Mariano se va de puente
Andan todos tan liados con sus jaleos que ninguno tiene tiempo para ocuparse de él
Si Rajoy no hubiera comparecido en la rueda de prensa de balance anual nadie habría protestado ni dicho una palabra
Si Rajoy no hubiera comparecido en la rueda de prensa de balance anual nadie habría protestado ni dicho una palabra
Vuelve a casa como en el anuncio. Mariano Rajoy se
va de puente hasta Reyes. Para desconectar dicen los suyos. No me
extraña. Yo me habría ido ya en el fin de semana de Navidad y construido
un acueducto. Hizo el pardillo quedándose en Moncloa en Nochebuena para
hacerse unas fotos que no tenían prisa alguna.
Andan todos tan liados con sus jaleos que ninguno tiene tiempo para
ocuparse de él. Si Rajoy no hubiera comparecido en la rueda de prensa de
balance anual nadie habría protestado ni dicho una palabra. Nadie
contaba ya con ella. El marianismo se ha convertido en la normalidad. Ya
sabíamos todos qué iba a decir: lo más razonable es que haya un
gobierno con mayoría estable... y yo quiero que me den un papel en la
siguiente Star Wars. Para qué molestarse en ofrecer un programa de
gobierno o algo parecido. O él o muerte, y si no te gusta, que se
explique Pedro Sánchez.
Ni siquiera un
escándalo sin precedentes, como que De la Serna, candidato popular por
Segovia y miembro de honor de comisionistas sin fronteras, haya recogido
su credencial de diputado sin que el PP haya movido un dedo para
impedirlo, ha provocado que la oposición dejase un momento de enredarse
para escrutar los asuntos del partido que pretende seguir en el gobierno
porque sí, porque es lo mejor para España y para la confianza y listo.
En
la oposición está a lo que están. No hay día que no tengamos nuevos
detalles sobre los movimientos sediciosos contra Pedro Sánchez por parte
de los barones socialistas. Interminables entregas de la ya famosa
"conspiración de los cuñados" que parece haberse instalado para siempre
entre el socialismo español: todos a decirle al secretario general lo
que tiene que hacer porque cualquiera puede ocupar la Secretaría
General.
La
nueva política tampoco quiere perderse esta fiesta de la democracia. Un
día son las palomitas de Albert Rivera para compensar su decepcionante
resultado electoral con una hiperactividad que haría las delicias de
Monedero. Otro día son las apariciones catódicas de Pablo Iglesias para
recordarnos por enésima vez que el problema es que no sabemos quién
manda en el PSOE. El caso es que el show debe continuar.
Cuando alguno tenga algo que decir que merezca la pena, ya te avisarán. Tú descansa, Mariano. Por España. Por la estabilidad.
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