Alberto Garzón, el comunista que cita La vida de Brian
Garzón pasaba más tiempo en la biblioteca que en las aburridas
clases de economía. Años después daría clases pero en las plazas del
15M. Ahora es candidato a la presidencia del Gobierno

Circula un chiste en Euskadi que dice que en España
se han creado tantos partidos de izquierdas que el único nombre que le
quedaba libre a la izquierda era el de Herri Batasuna. Efectivamente,
Unidad Popular es la traducción literal de Herri Batasuna, la histórica
marca de la izquierda abertzale, y para evitar confusiones –aunque a
veces las confusiones dan votos en vez de restarlos– la candidatura de
Alberto Garzón ha esquivado a HB y ha optado en Euskadi por un Orain
Batera que significa Ahora Juntos.
Y juntos ahora
están los que están pero no todos los que son, en una nueva variante de
cómo la izquierda en España no consigue ponerse de acuerdo mientras la
derecha acude como una sola voz a las elecciones... Oh wait, al PP le ha
salido Ciudadanos: sirva de consuelo para la izquierda entonces.
Intentando hacer de la necesidad virtud el propio Alberto Garzón ha
jugado con esa idea de la soledad durante la campaña con un vídeo
que arranca con un derrotista "estamos solos en la pelea por querer ser
otro país" y da un giro a un balsámico "puede parecer que nos hemos
quedado solos pero no lo estamos".
Alberto Garzón, que ahora llena mítines y tiene que salir a la calle a repetirlos a la gente que se ha quedado fuera,
es un político acostumbrado a la soledad desde sus inicios en el
activismo social en Málaga en aquellos sedantes años de la burbuja
inmobiliaria. Había ocasiones en las que apenas conseguían juntarse
varias decenas de personas en conferencias o concentraciones que
avisaban sobre lo que estaba por llegar. Esa misma soledad que provocaba
eco en el Congreso cuando Garzón –y no solo Garzón– intervenía en la
tribuna frente a una veintena diputados, mientras los otros 330
practicaban activamente el absentismo laboral, uno de los hábitos
políticos más enraizados de la democracia española. A Garzón ya le
habían avisado del panorama desolador del Congreso y no se lo tomó mal.
Un día, para estar con más gente, salió fuera a rodear el Congreso y la
policía lo sacó a empujones de un bar en el que se había refugiado.
Alguien gritó "es un diputado" y se salvó de algo peor.
La cultura de hereje frente al discurso dominante la había aprendido
Garzón en la Facultad de Económicas de Málaga. “Yo pasaba más tiempo en
la biblioteca estudiando a otros autores que en las rutinarias y
aburridas clases en las que se enseñaban mundos imposibles”, recuerda
Alberto Garzón en su libro 'A pie de escaño'. A pesar del ambiente
conservador de la facultad, en 2008 la asociación Estudiantes por una
Economía Crítica ganó las elecciones. "Cuando ganamos las elecciones
estudiantiles y fuimos a pedir unas fotocopias al personal de la
facultad, estos nos preguntaron muy sorprendidos si éramos 'los
comunistas'". En los subtítulos de la escena se podía leer "contubernio
judeo-masónico-comunista". Pero sí, Garzón era comunista, se había
afiliado al PCE dos años antes, después de leer 'El tiempo y la memoria'
de Julio Anguita.
El 15 de marzo de 2011 le llegó un
correo de su compañero Juan Torres: “Toma la calle”. Como todo
militante de izquierdas que se precie las conspiraciones empezaron a
revolotear por su mente: “¿Y si eran grupos de extrema derecha que
buscaban aprovechar el descontento popular para extender sus ideas
fascistas?”. Pero era el 15M y, a pesar de esas reticencias iniciales,
en la contestación al correo Garzón auguró que aquello podría ser el
chispazo que hiciera saltar por los aires la insoportable levedad del
momento. Y así fue.
Las plazas se llenaron y él
explicó en las acampadas lo que había aprendido en las bibliotecas. En
julio le llamaron para participar en '59 segundos' de TVE y su intervención se viralizó en internet.
El activista de ATTAC y afiliado de Izquierda Unida era de repente
"aquel chico de la tele" al que algunos de sus compañeros invitaron a
presentarse de candidato a las elecciones al Congreso de 2011. Fue
candidato y salió diputado. Pudo discutir con un exLehman como Luis de
Guindos e intentó grabar clandestinamente a Mario Draghi la tarde que
desembarcó en las Cortes.
"Desgraciadamente la
izquierda institucional tiene gran apego al espíritu de La Vida de Brian
y todavía no ha entendido que ahora lo que más se requiere es unidad y
estrecha colaboración”, escribía Garzón el 2 de octubre de 2011 sin
saber que cuatro años después él mismo fracasaría en una nueva tentativa
para unir a la izquierda. “Algunos compañeros me pedían que
intercediera para tratar de quitarle a Pablo Iglesias 'esa historia de
la cabeza' pero yo me negué”, rememora Garzón sobre la gestación de
Podemos. El resto es de sobra conocido. El Frente Judaico Popular y el
Frente Popular de Judea no llegaron a un acuerdo y Podemos está a punto
de conseguir lo que IU soñó y nunca logró: convencer a más gente que la
que ya está convencida.
Algo que puntualizar.
Sería estupendo que con más frecuencia de la acostumbrada, algún periodista de la supuesta nueva hornada, se atreviese a romper tabúes a favor de la información exacta acerca de lo que interesa de verdad y le hiciese a Alberto Garzón una entrevista en serio, en la que se analizasen con claridad sus propuestas concretas, inscritas en el programa que la ciudadanía - y no solo IU, que por supuesto es imprescindible en el conjunto de las libertades y la eficacia democráticas- ha ido trabajando de asamblea en asamblea desde el verano pasado, cuando se comenzaron a enhilar los cimientos de UP, entonces Ahora en Común, hasta que Podemos se incautó de la sigla siguiendo con ese empeño 'palirruedista' con el que limpiar el terreno de inconvenientes rivales, que en realidad son compañeros naturales de camino, sin que la bulimia podemita caiga en la cuenta.
Sería estupendo que lo anecdótico en las entrevistas dejase espacio a la sustancia del tema, y que en vez de describir por encima los rasgos superficiales de un personaje hilvanados al filo de una actualidad que se ha vuelto imprevisible, se ajustase al fondo y a sus resultados transformadores de la conciencia social. Pero tal vez, hacer amenos esos interesantes contenidos no esté al alcance de los alevines de la información y quizás la enjundia de los contenidos requiera la visión y el análisis de profesionales más avezados y con más oficio.
Leyendo esta entrevista, como otras muchas en otros medios, una echa de menos la pericia y el ojo crítico con mirada honda. El curriculum humano y político de Garzón es lo suficientemente interesante y ejemplar como para no trivializar ni una coma al describirlo. Y en esta entrevista, como en muchas otras, todo resulta banalizado. Hasta el extremo del propio titular. ¿Citar la Vida de Brian, es lo único y lo más señalado que puede definir la personalidad de un lider serio? Más parece un rasgo pintoresco y el subliminal convencimiento del autor de que la tarea política del joven diputado sea más cosa de un videojuego que de la realidad. Lo que ya no se alcanza a diferenciar es la intencionalidad: si la cosa va de seguir considerando la izquierda real como algo al margen de la vida en serio, o si es que el autor de le entrevista no da para más. La prensa seria debería hacérselo mirar, porque tiene una gran responsabilidad pedagógica en el discurso intelectivo de la sociedad. Cuanto más se trivializa y descafeína la realidad, cuanto más "divertido" se hace el discurso, -que no necesariamente más ameno e interesante- menos capacidad de solucionar problemas tiene la ciudadanía. Ameno no equivale a "divertido". La amenidad es imprescindible para hacer interesante la lectura y consiste en tener recursos, proximidad y naturalidad suficientes para hacer llegar el mensaje agradablemente, pero "divertir" es todo lo contrario de amenizar. Es distraer, marear la perdiz y desactivar la fuerza de los contenidos desparramando su esencia en anécdotas sin fuste que alejan la atención del fundamento argumental.
Quizás eliminar el latín y el griego del bachiller esté colaborando a esta orfandad de sustancia cognitiva en las carreras que tratan de formar informadores y comunicólogos. Es importante saber que "divertir" -que procede del latino deverto, devertere, deverti, deversum- significa literalmente: verter fuera, desperdiciar, y también desviarse, equivocar el camino, perderse, dispersar, y, figuradamente, marear la atención en asuntos triviales, aventar el interés por la sustancia por medio de lo no sustancial. Desperdiciar lo importante disolviendo su fuerza en lo insignificante para quedarse en la confusión y en el vacío de sentido.
Lo dicho: ahora solo falta saber por qué las entrevistas que la realidad de la calle y las redes sociales fuerzan a dedicarle un espacio informativo a Alberto Garzón, se limitan tan evidentemente a trivializar con gags y detalles sin interés, la fuerza transformadora que tiene, más allá de los discursos, el "hecho" Garzón y todo lo que está significando un equipo humano con cuerpo y sangre ciudadana, empeñado en que el cambio no sea sólo una suplantación de lo de siempre. Y de que el 15M siga siendo la sustancia limpia, asamblearia y manifiesta de un comunismo espiritual, donde la comunidad de almas, corazones y mentes mueve las cosas desde el respeto, la escucha, la fraternidad humana y la noviolencia, mucho más que las ambiciones mediáticas, que las tramas sucias y subterráneas habituales del poder para ganar por encima de todo y a cualquier precio pasando sobre la urgencia de ética en los métodos como en los fines. Todo ese equipaje político y social se deja a un lado para resaltar detalles sin valor, pero que la visión superficial convierte en el único objeto de interés.
Es una pena pasar cuatro años de la vida estudiando una carrera tan interesante como mal orientada. Hasta conseguir una profesión que consista sobre todo en transmutar concienzudamente(¡?) lo esencial en lo "divertido". Sí, una lástima. Y un futuro con pocas y raquíticas salidas hacia la inteligencia colectiva. Un futuro muy triste.
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