Las condiciones relativas a política de vivienda que la dirección de
Podemos sometió a referéndum de sus bases para apoyar los Presupuestos
Generales de Estado y que han sido aprobadas masivamente me parecen una
gran equivocación.
Lo que acaba de aprobar Podemos implica anunciar de antemano que se
votará en contra de los Presupuestos que deberán debatirse próximamente
en el Parlamento. La razón es sencilla: se trata de condiciones de
imposible cumplimiento.
Puede ser que yo esté equivocado, pero a mí me parece de todo punto
imposible que un gobierno cualquiera pueda reducir un 40 por ciento, por
ley y en el marco de una legislatura el precio de los alquileres en
toda España. Ni creo que fuese factible legalmente, al menos sin un
cambio normativo que debería ir mucho más allá de donde puede o debe ir
una ley de Presupuestos, ni tampoco económicamente.
Lo primero (la posibilidad legal de lograrlo) lo dejo a un lado
porque no tengo conocimientos para pronunciarme al respecto con un
mínimo de rigor. Y lo mismo debo decir de la otra condición aprobada por
Podemos (prohibir la compra de vivienda que no sea destinada a
residencia). Algo que, aunque fuese universalmente deseable, no creo que
sea viable jurídicamente con nuestro actual ordenamiento legal. Y
conste que no quiero decir que cambiarlo sea algo imposible en cualquier
caso, sino que sí lo es en el marco de una Ley de Presupuestos, o
incluso a mediano plazo, dada la correlación de fuerzas políticas y
sociales que hay en España.
Desde el punto de vista económico, creo que quienes hayan urdido
semejante condición desconocen, al menos, dos hechos fundamentales.
Para modificar los precios de la vivienda en semejante proporción haría falta 'reventar' el mercado
Aunque sea deseable (como yo defiendo) que la vivienda sea un bien
público cuya provisión no dependa del mercado, lo cierto es que eso no
es así, salvo en una proporción tan reducida en España que resulta
prácticamente insignificante. Por tanto, para modificar los precios en
semejante proporción, e incluso en una menor, haría falta -si se me
permite la expresión- «reventar» el mercado. Es decir, producir una
intervención tan drástica que paralizaría el intercambio de
viviendas. Daría lugar a la aparición inmediata de un mercado aún más
negro que el actual de la vivienda de alquiler. Y quizá un conflicto
social aún más grave. La oferta a esos nuevos precios reglamentariamente
establecidos se desplomaría. Y, lo que quizá sería más probable, a la
larga ni tan siquiera se lograría (salvo, como digo, que se hiciera
desaparecer el mercado tal como hoy día funciona) que los precios de
mercado bajaran, por una segunda y sencilla razón. Actualmente, la mayor
parte de ellos vienen referenciados por algoritmos vinculados a grandes
portales inmobiliarios o a los movimientos de poderosos fondos de
inversión, con una capacidad prácticamente invencible para derrotar a
cualquier injerencia regulatoria, si tan sólo se siguen las «leyes» del
mercado.
Pedir al actual gobierno de coalición que, en el marco de una ley
presupuestaria, logre bajar los precios del alquiler un 40 por ciento es
simplemente una quimera, una condición de imposible cumplimiento. Y
exigirla equivale a señalar que, de antemano y por otras razones, no se
quiere votar a su favor.
La primera equivocación de Podemos consiste, por tanto, en la
formulación de su política de vivienda. Al menos, en el corto plazo del
debate presupuestario. Su aportación como grupo radical (en el mejor
sentido del término) hubiera sido mucho más positiva si hubiera
establecido condiciones realistas, que se pudieran cumplir, en un
horizonte de desmercantilización del derecho a la vivienda. He hablado
de ellas en otros artículos y no voy a tratarlas de nuevo aquí.
Ayudar a tumbar a este gobierno cuando está en marcha un golpe de Estado es una barbaridad que puede cometer Podemos
La segunda equivocación que, a mi juicio, comete Podemos es aún más
grave. Lo que ha hecho este partido es anunciar una negativa a aprobar
los Presupuestos que podría dar la puntilla a un gobierno democrático y
progresista (por muchas limitaciones y contradicciones que tenga, como
las tiene) cuando se está poniendo en marcha un golpe de Estado de los
de nueva ola. Es decir, no de los que se llevan a cabo con tanques en
las calles, sino a través de los medios, la judicatura, la mentira y la
manipulación de todo tipo de instituciones. Lo dijo hace unos días con
extraordinaria claridad el portavoz del Partido Popular en el Congreso,
Miguel Tellado: «Nuestra obligación es acabar con este Gobierno lo antes
posible, y lo vamos a hacer con todos los medios a nuestro alcance».
La derecha no lo disimula, no lo niega, no lo dice con retórica, sino
claramente: lo que pretende y está organizando es acabar con el
gobierno de Pedro Sánchez por cualquier medio que tenga a su alcance. No
con los democráticos o constitucionales, sino con cualquiera que sea
efectivo para ese fin, como es fácil comprobar. Ayudar a tumbar a este
gobierno cuando está en marcha un golpe de Estado es una barbaridad que
puede cometer Podemos.
No es la única fuerza política de izquierdas, eso sí, que está
cometiendo barbaridades, ni la que más traiciona a sus postulados u
ofertas electorales, ni la que más frustración y dolor produce por el
comportamiento de sus dirigentes, ni la única que se ha convertido en un
grupo en donde el debate interno y la democracia brillan por su
ausencia. Pero nada de eso podría justificar el error gravísimo al que
todo indica que se encamina Podemos si no rectifica.
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Comentario del blog:
La
auténtica realidad que ya es inevitable no es Podemos, afortunadamente. Está cada vez más claro, querido hermano Torres
López que vivimos y resistimos en un acelerón exponencial de abrir puertas y ventanas urgentemente, de eliminar
barrizales y atascos y de retirar del camino coches/ataúd, para comenzar a respirar aire limpio en todos los sentidos. Abandonando los torpes orgullos del suicida y puñetero ego y de hacer presente la inteligencia con la sabia y curativa humanidad del Nosotros, desechando el poderío como oficio y dedicarnos al pleno servicio del Bien Común, tanto en los trámites políticos como en la diaria convivencia ciudadana.
Es la Evolución inevitable de nuestra propia especie para seguir viva, hacia arriba y adelante. Descubrir y compartir el camino dejando la genética animal en las crónicas pasadas de lo ya humanamente irrepetible, y hasta biológica, natural y físicamente insoportable.
En ese terreno Podemos lleva fuera de tiesto desde que el 2014 alcanzó escaños suficientes para llegar al Congreso y dejó bien patente su incapacidad para aportar algo más que montar poyos, tensiones, y contrasentidos, como lo son acabar enganchados al casoplonfashion, a la manía de poder y no servir para nada socialmente eficaz y encadenados a la falta constante de entendimiento como único sistem in failure del invento. Por eso, en ese partido ya no queda nadie sano y normal, de entre l@s que iniciaron la andadura y se fueron yendo en un goteo patético e imparable.
Politeia en el origen griego del término, es ciudadanía, no negocio ni colección de trucos, para vivir de ella. Es una pena que habiendo tanto podemita licenciado en "políticas" no hayan descubierto aún el significado ético y el valor auténtico del término. La política, esencialmente, no es una "carrera" ni un "oficio" ideológico y 00000 en ciudadanía. Por eso ella, la politeia, debe elegir temporalmente y no para siempre, las herramientas organizativas que necesita según sus circunstancias y necesidades sociales y personales, y no depender de los conflictivos "poderes" que las fijaciones de castas y señoritos del cortijo en boga, como han hecho durante milenios monarcas, emperadores y dictadores, que disfrazados de falsos "demócratas" siguen en las mismas sin el menor rasgo de entendimiento ni de coherencia. Y mucho menos de arrepentimiento.
Podemos es un ejemplo total de semejante fenómeno sin rastro de noúmeno. Podemos ya es un zombi pseudopolítico, como el Golum, de "El Señor de los Anillos", que sólo sabe repetir entre Mordor y sus orcos, por los alrededores de la dolorida Tierra Media Democrática, el mismo mantra de su apego ansioso: "...mi tesoro...mi tesoro...".
Menos mal que los elfos valencianos y de muchas zonas de España, han decidido pasar de los simulacros y socorrer directamente a la Tierra Media, sin tonterías ni tiquismiquis. Limpiando el barrizal y llevando a las víctimas del pifostio comida, agua, ropa, compasión y cariño a toneladas...
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