domingo, 11 de noviembre de 2018

Es una medida, al menos, prudente. Gracias. Pero desigual. Para ser una medida justa, debería ir acompañada de la misma exigencia con respecto a la halopatía: reclamando y ordenando la misma demostración científica de que la "medicina obligatoria"actual de los protocolos "sanitarios" agresivos y hasta letales, no causa efectos secundarios devastadores con las radiaciones y las quimios devastadoras o con las cirugías imprudentes, que tantas veces, por desgracia, erradican un tumor y ayudan a su metástasis posterior, sin que se aprecie la relación causa efecto entre cirugía y propagación del estado cancerígeno en el organismo. Seamos justas, serias y rigurosas por igual, Doctora Carcedo, Ministra de Sanidad y señor Sánchez, último responsable del comjunto ejecutivo

Medicina Sanidad pedirá a la homeopatía la misma evidencia científica que al resto de los fármacos 

Un Real Decreto se establece que la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) paute un procedimiento para que los productos que no especifiquen evidencias científicas tengan un etiquetado especial.






Homeopatía






El Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social exigirá que los productos homeopáticos se fabriquen con las mismas evidencias científicas que el resto de medicamentos.
En un Real Decreto publicado por Sanidad, se establece que la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) paute un procedimiento para que los productos que no especifiquen las evidencias científicas tengan un etiquetado especial.
La llegada del decreto no sorprende debido a la posición evidente del Gobierno y la ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, quién en más de una ocasión ha mostrado su rechazo a que la homeopatía sea una terapia medicinal más.
El pasado mes de octubre, en una entrevista, la ministra aseguró que "la homeopatía es una terapia alternativa que no ha demostrado evidencia científica" y  que todos los avances en salud "se deben a la ciencia y el conocimiento".

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Hay que comprender previamente, para aclararse,  un factor sine qua non:

No se puede colocar con justicia en el mismo nivel clínico dos conceptos de salud y de medicina que son antagónicos entre sí. 

Nuestro gobierno y Ministra de Sanidad, deben caer cuanto antes en la cuenta de que la medicina que ahora domina el mercado de la ciencia de la enfermedad es opuesta, por su misma esencia y sentido mercantil, a la medicina que se basa en la naturaleza humana  y por ello es doctora en salud  y humanidad,  como en la física de la Naturaleza es doctora farmacéutica innata,  capaz de aportar las materias primas que, sin agresividad y en cooperación con el organismo, lo curan de sus males sin dejarle por los suelos la salud. 
Por el contrario, la medicina "modelna" que ahora triunfa y arrasa, adolece de los factores básicos para sanar, porque su meta es explorar y explotar la enfermedad , como si fuera una mina,  ya que  según ella el enfermo es un simple trámite-herramienta necesaria y estadística para su progreso como ciencia, en  todos los aspectos, por eso su juego con el derecho universal a la salud pública es la fuente de sus mayores beneficios a costa de los estados paganinis, a base de los impuestos de sus  víctimas seguras, claro... Un chollo inagotable, sobre todo cuando la medicina se aplica en plan "sana sana, culito de rana, que ya enfermarás mañana con secuelas adobadas, y yo con mis recetitas,  te haré la misma jugada..." 

Por otro lado, la Medicina Tradicional que incluye la homeopatía como base galénica de sustento cooperativo con la naturaleza y no contra ella,  conserva los valores humanos de la empatía, la ética y la salud mental hipocrática, en cambio, no se basa en combatir enfermedades y hacerse de oro con el trámite farmacológico y hospitalario, sino que se centra sobre todo y por encima de todo, en el enfermo como individuo que sufre y en su entorno como fuente de equilibrio y no de trinchera.
La Medicina sin desnaturalizar por una más que dudosa ciencia cada vez con menos  conciencia,  no mata microbios ni bacterias por el hecho de tener esa condición, al contrario, los estudia y  aprovecha su presencia en el cuerpo humano para aumentar la inmunidad natural (los Nobel de Medicina de este  año, lo confirman), que no se trata de curar a base de bombazos químicos que hacen al organismo humano vivir en un constante ataque de Hisroshima y Nagasaki, ya que al matar microorganismos que juzga culpables de todos los males, liquida  simultáneamente la capacidad autocurativa de respuesta que nuestros cuerpos poseen antes de que se les deje K.O. con tratamientos que acaban con la  "bios" de todo, de lo malo y de lo bueno, y como las bombas nucleares dejan contaminado sine die todo lo que tocan. Alivian los síntomas, pero como matan las defensas naturales al mismo tiempo, la curación no es posible y el organismo debilitado  por una 'curación' arrasadora con todo lo que pilla, enferma de otra cosa, por ejemplo de anemia, de diarrea o de gastritis, alergias, síndromes cutáneos, fibromialgias, esclerosis, o de cualquier otra infección sobrevenida, que requerirá otras visitas al médico, y otro chute de sulfamidas o anti-bióticos. En su griego original: "anti todo los que vive" . 


Con tal diferencia de puntos de partida, es muy difícil que se pueda encontrar un equilibrio natural inter partes, si una de las partes ya es anitinatural por esencia e ideología químico-mercantil, y por ello carece conciencia y de humanidad , de modo que siempre estará inclinada ante intereses diversos, ya sean mercantiles, políticos o profesionales ( y tantas veces las tres cosas juntas) , más  la otra parte de la Medicina en las antípodas, que como suele estar humana e intelectualmente más desarrollada, y tiene más lucidez, nunca será beligerante ni agresiva ni calumniadora en los medios, ni manipuladora en los fines, ni carecerá de escrúpulos para plantear una guerra de intereses que considera inútil y muy perjudicial sobre todo para los pacientes, que necesitan para curarse de cualquier cosa, ante todo un clima de serenidad, seguridad, confianza y clarividencia por parte del médico que les atiende y que les ayuda a mejorar como personas mientras se curan, ya que enfermedad, salud  y estados de conciencia son inseparables del equilibrio científico y espiritual. Y de ese vínculo indisoluble entre salud, pensamientos, emociones, conductas y actitudes, precisamente se ocupa la Homeopatía.
¿Qué pruebas de laboratorio pueden demostrar que el cambio de pensamiento y de actitud voluntariosa en los pacientes hace que la curación sea más probable y duradera? Será el efecto placebo, dice la ciencia con déficit de conciencia. Pero ¿acaso, sin autoconvencimiento es posible que se cure de verdad quién no tiene el propósito de curarse de algo? Y por otra parte, ¿qué poder de generar placebo tienen las plantas, los animales o los bebés que se alivian y sanan con tratamiento homeopático con solo una  o dos dosis del preparado ad hoc

No son misterios religiosos, ni cuestión de una fe ridícula. Es ciencia. Una ciencia grande. Ilimitada en sus posibilidades sorprendentes. Experimental mucho más que teórica. E inmanipulable por su propia dinámica, por eso molesta tanto su existencia, porque nadie puede convencer de lo contrario a quienes, tras años de suplicio halopático, yendo de la consulta de Herodes a la de Pilatos, y viendo a su alrededor morir envenenados a tantos amigos y familiares, por los protocolos sin conciencia ni responsabilidad facultativa, que ya funcionan en plan mecánico, como máquinas de tabaco o cajeros automáticos, encuentran la respuesta a sus procesos patológicos y la hallan en la Naturaleza, y paralelamente, en su mismo interior, en ese gnothi seauton, que la Medicina halopática olvidó en el baúl de la desmemoria hace tres siglos, cuando las revoluciones industriales se propusieron acabar de un tajo,  con la Ilustración del alma, del cuerpo y la mente al unísono, olvidando que es imposible tener un corpore sano sin una mens sana que le dé energía inteligente y viceversa.  Esa cuestión vital es la línea roja que la halopatía nunca debió cruzar. Y que ahora deberá desandar al revés si es que quiere que el mundo mejore y la humanidad trascienda desde el estado actual hacia un nivel autoconsciente y autoresponsable.

Los estados del siglo XXI ya no son una dictadura solapada que se coloca como un bloque inamovible de leyes encementadas sobre la ciudadanía para hacerla obedecer "por su bien" y proclamando desde el vértice: el estado soy yo, a lo Luis XIV. Ahora los estados comienzan a ser, como adelanta el Apocalipsis de Juan de Patmos, "la nueva ciudad" del futuro. En la que los habitantes son las piedras fundacionales, elementos vivos y autoconscientes por primera vez en la Historia conocida y en un nivel planetario.
La Humanidad ha comenzado a ser Conciencia, ya no puede dar marcha atrás. Como a los 30 años no se puede volver a los 12. Por eso los deberes ya se van emparejando  universalmente con los derechos en igualdad. Por eso la salud es fundamental para el equilibrio, y la enfermedad pasa a ser una carencia pasajera de salud, y por esa misma razón no puede  seguir siendo el fundamento de un gran negocio global, que se mantiene con los impuestos y los males de los que sufren. Algo muy parecido a la justificación de las guerras como necesidad y regulación de las poblaciones. Una visión absolutamente aberrante, que está privando a la Humanidad del derecho a autoregular su crecimiento con la educación y los medios adecuados para el control inocuo de la natalidad. Es aberrante que la iglesia católica, por ejemplo, esté contra la píldora anticonceptiva y contra el aborto de pocas semanas, y  no esté contra la guerra de verdad, que mata personas nacidas y desarrolladas, ya que ha tenido y no se sabe si aun tiene, inversiones en armamento como se demostró en época de Marzinkus y mantiene capellanes castrenses bendiciendo cañones y metralletas en los ejércitos, junto a las banderas, que por otra parte le pagan tributo a su estado Vaticano con los concordatos. Sacro Imperio medieval a saco. Y nadie se escandaliza ni ningún papa se atreve a cambiar el sistema del poder político piramidal por el modesto servicio de base evangélica, pobre y libre de ataduras para poder hacer la labor que debería, ya que dicen ser por derecho divino los lugartenientes de un crucificado pacifista y rebelde ante las injusticias del poder,  más pobre que las ratas y encantado con sus condición que según sus palabras y ejemplo, era imprescindible, no solo para ser felices bienaventurados,  sino también para formar parte de la nueva humanidad, llamada reino de los cielos por él mismo. En fin, qué camino más tortuoso y terrible, ¿verdad? ¿Qué explicación tendrá que se bendigan y armas en una dictadura genocida y se condene el aborto de una celulilla o la píldora que impida la fecundación, si para regular la natalidad o las migraciones ya están la 'guerra justa', las mafias especializadas y las pateras funerarias, o si no los experimentos farmacológicos en África con las vacunas y los medicamentos, que luego producen mutaciones como el SIDA, el ébola o las gripes precocinadas en modo vacuna? Si es que nos quejamos de vicio de este maravilloso sistema de multifunciones terminators.

El estado en el siglo XXI ya no puede ser autoritario ni dictatorial, por supervivencia, porque su verdadero origen es la autoaorganización equilibrada y justa de su ciudadanía, de sus pueblos. De su inteligencia ética colectiva. Ya no responde a las razones de sectas gestoras que obedecen prioritariamente a sus intereses de partido e ideología. La Conciencia global es un hecho sin vuelta atrás. Internet y su mejor cara es un factor de cambio indiscutible, fue ideado para controlar desde el Pentágono y ha resultado una bomba de relojería con temporizador cósmico para el sistem in falliure. 
En el siglo XX la ideología -ya por necesidad de las poblaciones y la escasez creciente de recursos- tiene que ser el bien común sin fronteras para cualquier grupo, que ya debe cambiar la idea de "poder" y mangonear enredando lo cada vez menos enredable, por la actitud práctica de servir no al partido ni al sindicato, ni a la empresa, ni a la religión, sino al bien común expresado en la sectorialidad, que representa las necesidades y prioridades de todos los sectores sociales unidos por la misma fuerza regeneradora y sana de la democracia y el apoyo mutuo, que va más allá de lo cuantitativo, a implementar lo cualitativo: la calidad de lo que necesitamos y de tantos modos compartimos

¿Cómo podría quedarse a un lado la Medicina en un movimiento universal de cambio imparable e inevitable, cuyo derrotero universal depende de la gestión de lo parcial? El futuro de la Humanidad se construye o se destruye en el tiempo presente de los humanos. No podemos cambiar el pasado, ni tampoco sabemos cómo será el futuro, pero tenemos en nuestras manos lo fundamental para dar sentido a Historia día a día y para hacerla posible: el presente.

El Gobierno actual en España tiene en sus manos las llaves de la despensa temporal y puede hacer cosas imprescindibles y supernecesarias ahora y para el porvenir. Una de ellas es hacer que el derecho a la salud no sea recortado y pueda abrirse a caminos más éticos y limpios de los que va marcando una ciencia soberbia y cínica, incapaz de admitir que hay otras formas diversas de tratar a los seres humanos cuando se sienten mal y no solo para ponerse al servicio de un sistema terminator por su propia naturaleza, que hace de la falta de autocrítica y de análisis honesto, nada menos que un compendio de especialidades médicas al servicio cerrado en sí mismo de la especulación y cada vez menos científicas de verdad, menos éticas y por ello menos humanas. 

Lo primero, las personas y su bienestar, su salud sin persecuciones ni caza de brujas que no existen en la Medicina de verdad. Una información justa y verídica, con debate abierto en los medios públicos a los homeópatas y pacientes tratados y curados por ese método galénico. Que un buen doctor no tenga que darse de baja como objetor de conciencia en la Seguridad Social porque debe asistir obligatoriamente a treinta enfermos en una hora. Algo imposible para un médico de verdad, pero no para una marioneta descerebrada,  con bata blanca y título al  portador. A dos minutos por paciente. Y que encima ahora quieran impedir que se receten preparados homeopáticos y se eliminen los tratamientos naturales, como la  fitoterapia, la dieta adecuada o el yoga o el chikung o la acupuntura, que son ciencias milenarias que curan y mantienen la salud, porque además de no intoxicar estimulan la producción de linfocitos T en el Timo, o sea, las defensas, armonizan el metabolismo con el buen funcionamiento de la Tiroides, de la energía con la Suprarrenales y del equilibrio mental y neurológico con la Hipófisis, y la Homeopatía, por supuesto, actuando sin ningún riesgo en el proceso...Todo lo contrario, ayudando y sanando al ritmo orgánico, no al ritmo de la empresa que necesita manos esclavas que no se pueden permitir unos días para curarse una gripe, por ejemplo, porque se quedan en el paro si eligen curarse al ritmo normal y sin potingues que cortan el proceso depurativo del cuerpo, como la fiebre moderada o el sudor o las flemas o la diarrea limpiadora , que no es lo mismo que la diarrea por falta de flora intestinal, que en vez de depurar deshidrata y te deja por los suelos. Todo eso lo comprueba y estudia el médico de cabecera, que ya no existe. Ahora sólo se atiende en un despacho o en urgencias. La eficacia del negocio así lo exige. Ya te puedes morir legalmente con el certificado de que fuiste al dispensario agonizando como dios manda y de que nadie te envenenó con homeopatía, de eso se encargó  el médico de distrito con unos buenos específicos para la ocasión, en cuyo prospecto se explicaba muy bien que a veces producían muertos, pero que vamos, que nunca pasa nada...Pero claro, tú mindundi, nunca supiste que eras alérgico aquella maravilla que todo lo cura, menos a ti, que te tocó el bingo del matarile...


Sería de imbéciles tirar a la basura del fanatismo un tesoro como la medicina inteligente, señora Ministra. Que a usted en sus estudios no le hayan enseñado las dimensiones de nuestra galaxia, no quiere decir que nuestra galaxia no exista ni que otros y otras no la conozcan, ni que las sondas espaciales no la recorran. La humildad siempre nos rescata de lo peor. La soberbia es la puerta de la ignorancia y del desastre inevitable. Y la experiencia, mucho más que las milongas teóricas, es la madre de la ciencia.

Experimente usted misma, doña Carcedo. Y que nadie le venda la cabra. ¿Se imagina todo lo que padeció Ramón y Cajal por defender que hay un sistema nervioso con neuronas que funcionan como árboles enanitos, y por utilizar la hipnosis para atender parturientas y a enfermos con fuertes cuadros álgicos, hasta que por ahí le dieron el Nobel? ¿Y Severo Ochoa, su paisano, que se tuvo que ir del corralón ibérico para no morirse de asco? ¿Se imagina lo que debió soportar Miguel Servet por afirmar que nuestra circulación es doble, arterial y venosa y morir por ello como un pinchito moruno o un pollo al ast, en la hoguera de la sabiduría del momento?  Ains!


Estamos en siglo XXI. ¿Vamos a seguir marcha atrás en la conciencia e imparables en el garrulismo de una ciencia coenta, quiero y no puedo, lo mismo que en la época de Galileo y Copérnico? Es patético ser "tan modelnos" que se vuelva con todas las tecnologías a las mismas actitudes de la Inquisición. En fin. Confiemos en que no se haya perdido el oremus definitivamente. Y que al menos sobreviva la esperanza sensata en el fondo de la caja de Pandora...Anem!

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