El día que el PSOE dejó a Pérez Tapias
Tres jóvenes asesores de Podemos rinden un homenaje al exmilitante socialista
Alejandro Pérez Polo / Bárbara López Castro / Héctor García

La boca del logo
10 de
Enero de
2018 -Público
Con el asesinato del archiduque Francisco Fernando de
Austria aprendíamos en el colegio la diferencia entre causa y detonante
de un proceso histórico. La marcha de Pérez Tapias del PSOE no tendrá,
podemos quedarnos tranquilos, la repercusión histórica del magnicidio
más célebre hasta Kennedy, pero sus raíces son hondas y tienen calado.
Un análisis muy rápido, el más extendido estos días, se
explicaría cómo sigue: Pérez Tapias acumuló un capital político y
simbólico muy relevante en las primarias en que concurrió como candidato
a Secretario General del PSOE en 2014. En 2016 depositó todo su capital
en un apoyo firme a la segunda candidatura de quien compitió frente a
él dos años antes: Tapias fue uno de los pilares de la reconquista del
PSOE por parte de Pedro Sánchez. Había dos elementos centrales en el
discurso de esa candidatura que marcaban un cambio de alcance histórico
en el PSOE: la apuesta por la plurinacionalidad y un giro a la izquierda
pero, sobre todo, un giro plebeyo. Sánchez se convirtió en un candidato
anti-establishment. Cuando pasaron las primarias y las balas de fogueo,
llegaron el 155 y una alianza con Mariano Rajoy –además de una
reconciliación con el poder mediático. Y hasta ahí llegó la esperanza de
Tapias en la posibilidad de que el PSOE pudiera cambiar para cambiar
España.
El anterior relato de hechos es veraz y contrastable, pero
hay otra explicación de más largo aliento que puede arrojar luz a por
qué el PSOE de Sánchez no ha sido capaz de mantener algunos de sus
principales activos durante las primarias de 2016 – aquí hay que
recordar el papel de Miquel Iceta como ideólogo del apoyo al 155 y la
silenciada dimisión de Núria Parlon de la ejecutiva de Sánchez en fechas
recientes.
A menudo, en los medios intelectuales progresistas, se ha
recurrido al ejemplo histórico del Fouché retratado por Stefan Zweig
para caracterizar el tránsito de referentes progresistas a posiciones de
conformación con el poder. Giros a la derecha, fundamentalmente. Pero
la clave del análisis sobre Fouché tenía que ver, precisamente, con
comprender que el discurso y los posicionamientos políticos fueron solo
una palanca para obtener situaciones de ventaja y acumular poder. Fouché
no era “ni de izquierdas ni de derechas”, fue, siempre según el estudio
de Zweig, un tipo obsesionado con el poder y capaz de flotar como un
corcho en cualquier contexto político.
En los días en que jugó a ser el Bernie Sanders español,
Pedro Sánchez sabía lo que hacía. Para doblar el brazo del aparato del
PSOE y todo el poder mediático que lo sostenía sólo cabía una táctica
anti-establishment. Fue una jugada maestra: Sánchez contó con todos los
sectores más avanzados del PSOE, con la enemistad de los poderosos (un
recurso que, bien utilizado, resulta muy útil en las contiendas
electorales) y un relato de “renacido” desde las bases que resultó
enormemente exitoso.
Hoy sabemos que era una táctica orgánica y no una
estrategia política porque, desde entonces, todas las premisas en que se
basó la victoria de Sánchez han saltado por los aires: no hay voluntad
de acuerdo con Podemos, de la plurinacionalidad han saltado al club de
amigos del 155 en Catalunya, no han planteado una sola consulta a sus
bases sobre ningún asunto central de la vida política, se han
reconciliado con los poderes que el propio Sánchez desnudó ante Évole y
han vuelto a la alianza con el PP. Hoy el papel parlamentario del PSOE
(no juega otro en ningún otro orden de la vida política) vuelve a ser el
de la dureza opositora en todo lo accesorio y el cierre de filas con
Rajoy en todo lo relevante. Tristemente.
Así las cosas, no es Tapias quien ha abandonado el PSOE,
sino el PSOE quien le ha abandonado a él. No hablamos de un purista ni
un tipo que rehuya las contradicciones. Se afilió al PSOE en los 90,
cuando ya se había producido el desengaño de los sectores más
progresistas del país con González. Fue Secretario de Organización en
Granada, por tanto, conoce las grandezas y las miserias de la
organización. Y conoce el gobierno de Andalucía, del que fue delegado
provincial en Granada tan bien como el Congreso de los Diputados. Tapias
no es un profesor de Filosofía que se ha decepcionado desde su torre de
marfil. Es un político fajado en 25 años de militancia. Pero es un tipo
con convicciones.
Y ahí entra en juego la contradicción principal: quien soportó la reforma del 135, las reformas laborales, el “cepillado” del Estatut y al último Felipe González, se marcha ahora del PSOE por sus convicciones. La contienda no se juega en el eje izquierda-derecha: las personas de principios son capaces de dialogar y acordar, de moderar sus expectativas y mantener la esperanza en mejores equilibrios de fuerzas que permitan avanzar más adelante lo que hoy no se puede. No es eso.
Es la política de Fouché lo que alguien con principios no puede soportar. La sensación de que solo hay táctica y ninguna estrategia. La certeza de que Pedro Sánchez puede ser el Doctor Jekyll y Mister Hyde, prometer un giro a la izquierda y abrazarse a Mariano Rajoy sin solución de continuidad.
El PSOE de Sánchez no solo tiene un problema desgajándose por la izquierda. Tiene un problema mucho mayor cuando las personas con principios e ideales progresistas no encuentran ya motivos para la esperanz
Y ahí entra en juego la contradicción principal: quien soportó la reforma del 135, las reformas laborales, el “cepillado” del Estatut y al último Felipe González, se marcha ahora del PSOE por sus convicciones. La contienda no se juega en el eje izquierda-derecha: las personas de principios son capaces de dialogar y acordar, de moderar sus expectativas y mantener la esperanza en mejores equilibrios de fuerzas que permitan avanzar más adelante lo que hoy no se puede. No es eso.
Es la política de Fouché lo que alguien con principios no puede soportar. La sensación de que solo hay táctica y ninguna estrategia. La certeza de que Pedro Sánchez puede ser el Doctor Jekyll y Mister Hyde, prometer un giro a la izquierda y abrazarse a Mariano Rajoy sin solución de continuidad.
El PSOE de Sánchez no solo tiene un problema desgajándose por la izquierda. Tiene un problema mucho mayor cuando las personas con principios e ideales progresistas no encuentran ya motivos para la esperanz
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