George Orwell: «En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario».
lunes, 11 de octubre de 2021
Tomemos nota. El futuro va camino de este tipo de globalización. Crónica gráfica de un presente demoledor, cuyo alivio solo es amar desde la verdadera inteligencia sin fronteras ni miedos ni miserias. Amar desde la energía que somos y compartimos. Unos le llaman dios, otros, utopía y otros, nacesidad total de Ser en comunidad humana, sin exclusiones ni tejemanejes de cualquier tipo
Habitantes
de la aldea de Kalabogi, en el Sundarbans de Bangladés, salen a la
pesca de cangrejos. Las capturas son cada vez menores debido al aumento
de la salinidad de las aguas.- JAIRO VARGAS
Huyendo del Sundarbans, la tierra anegada de Bangladés
Jairo VargasBangladés
1 de octubre de 2021
Público
El Sundarbans es el mayor bosque de manglares del planeta y
patrimonio de la Humanidad, según la UNESCO. Compartido por la India y
Bangladés, la región es una de las más afectadas por el calentamiento
global. Cada año, el nivel del mar del Golfo de Bengala aumenta más de
tres milímetros. Desde que empezó a medirse con preocupación en 1975, el
agua ya se ha tragado cuatro islas de este entorno que acoge una
exuberante biodiversidad, con el amenazado tigre de Bengala como icono.
Si la extrema pobreza de estas aisladas aldeas no era suficiente, cada
año el monzón golpea con más fuerza y los ríos se tragan tierras de
cultivo y endebles hogares debido al deshielo de los glaciares del
Himalaya. La salinidad creciente yerma predios y caladeros fluviales y
está acabando con el manglar, escudo natural contra tifones y tsunamis y
piedra angular de ecosistemas y recursos. La única alternativa de sus
habitantes, que subsisten de la pesca de cangrejos y peces, de la
agricultura y de la miel, es buscar más suerte en las grandes,
superpobladas y extremadamente contaminadas urbes de Bangladés. Un éxodo
rural tras el que solo encuentran la misma miseria que dejaron antes de
que el río o el mar se los tragara también a ellos. Huyen de una
naturaleza herida de muerte al infierno de los suburbios de chabolas,
cambian las redes por sacos de arpillera y los cangrejos por botellas de
plástico usadas que venden al peso a las plantas de reciclaje.
Bangladés es el espejo que refleja el futuro que le espera a otras
latitudes si no se actúa ya.pesca de cangrejos. Las capturas son cada vez menores debido al aumento
de la salinidad de las aguas.- JAIRO VARGAS
Una
niña cruza una plataforma de bambú a la salida de su cabaña. El aumento
del caudal de los ríos por el deshielo hace que las mareas se traguen
las endebles chozas.- JAIRO VARGAS
Una
mujer atrapa cangrejos en la orilla del río, con los manglares al
fondo. El manglar es una barrera natural contra fenómenos climáticos y
fuente de alimentos y biodiversidad.- JAIRO VARGASVista
aérea de la aldea de Kalabogi. Cuando crece la marea, solo las casas y
un par de caminos de barro quedan al descubierto. Han tenido que
aumentar su altura para seguir viviendo en la zona.- JAIRO VARGASDos
niños vuelan una cometa en una planta de reciclaje de plásticos de
Dacca, la capital de Bangladés. Con casi 30 millones de habitantes, es
el destino preferido del éxodo rural, pero acrecienta la miseria de las
familias que lo han perdido todo por el clima.- JAIRO VARGASLas
aguas negras de los lagos de Daca son la tinta indeleble de los efectos
de la superpoblación y la polución urbana del país. En la imagen,
varias personas llegan a uno de sus suburbios en una barca.- JAIRO
VARGASLa
pobreza en los arrabales de chabolas de Daca aumenta al mismo ritmo que
sus habitantes, expulsados de tierras fértiles por el monzón o la
erosión de los ríos. Recoger basura o plásticos es uno de los pocos
empleos que encuentran los desplazados bengalíes.- JAIRO VARGASJahangir
perdió su casa y sus tierras por el aumento del caudal del río en la
región del Sunderbans. Ahora vive en una chabola del suburbio de
Koarail, en Daca, con su madre, de 93 años, y su hija menor. No es capaz
de pagar el alquiler.- JAIRO VARGAS
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