martes, 22 de enero de 2019

Las luces largas...qué metáfora tan acertada para momentos tan desconcertantes como decisivos, querido Iñaki...Gracias, una vez más, por esa lucidez, valga la redundancia.






Un mundo se va desplomando, otro está naciendo y vivimos en pleno terremoto, entre los escombros de lo que conocimos, de lo que aprendimos y de lo que estamos conociendo y teniendo que aprender no sin dificultades. Entre el estupor y el miedo a ser arrastrados por cambios muy profundos vemos a diario en todos los planos ‘Lo que el viento se llevó’. Porque el futuro no es algo que nos espera en un remoto rincón del mañana, cuando se hagan reales las advertencias, las premoniciones, las fantasías de la ciencia ficción -hoy ficción, mañana ciencia- o cuando la llamada cuarta revolución industrial haya sido ya devorada por la quinta o por quién sabe qué.

Las colosales transformaciones de ese futuro se están produciendo ya, día a día, poniendo patas arriba estructuras, modelos, formas de vida y formas de ganarse la vida. Profesionales de profesional muchísimos oficios lo están sufriendo en sus carnes. En el nuestro, el periodismo, la sacudida provocó un cataclismo que se llevó por delante empresas por centenares y puestos de trabajo por miles. Muchísimos de cuantos nos escuchan podrían contar experiencias similares en actividades muy diferentes.
Cómo no vamos a entender a los taxistas. Si se están incumpliendo los acuerdos sobre regulación de los vehículos VTC es natural que peleen por su derecho. Y con las luces cortas del ahora mismo solo podemos transmitirles nuestra solidaridad. Pero con las luces largas de lo que está ocurriendo y va a seguir ocurriendo en este mundo en mutación es más que evidente que se enfrentan a un rival mucho más poderoso que Uber o que Cabify, un cambio de página de la historia. Ese es un rival al que no se puede vencer, al que hay que adaptarse. Una datación durísima, difícil e incierta, pero es así, inexorablemente.

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