
Imagen de una de las procesiones celebradas durante esta semana.
EFE
Las procesiones que se celebran estos días en
las principales ciudades españolas van a mostrar una imagen inédita. A
su frente, caminando a paso de penitente, no habrá alcaldes ni
concejales de Gobierno. Los actos de Semana Santa en ciudades como
Madrid, Valencia, Cádiz o Santiago de Compostela no contarán con el
tradicional respaldo institucional del Ayuntamiento. Esa decisión tiene
una derivada quizá más onerosa para las hermandades y cofradías. En
muchas ciudades, las subvenciones que reciben se han recortado o
eliminado por completo.
Los ayuntamientos
autodenominados "del cambio", aquellos donde las candidaturas
municipalistas se hicieron con los bastones de mando en las pasadas
elecciones de mayo, han marcado distancias con los actos religiosos en
su primera Semana Santa. En las dos principales ciudades españolas,
Madrid y Barcelona, Manuela Carmena y Ada Colau han abordado estas
celebraciones de manera muy distinta. Mientras la alcaldesa madrileña ha
reducido las subvenciones, los conciertos de música religiosa y la
presencia institucional en las procesiones, la edil catalana no ha
necesitado marcar diferencias con la anterior corporación municipal.
Ahora Madrid, el partido instrumental que gobierna en la capital, afronta las celebraciones de estos días tras las polémicas que han acompañado a la Concejalía de Cultura durante los últimos meses.
La organización de la Semana Santa madrileña tampoco se ha librado de
las críticas. Aunque inicialmente se presupuestaron 150.000 euros en
subvenciones, el montante final ha sido de 178.000, 38.000 menos que en
la época de Ana Botella. La cifra ha sido criticada por ser similar a la
que se destina al Ramadán o al Año Nuevo Chino (150.000 euros en ambos
casos). También se ha reducido el número de conciertos de música
religiosa, con las consiguientes críticas desde el PP.
Como ocurre en otros ayuntamientos, Ahora Madrid no va a tomar parte en
las procesiones y misas que se celebren en la capital durante la Semana
Santa. Si los concejales acuden a algún acto será por decisión propia y
a título individual. Desde el Consistorio explican que no entienden que
deba haber presencia pública en los actos religiosos en un Estado
aconfesional. Se acaba así con la participación de ediles en la
procesión de la Virgen de la Paloma de Málaga, que Ana Botella había
convertido en tradición, y en la que desfiló en calidad de hermana mayor honoraria.
A pesar de la reducción en el presupuesto y en los conciertos del ciclo
“Música y voz para la pasión”, desde el Consistorio de la capital
señalan que mantienen una buena relación con el arzobispado, del que no
han recibido quejas por los cambios. Añaden que su voluntad ha sido la
de facilitar la celebración de la Semana Santa por tratarse de un evento
con tradición en la ciudad y sobre el que ya existían compromisos
adquiridos.
En Barcelona apenas ha habido cambios
respecto a lo que desarrollaba el anterior equipo de gobierno, dirigido
por CiU. Las autoridades del Ayuntamiento no participaban a título
institucional en ningún acto religioso de la Semana Santa y la
Corporación municipal no sufraga con dinero público ningún acto
específico durante estas celebraciones.
En cuanto a
las subvenciones, fuentes del Consistorio explican que las Cofradías de
la ciudad reciben ayudas públicas por su actividad cultural, y que en
ese aspecto no se han producido cambios con la entrada del nuevo
gobierno de En Comú. Las reciben por convocatoria pública, no se otorgan
a dedo ni se pactan con los representantes de esas organizaciones, como
sí ocurre en otros lugares.
El Ayuntamiento destaca
que su avance en cuanto a la laicidad ha venido hasta el momento desde
otros actos, como las Fiestas de la Mercé que tienen lugar en
septiembre. La alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, anunció un par de
meses antes de que se celebrasen que la tradicional misa en la Basílica n o iba a formar parte de la agenda institucional de las fiestas.
Cádiz y Valencia mantienen el dinero de las cofradías
Los casos de Cádiz y Valencia presentan varios puntos en común. En
ambas ciudades se ha optado por mantener las subvenciones que reciben
las cofradías para los actos que conmemoran la muerte y resurrección de
Cristo. La presencia de concejales en las procesiones será en ambas
ciudades a título individual, nunca como representación de los
ayuntamientos.
Así lo anunció hace unos días el
alcalde de Cádiz, José María González (Cádiz Sí Se Puede). Puntualizó
que, tras un debate interno, la Corporación municipal había decidido no participar en las procesiones en representación del Ayuntamiento,
en contra de lo que era costumbre: “Hemos decidido que hay que separar
la religión de la institución”. Los concejales que acudan a las
procesiones no desfilarán bajo el palio ni marcharán en cabeza, como
ocurría otros años. Lo que sí está haciendo el alcalde, explican desde
la institución, es acudir a las hermandades a desearles buen paso, en un
gesto de buena voluntad con las cofradías.
El mismo
caso se da en Valencia. Los miembros de Compromís, el partido al que
pertenece el alcalde, Joan Ribó, y la concejala de Cultura, Gloria
Tello, acordaron que no acudirán a los actos religiosos en calidad de
representantes del Ayuntamiento, y que quedaba a la libre elección de
los ediles hacerlo a título personal, de manera “discreta”, nunca
encabezando las procesiones.
Es una posición similar a
la que expresan los otros dos partidos que participan en el Gobierno
municipal, PSPV y Valencia en Comú, aunque los socialistas explican que
sus concejales sí que van a acudir a los actos: “Tenemos agenda de
Semana Santa”. En el caso de la edil Sandra Gómez, lo hará como miembro
de la Hermandad del Cristo de la Palma.
En materia de
subvenciones, ambas ciudades han optado por la continuidad. Valencia ha
decidido no tocar la partida de 150.000 euros que se destina a la
Semana Santa Marinera, la principal celebración en esa ciudad, y lo
mismo ocurre en Cádiz. Aunque en su momento se planteó la idea de
reducir las subvenciones, finalmente l as hermandades de la ciudad volverán a recibir 124.000 euros de los presupuestos municipales.
La batalla del PP gallego por las subvenciones
Los cambios introducidos por algunos ayuntamientos de Galicia respecto a
la Semana Santa han provocado el enfado del PP gallego, que exigió –mediante mociones a nivel autonómico y local– que se mantuviesen las subvenciones a la cofradías,
aún cuando estas quitaban importancia a la decisión y apostaban por
buscar vías de autofinanciación, como en el caso de Santiago de
Compostela.
El principal enfrentamiento político tuvo
lugar en Ferrol, cuya Semana Santa está declarada de Interés Turístico
Internacional, y en la que el Ayuntamiento aportaba 75.000 euros a las
cofradías. El alcalde, Jorge Suárez (Ferrol en Común), anunció su
intención de reducir esa cantidad, que finalmente se ha fijado en 40.000
euros.
Las cofradías seguirán recibiendo el mismo
dinero, porque la diferencia hasta el montante anterior lo aportará la
Xunta, que antes gastaba ese dinero en pagar, por ejemplo, la
retransmisión de los actos de la Semana Santa a través de TVG, la
televisión pública gallega. Fuentes del Ayuntamiento señalan que, a
pesar del ruido mediático, mantienen una buena relación con la dirección
de las cofradías.
En Santiago de Compostela, el
alcalde, Martiño Noriega (Compostela Aberta), eliminó la subvención de
3.800 euros, una decisión que molestó al PP pero que comprendieron las
cofradías, que no habían cobrado ese montante en 2015 por estar
paralizado por la Intervención municipal. El Ayuntamiento asegura que
las cofradías han mostrado siempre su respeto a las decisiones sobre los
actos religiosos y solo ha pedido que se facilite la celebración de la
Semana Santa, a lo que el Consistorio se ha comprometido aumentando los
dispositivos de limpieza y seguridad, y cediendo la banda municipal.
A Coruña también ha cortado por completo las subvenciones a las
cofradías, que el año pasado sumaron un total de 37.000 euros. Fuentes
del Ayuntamiento indican que también se ha acabado con otras prácticas
poco comprensibles de la anterior corporación. Así, los policías que
desfilen en las procesiones con su uniforme de gala, y como parte de las
hermandades, no cobrarán ese tiempo como horas extras, en contra de lo
que se venía haciendo hasta ahora.
Entre los
ayuntamientos del cambio en Galicia hay unanimidad en lo relativo a la
presencia institucional en los actos religiosos. Los alcaldes de
Santiago, Ferrol y A Coruña no van a participar en ningún acto
religioso, ya sea de Semana Santa o de cualquier otro índole. Esta
decisión también ha recibido las críticas de los populares gallegos, fieles asistentes a este tipo de celebraciones.
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Como modesta admiradora del Evangelio y de Jesús el carpintero de Nazaret, me alegro infinitamente de que por fin los ayuntamientos del cambio hagan justicia social y den a la conciencia lo que es de la conciencia y al César lo suyo, que ya era hora de separar el café de los posos; basta de imponer por narices y como asunto de Estado, un credo que es cosa privada y no de los ayuntamientos ni de las instituciones. Si algo es propio de un cristiano de verdad es el respeto exquisito por los demás, que son parte de sí mismo tanto si son creyentes como si son ateos. Quienes tengan algo de espíritu sabrán de primera mano que la imposición dogmática y a matacaballo, no es propia de ese plano cognitivo y amoroso, sino de un ego salvaje y de dimensiones catedralicias y basilicales.
Todas las semanas del año son tan santas como ésta, igual que todos los días son Navidad y Pascua para quienes se despiertan y viven atentos y abiertos, tanto a su entorno como a su interior sin hacer rupturas entre ambos planos. Y saben agradecer todo lo que pasa en sus vidas, unas cosas porque se disfrutan y otras porque enseñan y entrenan. Basta con esa disposición receptiva y sin prejuicios para fluir y comprender. Lo demás se va añadiendo y/o restando por el mismo ritmo de vivir. La vida es la maestra perenne. Todo es mucho más fácil de lo que parece si nosotros no nos convertimos en obstáculos y así cooperamos a que los demás, poco a poco, también dejen de ser obstáculos para nosotros.
Una gran torpeza histórica ha sido la osadía de intentar institucionalizar nada menos que al espíritu y convertirlo en sistema de creencias e incluso de gobernanza política. Esa manía nos ha retrasado centurias e incluso un par de milenios de evolución integral, aunque hayamos ido evolucionando parcialmente y por compartimentos estancos y haciendo virguerías con el arte, la ciencia, el pensamiento o las habilidades manuales y técnicas. Ha sido un intento tan absurdo como pensar en hacerse los amos de la luz natural, del ciclo solar que determina la noche y el día, de los ciclos vitales de nuestro desarrollo; nadie puede evitar ser bebé, niño, adolescente, joven y viejo, a los largo de su tiempo, ni tener la exclusiva del aire o de la conciencia, una vez que se ha despertado.
Se puede viajar por el espacio, ir a la Luna, descomponer el átomo, pero no se puede evitar lo inevitable: el dolor, la enfermedad, la vejez y la muerte. Solo el despertar de la conciencia y la comprensión profunda de su vínculo esencial con el espíritu, tienen la llave de la integración del proceso. A eso se le llamaba "la piedra filosofal" en la antigüedad. El "mágico" mecanismo que abre todas las puertas interiores al plano cósmico del amor inteligente, de la inteligencia emocional, que diría Goleman. No es una adquisición que se encuentra de golpe ni una fórmula que se pueda comprar ni una teoría que se pueda aprender de memoria. Es, simplemente, el resultado en que coinciden ética y estéticamente, los pensamientos, los sentimientos y los actos de cada uno/a de nosotras/os. Y ese bagaje no es religioso ni filosófico, ni artístico, ni "profesional", aunque afecte a todo lo que vivimos no le pertenece a nada ni a nadie, a ninguna "escuela" ni secta. Se crea y regenera por sí mismo y una vez manifestado dentro de nosotros es indestructible. Se produce como los frutos de una cosecha, a su tiempo y con el cultivo adecuado, sembrando, echando raíces bien hondas, creciendo, regando, abonando, podando y esperando a que el tiempo cumpla sus estaciones, sin prisas ni pausas...
Se puede viajar por el espacio, ir a la Luna, descomponer el átomo, pero no se puede evitar lo inevitable: el dolor, la enfermedad, la vejez y la muerte. Solo el despertar de la conciencia y la comprensión profunda de su vínculo esencial con el espíritu, tienen la llave de la integración del proceso. A eso se le llamaba "la piedra filosofal" en la antigüedad. El "mágico" mecanismo que abre todas las puertas interiores al plano cósmico del amor inteligente, de la inteligencia emocional, que diría Goleman. No es una adquisición que se encuentra de golpe ni una fórmula que se pueda comprar ni una teoría que se pueda aprender de memoria. Es, simplemente, el resultado en que coinciden ética y estéticamente, los pensamientos, los sentimientos y los actos de cada uno/a de nosotras/os. Y ese bagaje no es religioso ni filosófico, ni artístico, ni "profesional", aunque afecte a todo lo que vivimos no le pertenece a nada ni a nadie, a ninguna "escuela" ni secta. Se crea y regenera por sí mismo y una vez manifestado dentro de nosotros es indestructible. Se produce como los frutos de una cosecha, a su tiempo y con el cultivo adecuado, sembrando, echando raíces bien hondas, creciendo, regando, abonando, podando y esperando a que el tiempo cumpla sus estaciones, sin prisas ni pausas...
Gente como Heráclito de Éfeso, ya en la época presocrática, se dio cuenta del pastel espiritual y trató de explicarlo lo mejor que pudo. No lo consiguió, pero dejó señales. Porque ese estado no puede explicarse, solo vivirse. Como pasa con el amor, las palabras solo confunden y reducen su valor y su fuerza, es, sencillamente, potencia infinita que se actualiza y que materializa lo más excelente e importante que tenemos, que somos. Así crea. Inventa. Descubre. Es. Sin necesidad de "soñar ilusiones", porque lo único que está despierto en este plano, de verdad, es el amor y su inteligencia universal, al mismo tiempo que inabarcable por la mente "parcial".
Por eso me alegra infinitamente que los ayuntamientos del cambio faciliten la tarea del espíritu poniendo las cosas en su sitio sin violencia. Armonizando desde una comprensión amable y coherente, que es, también, una manifestación del amor.
Será espléndido cuando, además, esa misma actitud con el plano religioso tradicional, en Valencia, se aplique también en el modo de vivir las fallas. Respetando a todos, sin imponer la diversión forzosa del estruendo violento, de horarios prolongados en el estrépito hasta la madrugada por toda la ciudad, a base de decibelios y los incendios festivos, quemando a la vez, n cientos de fallas y en el plazo de tres horas, materiales supertóxicos en los "monumentos", por toda la ciudad y en una época terrible de calentamiento global y cambio climático.
Será espléndido que las procesiones y celebraciones religiosas en Semana Santa algún día se hagan dentro de las iglesias y que las fallas en honor a la Virgen Xeperudeta y a San José hagan igual y los falleros se construyan un espacio extramuros para celebrar sus trepidantes y agobiantes festejos, de los que la otra media Valencia tiene que escapar como puede, y año tras año, la penúltima semana de marzo.
Será espléndido que las procesiones y celebraciones religiosas en Semana Santa algún día se hagan dentro de las iglesias y que las fallas en honor a la Virgen Xeperudeta y a San José hagan igual y los falleros se construyan un espacio extramuros para celebrar sus trepidantes y agobiantes festejos, de los que la otra media Valencia tiene que escapar como puede, y año tras año, la penúltima semana de marzo.
Sugerencia: no estaría nada mal, para la nueva Valencia del buen convivir y el mutuo respeto, hacer un parque temático fallero fuera de la ciudad -que podría ser un atractivo centro turístico y cultural durante el resto del año- donde celebrar el festejo privado de los "casales" falleros, como en Sevilla se
cambió la feria, que trastornaba la vida a miles de ciudadanos "obligados" a divertirse a la fuerza y a pasar las de San Quintín, a causa de la diversión de los socios de las "casetas" privadas, que se trasladaron desde el centro urbano al Parque de los Príncipes, más
allá de Los Remedios y el Tardón, barrios periféricos, sin que el mundo se acabase ni la tierra se hundiese con un cambio que todos, hasta los juerguistas de las casetas, han acabado por agradecer, porque están más libres también y sin el sentimiento penoso de estar molestando y siendo un fastidio para el resto de la población. El buen orden, además de belleza y entendimiento desde el bien común, es justicia, respeto y amor. También amor por nuestros semejantes.
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