTA | Vandana Shiva
"Los precios de la comida basura son bajos porque cultivamos monopolios industriales con nuestros impuestos"
"La agroecología va mas allá del producto ecológico, porque
une al productor con la soberanía alimentaria, la justicia social y un
sueldo digno", dice Vandana Shiva, filósofa y activista de la
agroecología
"Si queremos verdaderamente ser dueños de nuestras vidas, hemos de ser dueños de nuestras semillas. Los biopiratas las acumulan todas por su importancia estratégica"
"Si queremos verdaderamente ser dueños de nuestras vidas, hemos de ser dueños de nuestras semillas. Los biopiratas las acumulan todas por su importancia estratégica"

El 15M le pilló en el despacho de Zapatero. Su consejo al presidente fue que bajara a la calle a dialogar, a escuchar. Vandana Shiva era la única mujer en aquel grupo de asesores. Los demás desaconsejaron rotundamente su propuesta.
En India las mujeres profesionales y universitarias ya no llevan sari,
sin embargo ella, en medio de su agenda internacional de élite, aun
siendo una intelectual, viste como visten las campesinas más pobres. Es
una mujer menuda con un tremendo confianza en sí misma y en ser la voz
de los vencidos por la industria agrícola mundial.
Han pasado cuatro décadas desde que empezó a predicar
cosas consideradas insólitas en su tiempo. Ahora, tanto en su país como
en el resto del mundo, se la lee y escucha con fervor en salas
abarrotadas de un público que, gracias a su esfuerzo, ya conoce a la
perfección conceptos agrarios y bioéticos, de soberanía alimentaria, de
justicia social y, sobre todo, de justicia ambiental.
Shiva ha acuñado términos como biopiratería, agroecología y democracia
de la tierra, y se ha convertido en la pesadilla de los gigantes de la
ingeniería genética (en particular Monsanto), luchando por la protección
de la biodiversidad mundial y por los campesinos que se suicidan o se
arruinan a causa de ellos. Ha triunfado contra la piratería del arroz
Basmati, del árbol Neem y del trigo en India, así como en la reducción
del número de suicidios de campesinos en Kerala, India.
Mientras en su país muchos la descalifican como "antiprogreso", ella se
mueve con agilidad entre universidades, gobiernos, ONG y activistas.
Tiene un premio Right Livelihood,
es autora de 22 libros, y fundadora de muchas redes políticas (muchos
son bancos de semillas), además de su granja instituto Navdanya.
Capitan Swing acaba de publicar en España Quién alimenta realmente al mundo. El fracaso de la agricultura industrial y la promesa de la agroecología. Actualmente se bate contra el gigante que ha emergido de la fusión de Bayer y Monsanto.
Científicos del entorno de National Geographic parecen estar
adelantando el final del deshielo de los polos a una horquilla entre 4 y
10 años, eso es…
Eso no es el futuro, como
nos dicen, ni una pesadilla, eso es nuestro presente. No queremos verlo
pero así es. Por eso insisto en que lo primero que puede revertir sus
consecuencias es preservar la biodiversidad de la tierra. Y no disminuir
la biodiversidad, como hacemos con el modelo extraccionista y de
producción industrial de alimentos en el que aún seguimos. El camino a
seguir es aumentar la resiliencia de los ecosistemas preservando su
equilibrio natural. Sin diversidad genética no podemos sobrevivir al
cambio climático.
La agricultura
ecológica comenzó buscando un modelo socioagroalimentario, pero ahora
parece importar más el aspecto saludable y el reciclado, dejando atrás
reducir el transporte kilométrico y la explotación económica. Cuando
llega a las ciudades el producto ecológico todavía es caro y a veces ha
dado la vuelta al mundo. ¿Qué lo diferencia del modelo agroecologico?
La producción ecológica no es un producto, es un proceso con retorno
para la tierra y la comunidad. El modelo agroecológico es la aplicación
de la visión ecológica a la economía. Necesitamos que ambas partes, las
comunidades que producen y las redes honorables que distribuyen, sean
reconocibles por la otra. El comer y el mercado se han de encontrar y
permanecer unidos, esto es imprescindible para que se dé el cambio que
asegure la biodiversidad y la fertilidad de la tierra y el acceso al
alimento de todas las comunidades planetarias.
Lo
agroecológico va mas allá del producto ecológico, porque une al
productor con la soberanía alimentaria, la justicia social y un sueldo
digno. Va más allá de producir sin residuos. Por ejemplo el cultivo
hidropónico no es más ecológico por no consumir terreno, pues es
altamente dependiente de la química y se hace en bandejas de porexpan.
Pero la industria lo está adoptando a grandísima escala y dice que es
más ecológico, pero son plantas que no tocan la tierra y están pensadas
por el hombre en su totalidad desde una idea de carencia.
En mi libro desmitifico cada uno de los principios del modelo
industrial y las falsas creencias, como que los pesticidas son
imprescindibles, que nos llevan a una destrucción planificada de nuestra
existencia. Uno de ellas es que la tierra escasea. Los cultivos
hidropónicos, hechos sin tierra, no pueden darnos la cosecha mundial que
necesitamos. Pero la tierra fértil esta siendo destruida por la
agricultura industrial que es un sistema que niega la fertilidad de la
tierra y defiende que sólo con fertilizantes químicos es capaz de
producir. Con el agua pasa lo mismo. No escasea, la hemos destruido. Por
eso Bill Gates ha sido convencido para repetir el modelo fallido de la Revolución Verde en África.
Si la producción ecológica supone absorción de gases invernadero, ¿reconocerlo lo desvirtuaría para hacer bonos de aire puro?
La agricultura industrial rompe muchos ciclos y uno de ellos es el de
la emisión de gases y absorción de las emisiones. Absorbe menos
carbodióxidos, cosa que sí hace la agricultura ecológica que sirve para
absorber y cerrar el ciclo. Desde que publiqué Soil not oil, he sido contactada por algunos gobiernos y debo decir que el más proclive a promover esta idea es Alemania.
Estoy a favor de que se promocione la agricultura ecológica como la
solución, pero estoy en contra de hacer bonos ecológicos y que los
pequeños agricultores sean controlados por la filosofía de Wall Street,
porque la Bolsa produciría explotación y para crear certificados limpios
aparecerían granjas gigantes que requieren mucha demanda de petróleo,
como ya hemos visto en Kioto.
Yo prefiero pensar en
grandes zonas del mundo proclamando que no van a emitir, zonas libres de
emisiones, apoyadas por la economía pública. Respecto a la
contaminación producida por las granjas cárnicas industriales, creo que
toda persona no vegana debiera declarar públicamente su rechazo a la
existencia de estas granjas.
La
reciente fusión de Bayer y de Monsanto ha provocado el repentino
control del 35% del mercado global de semillas de maíz, el 28% de las de
soja, el 70% de las de algodón y el 69% de las tolerantes a herbicidas.
Solo la firma de la fusión ya ha subido el precio de todas las semillas
un 5,5%, y las de algodón un 20%. Si queremos verdaderamente ser dueños
de nuestras vidas, hemos de ser dueños de nuestras semillas. Nos
estamos quedando sin semillas, los biopiratas las acumulan todas por su
importancia estratégica.
Hoy la concentración de
poder es de tres grandes empresas mundiales que monopolizan este bien de
la humanidad. Hemos de preguntarnos ¿quiénes son los grandes zares y
quiénes los nuevos siervos? Si miramos el caso de el inexplicable uso
del veneno glifosato en Europa, la razón detrás de esta victoria solo se
llama poder económico e influencia política.
Monsanto también ha comprado la gran base de datos Clime Data, que le
proporciona algoritmos y patrones del clima. Plantix es una aplicacion
informática que detecta plagas, y proporcionando una foto de la planta
te indica qué producto aplicar, cuando 200.000 personas mueren al año
por el efecto de los pesticidas. Seguimos exportando pesticidas y
devastación.
Dice usted que el 75% de las enfermedades crónicas viene de la comida industrial.
Cuando la comida contiene todos sus micronutrientes, la gente no tiende
a enfermar. Cuando el sistema que los produce no se autocuestiona los
métodos abusivos que utiliza para crear alimento barato, la enfermedad
es una consecuencia inmediata y epidémica de tanta avaricia.
Seguimos colonizando y toxificando sobre falsas premisas y nuestra
tierra no está muerta, está bien viva. Hoy incluso sabemos que sus
raíces soportan y llevan nutrición a todo el ecosistema mas allá de 12
kilómetros por debajo del suelo. La supuesta Revolución Verde,
que dio una segunda vida a la industria armamentística de la II Guerra
Mundial, poniéndola otra vez en circulación en forma de productos
químicos para la tierra, es la base ideológica de nuestra catástrofe
ambiental, climática y de salud humana.
Un ejemplo es
que la agricultura química industrial es dependiente de los
subsidios públicos europeos. Los precios de la comida basura son bajos
porque cultivamos monopolios industriales con nuestros impuestos sin
saberlo. Lo que recibimos a cambio son enfermedades crónicas.
El coste real de lo que comemos se ha camuflado detrás de sus precios
tan baratos durante mucho tiempo, pero el número de enfermedades que
están aflorando y el coste que eso supone para la sanidad de nuestros
países sigue interesando a las grandes fusiones de industrias
alimentarias y farmacéuticas.
Amazon acaba de comprar
Whole Foods, que fue el supermercado pionero en comercializar alimento
ecológico en EEUU, y tiene la red de consumidores específicos para el
sector que ya quiere comer orgánico mas grande del país. El mercado se
está asegurando también a los que no quieren comer su comida basura.
En mi red de agricultores en India (Navdanya) los agricultores ganan 10
veces más, por el simple hecho de ser dueños de sus semillas y tener un
mercado propio y una comunidad de apoyo.
Acaba usted de presentar ante la Comisión India de la Competencia sus últimas objeciones contra el efecto
de la fusión de Monsanto y Bayer para la soberanía y alimentación
mundiales y para los derechos de los campesinos indios y de todo el
mundo.
No es difícil hacer la revolución.
La lucha de la gente contra el poder es la lucha de la gente contra el
olvido. Cuando era estudiante y durante 11 años después, dos compañeros
de universidad y yo conseguimos que una gran multinacional agrícola se
doblegara ante nuestro sencillo poder de resistir. La verdadera
revolución es decir al mundo que, aunque hayamos cruzado los límites,
esta es nuestra casa y la de las futuras generaciones por venir.
Rechazar extinguirnos es la más alta de las revoluciones.
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