miércoles, 3 de diciembre de 2025

Acabo de encontrar este artículo en Nueva Tribuna, escrito por el hermano Pedro Díez Olazábal, explicando los detalles vividos y soportados, por los ahora ancianos y ancianas, durante nuestra infancia, adolescencia y juventud, en el más aberrante y demoledor franquismo, a lo largo de casi cuarenta añazos...Algo que nunca podremos olvidar. También mis padres, que eran de derechas, escuchaban cada noche la Radio Pirenaica y también la BBC británica que tenía un programa de noticias en español, porque a pesar de ser de derechas, mis padres no se fiaban del régimen, cuya exhibición oficial era el NODO semanal en las pantallas de los cines de todo el país, incluidas la sesiones de cine infantil, todos los domingos por la tarde...para que el lavado histórico de cerebro surtiese efecto desde la infancia. En paralelo, el día a día de la dictadura nos iba mostrando una realidad que coincidía mucho más con las noticias de Radio Pirenaica, de la BBC o Radio París, que con el NODO y las noticias a la española, donde la prisión y las penas de muerte nunca eran noticia crítica, sino un pasapalabra habitual y normalito, como hablar del tiempo o de las inauguraciones de pantanos...En semejante plan, lo que está sucediendo ahora mismo en España, es la cosecha más que previsible y demoledora de aquella espantosa comedia 'normalizada', por pura supervivencia, mucho más horripilante y falsa que heroica y verdadera, aunque en el libro verde de la falange que nos hacían estudiar en los instituos y escuelas, el relato fuese un cuento que invitaba a "luchar junto a los compañeros que hacen guardia junto a los luceros ,e impasible el ademán están presentes en nuestro afán. Si te dicen que caí, me fui al puesto que tengo allí", como cantábamos cada día en el patio de las escuelas e institutos, antes de entrar en clase...Semejante abono unido a la religión católica y a los paseos del dictador por las catedrales, bajo palio, acompañado por curas y obispos como fans y adoradores, fue la base del cultivo social, cultural, religioso, procesional, antievolutivo y "normal". Y ahora, -no hay causas sin efectos- aquí tenemos la cosecha: Dictadura muerta, podrida en las cloacas y fósil = sobresaliente -- Democracia viva, despierta, sana , consciente, regeneradora y activa= suspenso. Y lo más grave es que ese sistem in fauliure se está extendiendo como una pandemia por todo el Planeta...Ains! Esperemos que el despertar de la mayoría acabe pacífica, lúcida y humanamente, con ese juego de marionetas manipuladas por lo más torpe, carca, agresivo, rancio, inútil y corto de luces en la especie humana. Si la inmensa mayoría del familión terrestre se sale del entuerto/trampantojo y comienza a vivir de otra forma, con mejores vías de crecimiento, con AMOR auténtico que emana del SER INFINTO, que nos hace posibles, seguro que los restos arqueológicos de lo peor, acaban por desaparecer de la Casa Común, sin que nadie los mate, ni los castigue ni los humille. Pues serán ellos mismos los que o bien, cambien por dentro y por fuera, por su propia liberación y crecimento de conciencias o bien se autoliquiden sin que nadie más que ellos, sea el verdugo. El equilibrio, la salud mental y emocional, la ética y la verdadera justicia jamás matan nadie. Al contrario, ayudan, compadecen, compreden y hacen posible una tierra nueva en un nuevo cielo, mediente el despertar de una nueva humanidad. Jesusito de nuestras vidas, lo dejó clarísimo: Hay que poner la otra mejilla, - o sea, comprender y ayudar sin pasar facturas de rencor, de venganza ni de falsa justicia, estilo Poder Judicial españolón- - si queremos que el nuevo cielo y la tierra nueva sean, para siempre, la evolutiva, educadora, imprescindible e Infinta Casa de TOD@S.

 

50 AÑOS SIN FRANCO

¿Quién era Franco?

Yo era niño, pero me enteré de quién era Franco: el traidor y asesino que mandaba en España.
fosas
Una de las fosas comunes descubiertas en Estépar (Burgos) proveniente de agosto-septiembre de 1936, al inicio de la Guerra Civil Española. (Wikipedia)

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En los primeros años sesenta me enteré de quién era Franco. Apenas tenía doce años y, desde la ventana del piso en el que vivía en A Coruña, vi cómo circulaba por la carretera un convoy de coches negros, precedidos por motoristas, en el que iba un enorme vehículo, y escuché a mi madre decir: “Ahí va Franco”.

Era aquel individuo cuya efigie estaba en las monedas, en los sellos de correos y colgaba de la pared, sobre la pizarra de la clase, junto al crucifijo y a la estatuilla de la Virgen María.

Era quien, según me contó mi abuela, había mandado fusilar a mi abuelo Antonio y a miles de abuelos que nunca llegarían a serlo.

Era el hombre regordete, vestido de blanco, que los chiquillos veíamos de lejos cuando subía al yate “Azor”, entre marinos que presentaban armas y oficiales de gorra de plato que le saludaban firmes y quietos como estatuas. Atracado al lado de su barco siempre se encontraba un destructor, normalmente el “Hernán Cortés”, y alucinábamos al ver a los buceadores que se sumergían en las oscuras aguas del puerto para vigilar su fondo.

Cuando unos hombres con gabardina llamaban a nuestra puerta y a todas las puertas de todas las casas que daban a la carretera de entrada a la ciudad, y se levantaban la solapa para mostrar la placa policial, decían: “Va a venir Franco a veranear”. Luego comprobaban unos papeles que mis padres les enseñaban y se iban a otra casa.

Era también el que iba a pescar salmones aguas arriba del río Eume, donde, tal como decía “el parte” de Radio Nacional y mostraba el Telediario, posaba con un ridículo sombrero tirolés ante los peces capturados, igual que hacía con jabalíes, ciervos y perdices cuando iba de caza.

En aquellos días de verano de 1963, Franco era el que veíamos en las portadas de “Arriba”, “Pueblo”, “ABC” o “El Alcázar”, que colgaban en los quioscos. Salía con su mujer, Carmen Polo, a la que todo el mundo conocía por “La Collares”, rodeado de sus familiares en el Pazo de Meirás. Seguramente poco después de haber firmado, a la hora del café como era su costumbre, el “enterado” de las penas de muerte a garrote vil impuestas a los anarquistas Delgado y Granados, quienes, acusados de dos atentados sin víctimas, habían sido detenidos, torturados, juzgados y ejecutados en diecinueve días. De la misma manera en que, tras un juicio como todos sin garantías, había firmado en abril el fusilamiento del dirigente comunista Julián Grimau.

Lo escuchábamos en la Pirenaica, que mi padre y mi madre ponían por las noches —cuando su trabajo se lo permitía— muy bajito, para que nadie lo oyera, aunque sabíamos que otros vecinos también la conectaban diariamente en la onda corta. Entre ruidos, que a mí me sonaban a frituras y con un sonido que iba y venía, lograban mis padres —y yo de paso— enterarse de lo que ocurría de verdad.

Por esa misma Radio España Independiente, supimos los niños que, en 1962, hubo una “Huelgona”, o sea, una gran huelga que, desde los mineros asturianos y leoneses, se había extendido a toda España. Nos enteramos de que habían conseguido arrancar mejoras, pero que habían sufrido una dura represión, con torturas, cárcel y deportación de cientos de trabajadores.

Franco era un militar que, en los primeros días de su golpe de Estado, había mandado matar primero a sus compañeros de armas leales al gobierno legítimo. El mismo que vimos en el NO-DO entrar bajo palio en la abadía de Montserrat y en El Escorial, rodeado de todos los obispos.

Yo era niño, pero me enteré de quién era Franco: el traidor y asesino que mandaba en España.

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