domingo, 4 de noviembre de 2018

Jordi Evole y la secta homeopática



Ni siquiera el sensato y transparente Jordi Évole se ha salvado a sí mismo de  la ola antihomepática reinante, que, por cierto  le ha dejado hecho una sopa, empapado y sumergido en la puritita antología del disparate.  
Mientras veía el programa de hoy en La Sexta me preguntaba por la inefable y esotérica conexión que pueda unir a la humilde, tradicional y sanísima homeopatía con el transtorno psicoemocional contagioso de unos orates con la autoestima by the floors y un médico chiflado megalómano, manipulador y como un cencerro negociante, sacaperras y engaña-muchachos, como en mi infancia se llamaba a los estafadores, en los pueblos de La Mancha. 

Ante ese personaje y su corte de los milagros solo caben los relatos de El Lazarillo, de El Buscón quevediano o algún episodio estrambótico de El Quijote. Quizás un cuento de Álvaro de la Iglesia en La Codorniz o un diálogo de Tip y Coll, un chiste de Eugenio, un  relato de García Márquez  o un capítulo de La Tía Julia y el escribidor, de Vargas Llosa, al estilo de la crucifixión en la Semana Santa peruana. 

Un médico como una chota, propone a sus más fieles seguidores fundar un clan de brujos y ellos van, se lo creen y le hacen de coristas. Les va comiendo la moral a base de insultos, despropósitos y agresiones, - preparándolos quizás, para titularse en chamanismo asuboling, seguramente en la universidad de Alpedrete o de Matalauva del Conde...¿o para agún master innovador en la URJC?- con métodos pedagógicos que ningún ser humano en su sano juicio toleraría con tanta estupidez agradecida como sumisión perruna. Los maltrata y los humilla, los hace darse de hostias, insulta y machaca a todos con un recochineo y una psicopatía galopante...y si deciden irse les obliga a pagar 6.000€ por la deserción, no se rebelan, no cuestionan nada, ellos lo obedecen, le veneran, le siguen como perros falderos. Y no, no son unos analfabetos ni unos ignorantes, son titulados universitarios de diversas especialidades...Qué nivel xd!

Recuerdo que hace unos veinte años, durante los veranos yo misma frecuentaba la escuela de vida de Terriente, un proyecto extraodinario de los Hermanos de San Juan de Dios en las inmediaciones de la Sierra de Albarracín. Cada año había unos cursos innovadores que duraban una semana, a base temas fabulosos y por entonces absolutamente nuevos, ellos eran terapeutas salidos del Hospital de Sant Boi ,en Catalunya, unos fisioterapeutas fuera de serie y expertos en higienismo, ayuno terapéutico, biodanza, meditación sanadora, dietas regeneradoras del cuerpo y del alma, abiertos a las nuevas psicoterapias como, por ejemplo, el Diario de Integración de Ira Progoff, el Análisis Transaccional de Berne, la Psicología Transpersonal de la Escuela de Palo Alto, y todo lo que ayudase al crecimiento interior personal regulando la vida, los hábitos y la convivencia, la co-escucha activa, el diálogo medicinal, en fin, una maravilla. Esperaba cada verano como agua de julio y agosto, para escaparme  durante aquella semana única. 

El año en que se hicieron los cursos de Análisis Transaccional tuvimos un percance bastante cañero. El psicólogo invitado para dar los cursos resultó ser del estilo del médico protagonista del Salvados de esta noche. Creo que se llamaba Javier, pero no estoy segura y que trabajaba en Granada. Desde el primer momento en que se sentó a la mesa para desayunar el primer día la emprendió conmigo y con mi nombre. Uno de mis amigos comentó que soy poeta y que tenía varios premios de poesía, algunos de ellos importantes, como el Ciudad de Torrevieja o el Gerardo Diego. Eso fue la gota que colmó el vaso de nuestro Jung transaccional.
Como yo me río hasta de mi sombra no di la menor importancia a su agresividad, ni me molesté con sus bromas sin pies ni cabeza, simplemente me parecía un humor tan zafio y torpe, tan  sin pizca de gracia, como suele ser el humor de quienes solo se ríen del prójimo pero no se ven a sí mismos. Cuando se enteró de que yo era una madre de familia numerosa y casada con un piloto del Ejército de Aire, se desmelenó y cuando fuimos a la sala de trabajo y empezamos los ejercicios, ya se desmadró por completo.
Propuso un ejercicio para medir nuestra resistencia al acoso, que consistía en colocar en el centro de un círculo de personas a una de ellas y que el resto comenzase a insultarla, a decirle lo peor que se les ocurriera, avanzando hacia ella, cerrando el círculo cada vez más hasta impedirle el movimiento, respirar en su cara, en su cuello, y como yo , en el primer ejercicio no había insultado ni agredido al "elegido" como víctima, me colocó de señuelo, y como por lo visto, no daba muestras de desesperación y aguardaba  en silencio a ver en qué acababa aquella chifladura -mi entrenamiento intensivo como madre de una cuadrilla de niños y niñas me ha ido remodelando el carácter, la paciencia y la tolerancia ante cualquier evento imprevisto de cualquier laya, no tanto por virtud, como por mera salud y supervivencia- dio la orden al grupo de que me empujasen con toda la fuerza que pudiesen, y en efecto, una persona sola empujada por veinte, se cae de todas todas y así fue.
Me quedé en el suelo, sin que nadie me ayudase a levantarme porque "el maestro" les gritaba "¡Dejad que se defienda, no la ayudéis,  conseguid que os insulte, pisadla si es preciso, tiene que reaccionar y sacar su violencia para sanarse!" Me  pasaban por encima, saltaban sobre mí sin dejar un hueco para poder levantarme, hasta que en un momento, les pillé a trasmano, y pude, de un impulso, rodar hacia fuera y levantarme. Por supuesto, que me fui de allí inmediatamente, echando chispas y sin acabarme de creer que algo así fuese posible un lugar como aquel, y sin esperar ni una palabra más de aquel energúmeno y alucinada por la falta de conciencia de mis compañeros y compañeras, incluso, algunos de ellos, amigos íntimos. Aluciné al comprobar cómo un ambiente perverso con ínfulas de ciencia y poder sobre las masas, puede transformar en animales psicóticos teledirigidos hasta a los seres humanos más bondadosos y menos despiertos. Comprendí lo que debió ocurrir en Treblinka, Mathausen o Auswichtz. Y descubrí en directo, por similitud, el concepto de ciencia propio del doctor Mengele, del mismo Hitler o del mismo Franco. 
Me fui directamente a  hablar con los Hermanos de San Juan de Dios, que se quedaron espantados y les dije que regresaría a Valencia a la mañana siguiente, porque si el segundo día de curso ya era así de horrible, no estaba dispuesta a continuar en el mismo plan ni conmigo como cobaya ni con los demás como saco de entrenamiento en plan punch-boll. 

Me propusieron que me quedase y que me sintiese libre de asistir o no, a las sesiones del torturador, que hablarían con él y le pondrían las cosas claras, pero que no me perdiese las terapias de osteopatía, las danzas, los ejercicios, las excursiones, meditaciones, ayuno terapéutico, consulta del médico naturista que era una maravilla y los masajes y ajustes de vértebras, que ya les había pagado en el lote  (ellos no cobraban nada más que la voluntad y no cogían el dinero en mano, se dejaba en una gallina de cerámica que había en el comedor). 
Y así lo hice, no iba a permitir que aquel desdichado episodio amargase y frustrase mis vacaciones alternativas de aquel verano. Sería darle al tipejo aquel un poder que no tenía sobre mis decisiones.
A partir de entonces, el monstruito cambió de conducta, estaba como la seda y los Hermanos de San Juan de Dios no volvieron a contratarle nunca más para dar cursos, que seguramente debería haber empezado por hacer él mismo. 


El programa de Evole, esta noche me ha recordado aquel episodio y he visto reflejados en las víctimas voluntarias a mis compañeros de aquel curso. Y una vez más me he preguntado qué recovecos extraños se apoderan de las mentes, instintos y emociones hasta convertir a seres bondadosos y serenos en verdaderos energúmenos. ¿O es que quizás no son ni tan bondadosos ni tan serenos como parecen y solo repiten pautas sociales aprendidas para ser aceptados y valorados por los demás y cuando la valoración cambia de signo y valores, son capaces de lo peor para seguir siendo aceptados sea como sea el ambiente en el que se mueven? El caso es que aquel Dr Yekill intentaba sacar de cada persona el Mr Hyde que daba por supuesto que todos y todas teníamos oculto. Nos usaba como espejo experimental de lo más turbio de sí mismo. Era una cloaca ambulante que enrarecía y desestructuraba las psiques que teóricamente debería ayudar a mejorar, a orientarse y a sanar. Un reflejo patológico de la medicina halopática que enferma y mata mientras intenta aliviar, ya que curar no puede en el rango en que está atascada.

El caso es que ese médico psicópata sevillano, que vimos anoche en la tele, apellidado Lara, rey de una secta que ya hace años ha desaparecido, nada tiene que ver con la humanitaria medicina homeopática. Y por mucho médico estrambótico y tarado que saquen enarbolando la homeopatía como una especialidad de tarados, jamás conseguirán ensombrecer una realidad tan benefactora como las medicinas tradicionales y sus sabiduría, tan en las antípodas del automatismo pseudomedicinal, con que el tecnonegocio de la medicina deteriorada por el mercado y sus intereses, está convirtiendo una ciencia tan hermosa como necesaria: la ciencia médica humanística y sabia, que trata al ser humano como una síntesis entre el mundus maior y el mundus minor, desde la libertad de su conciencia y la personalización de su derecho a la salud.
Jordi Evole, bonico, si quieres encontrar homeópatas normales,  estate seguro de que los hay. Yo los conozco y los admiro, porque gracias a ellos, pude recuperar la salud y la capacidad para curarme de cualquier jamacuco, sin necesidad de estar  yendo al médico e intoxicándome día si y día también. Y hasta, para más garantía, te diré que el médico de cabecera que teníamos en el Ejército, me pidió en varias ocasiones que le ayudase a hacer un ayuno depurador y le asesorase en la alimentación, otra amiga doctora que es una autoridad en investigación de la Universidad de Catalunya también me ha pedido asesoría natural y homeopática para un caso de cáncer avanzado en el que la quimio y la radioterapia habían dejado grogy a una amiga suya, que fue recuperando fuerzas y ganas de vivir hasta poder trabajar de nuevo, gracias a otro modo de enfocar la salud. Le habían dado un mes de vida atada a un gotero permanente en su casa. Duró un año, sin más agresiones clínicas, y con el apoyo de la homeopatía y del reiki que su hija y su marido aprendieron a aplicarle cada día, hasta que dulcemente, pasado un año, una mañana al despertarse la familia vio que se había ido durante el sueño sin dolores ni agonía. Una bendición, que les llenó de paz y de una gozo que no podían comprender, pero que estaba ahí. Con esos premios, a la homeopatía le basta. Y que le quiten lo bailao. Por más tarados que busquen entre los médicos relacionados con la homeopatía no podrán negar lo que tanta gente ha visto y experimentado.

En cuanto a la legitimidad ética para denunciar un contenido extraordinario presentado en un envase desastroso, tanto en el caso del médico sectario del programa de anoche, como en el del psicólogo dinamitero del Análisis Transaccional, en mi caso,  creo que no tiene sentido alguno, condenar y calumniar por extensión a todo un colectivo como los psicólogos alternativos o los médicos homeópatas. Siempre hay que denunciar y hacer visibles los atropellos, claro que sí, pero en paralelo hay que tener la misma ética para no hacer de esa denuncia un arma arrojadiza contra el resto de especialistas  en la misma materia en la que también están especializados los infractores.  Además, hay otro aspecto en ambos casos, que también es preciso considerar: que las "víctimas" son libres para elegir cómo curarse y con quién, para no consentir malos tratos ni tienen por qué someterse a semejantes vejaciones. Estaban/ábamos allí libremente y libremente hay que irse si la cosa se tuerce, y mucho menos, pagar como idiotas una multa por poder abandonar una secta destructiva.
Es evidente que muchos delitos solo son posibles con la colaboración voluntaria de las víctimas. Deberíamos chillar y escandalizarnos  menos y educarnos mejor; la inteligencia no es solo la capacidad de pensar, sino también la capacidad de gestionar adecuadamente lo que pensamos y de no dejarnos arrastrar por lo que nos cuenten sin usar esa inteligencia como filtro para discernir. ¿Qué harán los teledirigidos cuando no haya nadie que los teledirija? Ya hemos topado con la siembra del miedo en los medios. Eso también es una estrategia del sistem in falliure para potenciar dependencias, controlar y boicotear las libertades, haciendo de un servicio público un poder privado, manipulando la información audiovisual y guiando a los borregos al matadero creyendo que van al Portal de Belén. No leamos por la gente; alfabeticemos y que la gente lea y entienda por sí misma. Los medios de comunicación, al parecer aun no son capaces de hacerlo así. Sobre todo cuando está en juego el negocio bien pagado por ciertas empresas. Y todos, sin exclusión, acaban teniendo un precio, unos por interés y otros por necesidad. El consumismo capitalista es la base de estos juegos del hambre, de tronos, de bancos y de cloacas.
Pero la conciencia es nuestra medicina universal, y ésa solo depende de nosotros mismos, es intransferible e inexpugnable y si hay dios, o como quiera que se llame esa experiencia que todo lo renueva y lo recrea, es ahí donde tiene su sede cósmica, individual y colectiva. Sus antenas sin fronteras ni concertinas. Ni devoluciones en caliente o en frío.

Da la sensación de que por segunda vez en su historia, el desgraciado corralón español esté siendo, como en los años 30 del pasado siglo, el escenario de un ensayo bélico, esta vez en el ámbito psicológico-social de la salud como negocio. No tiene otra explicación que solo aquí se esté llegando a estos límites del ridículo y del chismorreo sin fundamento, y que hasta el Ministerio de Sanidad se haya puesto contra la UE y la OMS en el tema de la homeopatía, algo más que preocupante y verdaderamente sectario, sin fundamentos científicos, sin que se encueste  ni se consulte a médicos, farmacéuticos ni pacientes ni profesionales de la salud que fabrican aprueban y practican homeopatía y la llevan trabajando y disfrutando toda su vida. El hecho de no invitarlos jamás a un debate científico, público serio y solo ir buscando anomalías y esperpentos para degradar algo que es un patrimonio de la humanidad, canta la Traviata, que sea solo en España, canta  Mi carro me lo robaron.  Y el hecho de que la gente se lo trague todo y no se inquiete ni un poquito por este panorama aberrante, canta el dies irae  del  Requiem de Dvorak por el finiquito de  la inteligencia colectiva en este pobre gallinero manipulado y simplicio para lo fundamental y retorcido como una mecha para las cretinadas, que  al parecer no aprende ni por equivocación, y que no se cansa de repetir el mismo curso suspenso por los siglos de los siglos.

Anem, xd!



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