George Orwell: «En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario».
lunes, 17 de diciembre de 2018
Almudena, carinyet, no etropees ahora tu preciosa 'ingenuidad' que es más necesaria que nunca. Lo importante es que el hartazgo catalán está operando milagros porque el independentismo silvestre ha saturado ya a más catalanes que castellanos. Se trata de que el destarifo recupere el oremus sin que nadie tenga que perder lo mejor de su talante y para colmo ganase la derechona hasta en Catalunya. Parece que amainan los malos vientos de la chifladura y que la cosa no acabará tan mal como quisiera ese surrealismo destroyer y cada vez más fuera de lugar y tanto padecer para nada...La quedada del 21 saldrá mejor de lo que muchos esperan y precisamente los catalanes normales se están empeñando en ello con lo más sensato del estado. Lo conseguirán, se suelen llevar muy bien con el seny y no se merecen esos constantes golpes bajos, torpes y a destiempo
Los CDR durante el corte de la AP-7 en L'Ampolla (Tarragona).
@CDR_CAMBRILSEuropa Press
Escribir implica posicionarse frente la realidad, pero la realidad no
siempre devuelve el guante. Los acontecimientos pueden desarrollarse en
una dirección tan imprevista que muchas de mis columnas, con el tiempo,
me parecen tontas, erróneas o ingenuas. La de hoy es distinta. Hoy soy
consciente de que escribo desde la ingenuidad pero, a lo peor, no tendré
más oportunidades. A estas alturas, parece evidente que los
independentistas catalanes no aprecian nuestra compañía. La de quienes,
fuera de Cataluña, pedimos un referéndum legal, criticamos las cargas
del 1-O y la aplicación del 155, nos manifestamos a favor de la libertad
provisional de los líderes presos, recibimos la formación del Gobierno
de Sánchez como una buena noticia también para el conflicto catalán. Eso
fue antes de Eslovenia, de la irrupción de Vox, de la llamada a las
barricadas de los CDR. Ahora hemos aprendido que lo que nos parecía una
locura —que un porcentaje considerable de la población respondiera al
discurso patriotero de las banderas— era una carga de profundidad
destinada a estallar con éxito. En eso también fuimos demasiado
ingenuos. Tal vez el exceso de ingenuidad se acumula en el aparato
digestivo de las personas para pudrirse lentamente y convertirse en otra
cosa. Tal vez eso explique la transformación que se ha operado dentro
de mí para provocar una reacción que no me gusta, pero existe sin mi
permiso. No sé si los independistas catalanes creen que les conviene el
hartazgo de quienes más se han esforzado por comprenderles. No sé si
piensan que van a llegar más lejos poniendo en peligro a un Gobierno
progresista y favoreciendo el retorno de la derecha al poder. Ni
siquiera sé si se han dado cuenta de que cada día nos caen más gordos.
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