Interesántisimo sambenito muy ocurrente y simpático, pero tan pseudo como lo que pretende combatir sin razones sino con bulos esperpénticos y fackechismes increíbles para quien conoce y usa homeopatía. Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.

Pseudociencias Así salvó la homeopatía la vida de una persona (guiño, guiño, codazo)

Por Tremending

01.11.2018

Hay debates que pueden tener sentido. El de la homeopatía no es uno de ellos. No hay ninguna evidencia científica ni lógica alguna detrás de esta pseudoterapia. O dicho de otro modo: nadie ha podido demostrar que cure algo. En cambio, al contrario, puede suponer un peligro al alejar a personas enfermas de medicinas que sí pueden tener eficacia. Y no hay mucho más que hablar.
Sin embargo, este debate ficticio ha regresado en los últimos días después de que Sanidad haya prohibido la venta de miles de productos homeopáticos.
Ahora, un usuario de Twitter ha explicado una de las pocas formas en que la homeopatía puede salvarte la vida. Tiene truco, claro: puesto que es básicamente agua con azúcar, no tiene eficacia alguna, no, pero tampoco tiene efectos negativos. Esta es la historia de @PhantomRE que se ha viralizado en las últimas horas:
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¡¡Por favor, clicad sobre @PhamtomRE para leer al completo el relato en twitter fashion, porque a mí no me sale entero al pasarlo al blogg y vale la pena leerlo para pasar un buen rato!!! Es divertidísimo. Y propio de los entrañables Gaby, Fofó y Miliki!!!!
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Es una patética  manipulación intentar  ridiculizar y minimizar científicamente lo que no se conoce ni se comprende. Si una astracanada como ésta pretende convencer a los que conocen el tema a fondo y llevan años de su vida incrementando su salud con la homeopatía, van listos. La experiencia es la madre de la ciencia. Lo único que van dejando como resultado es un ataque de trolls mediáticos sin fundamento alguno contra un sistema terapéutico desconocido para ellos, que pone de los nervios a los laboratorios del pastón, que con el tirón de la homeopatía cada vez más aceptada y experimentada por los pacientes, teme quedarse sin el chollo y la exclusiva del ¡ayayay! en el  que se ha acostumbrado a vivir intoxicando y a forrarse a costa de aliviar por encima y enfermar y agravar con efectos secundarios a sus víctimas paganinis e ignorante del juego en que son usadas como cobayas mantenedoras, y con secuelas de alivio.

Precisamente el hecho de que se pueda tomar por error una cantidad demasiado alta de un producto homeopático sin un peligro mortal para el enfermo y que además el enfermo mejore sin riesgos, es la evidencia de la eficacia y bondad del medicamento.

Sólo un analfabeto científico que desconce por completo lo que significa físicamente la transformación de un principio químico, orgánico o inorgánico, como lo es la dilución a diversas potenciaciones físicas, no químicas, puede creerse un cuento como éste. 

El sistema de diluir principios químicos de diversa procedencia (mineral, vegetal o animal) que, aplicados sin dilución serían tóxicos y hasta mortales, lo que consigue es exactamente despojar a ese principio de su toxicidad agresiva y dejar en el agua y el excipiente, sus mejores elementos sanadores, que a más alta dilución alcanzan un espectro curativo mucho más amplio. 

Las diluciones muy altas, a partir de 200CH, - que casi nunca se recetan si no es en casos muy cronificados y de mucho deterioro orgánico- sí que presentan algún riesgo si se toman sin el consejo y observación del médico o el farmacéutico, aunque jamás es mortal. Pero esas diluciones no suelen ser  las que nadie lleva en el bolso, porque quienes las toman no suelen estar para giras campestres ni para cuidar de niños sino para que los cuiden a ellos. A no ser que la madre del sujeto relator fuese una enferma terminal de SIDA o portadora del VIH,no habría riesgo alguno para el nene cotilla y graciosete. Y él mismo, después del chute homeopático, aunque no se hubiese muerto (la homeopatía está inventada para la vida y no para liquidar al prójimo)  se habría enterado de lo que vale un peine. 

Lo normal es que las diluciones hasta la 30CH no den ni rastro de señales, solo la mejoría paulatina de las constantes y síntomas, que suele empezar por lo más sutil: el estado de ánimo y la subida in crescendo de la energía vital, y en unas horas se empieza a despejar el cuadro sintomático. Lo normal es que las diluciones más bajas se tomen en pequeñas dosis, dos gránulos por ejemplo o cinco goptas como máximo, y cada media hora como mucho, aplicadas en síntomas muy puntuales, por ejemplo, un golpe,una herida,  una quemadura, un malestar repentino, una indigestión, gases molestos en el aparato digestivo, una picadura de insecto. El espectro es más reducido. Cuanto más extensa es la enfermedad, por ejemplo, una infección, una gripe, una insolación, una inflamación importante de tejidos, la dilución es más alta y las dosis de cinco gránulos, o de diez  o veinte gotas, tres veces al día, son más eficaces con las diluciones entre 15 o 30CH. 

Esta es la experiencia, pero quienes no conozcan el método, y no estén dispuestos a ser carne de farmacia tóxica, deben, en primer lugar, consultar a un médico o a un farmacéutico que no sean unos cenutrios y conozcan de cerca el funcionamiento de la física homeopática, que sin duda les han tenido que explicar en la Facultad  y en los tratados de medicina y galénicas tradicionales y que  inexorablemente, le fastidie  a quien le fastidie, forman parte del conocimiento y del acervo científico de la Humanidad. 

Lo mejor ante la ignorancia y la manipulación no es indignarse ni combatirlas, sino aportar la luz que le falta a su oscuridad, que las convierte en una lacra y un lastre inútil para la evolución y el autodesarrollo personal, sobre todo. Aunque por ello cobren, jamás van a ganar lo suficiente como para quitarse de encima tanta miseria cognitiva y humana.

Lo que está clarísimo es que ser graciosillos en las redes no les va a curar de nada, al contrario, puede que hasta les enferme tanta obsesión por confundir y e intentar dinamitar verdades que la experiencia científica en directo, garantiza desde hace siglos; es como darse cabezazos contra una montaña de granito. La montaña se queda igual, pero la cabeza que golpea no sale bien parada si es que consigue salir entera del lance.