viernes, 2 de julio de 2021

Mucho me temo, querida Ana Pardo de Vera, que a Toni Cantó ni Cervantes ni la poesía, ni Garcia Montero le digan gran cosa; la prueba es él mismo y sus ocurrencias volanderas como calcetines desemparejados revueltos en el eco de ese vacío incomunicable que segrega y emite tanto personaje sin pudor ni dignidad. Lo peor de todo no son ni él ni quien le promociona tan burda y vergonzosamente como lingüista y filológo de pacotilla, y que lo haya elevado al trono del chanchullo un personaje que ha llegado a presidir una Comunidad Autónoma a base de cuidar al perro de su antecesora, en fin...Lo peor que es que existan paises, estados y sociedad capaces de hacer que estas aberraciones se conviertan en normalidad institucional y que haya una Constitución que lo permita, como permite que un rey corrupto hasta las trancas haya sido soportado y protegido durante décadas por el estado, sin que nada ni nadie se horrorizase de lo que estaba pasando. Es el resultado lógico de una "cultura" del disfraz, hipócrita , estupidizante, degradada, cínica, además de deficiente moral voluntaria, que se escadaliza y monta pollos por un twit o por un comentario ridículo, mientras paga con sus impuestos el desguace total de sus propios derechos y deberes democráticos. El acabóse, sin más. Y todo ello no es el resultado de la mala suerte ni de la casualidad ni del gafe de los catalenes, gallegos, andaluces, vascos, etarras, rojos, separatistas, terroristas, republicanazos, laicos y aconfesionales, -vamos, 26 millones de candidatos al paredón según el cañonazo salvappatrias y tentetieso- ni mucho menos, todo el mogollón lo han permitido los votos de una Comunidad Autónoma que por desgracia alberga la capitalidad del estado. Una democracia suicida. Un caso freudiano, es obvio, digno de una tesis doctoral en sociopsquiatría de urgencias. Si eso es "De Madriz al cielo" ¡cómo será el infierno xd!

 

Dominio público

Aunque tú no lo sepas, Toni Cantó

Albert Rivera y Toni Cantó, tras participar en una carrera en València el pasado 26 de abril 2019.- JOSE JORDAN / AFP

 

 «Aunque tú no lo sepas, te inventaba conmigo,

hicimos mil proyectos, paseamos

por todas las ciudades que te gustan,

recordamos canciones, elegimos renuncias,

aprendiendo los dos a convivir

entre la realidad y el pensamiento».

Thank you for watching

El extracto del poema que encabeza este texto es de Luis García Montero, muchos/as de ustedes lo habrán reconocido. Estos versos que nunca te cansas de leer y escuchar en canciones son una gota en el océano de la obra del escritor andaluz. Luis García Montero es el director del Instituto Cervantes y cuando fue nombrado en 2018 para este cargo, ni siquiera el PP más echado al monte, el de ahora, se atrevió a replicar la elección de quien había sido candidato ‘in extremis’ de IU a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, en 2015, más por lealtad que por convicción, supongo y teniendo en cuenta la pésima racha de la formación entonces, que perdió los 13 escaños que tenía.

El Instituto Cervantes es la prestigiosa institución que vela por la expansión y el cuidado de la lengua española castellana y las culturas hispánicas en el mundo, que trabaja por su aprendizaje y promoción en las sedes que posee en 45 países de todo el mundo, así que no es de extrañar que el Gobierno optara en 2018 por poner al frente de esta institución a un estudioso, conocedor y genio del idioma más hablado del mundo, por encima del inglés y solo por debajo del chino, según Statista [https://es.statista.com/grafico/12917/el-espanol-el-segundo-idioma-mas-global/], aunque las cifras varían en otros cómputos, que sitúan al castellano en tercer lugar. La responsabilidad, en todo caso y teniendo en cuenta el peso de esta lengua, es abrumadora.

Esta semana, no obstante, al Instituto Cervantes le ha salido un competidor en la Comunidad de Madrid, precisamente, en la región donde la institución tiene dos sedes principales, en Madrid capital y en Alcalá de Henares. Isabel Díaz Ayuso ha pagado a Toni Cantó su lealtad al PP y su deslealtad a Ciudadanos y a UPyD con uno de esos chiringuitos tan denostados por el propio Cantó: una Oficina del Español que aún no se sabe muy bien si defenderá la lengua o a los hombres españoles, teniendo en cuenta la deriva que lleva el PP con su nacionalpopulismo centralizador.

Probablemente, si esta última fuera la función del exdiputado de Ciudadanos, haría mejor papel (sic) que con la defensa del idioma en Madrid, que como todo el mundo sabe, pelea a diario contra un sinfín de lenguas perversas y antipatrióticas que quieren imponerse al castellano en la región. Ahí estará Cantó para evitarlo, intuimos que con grandes dosis de polémica, como es habitual en todo lo que toca.

El hombre al que Teodoro García Egea intentó colocar en la lista de Ayuso el pasado 4 de mayo, con evidente malestar por parte de la presidenta que se tornó en alegría cuando la operación del secretario general del PP fracasó por ilegal, no tiene la Consejería que ya se le adjudicaba en la calle Génova en el Gobierno continuista de Madrid, pero tiene su chiringuito de bandera. La jugada de la presidenta madrileña ha sido redonda: crear un organismo polémico de nombre patriótico para un político igualmente controvertido, que además, la dirección nacional del PP pretendía ponerle de vigilante, o así, en su Ejecutivo.

¿Adivinan quién se va a llevar las tortas más sonadas de la legislatura cada vez que abra la boca u organice algo de su cosecha para defender el español? Vean, si no, el comienzo: llevamos dos días hablando de Cantó y su Oficina, mientras el Gobierno madrileño sigue laminando la sanidad y la educación públicas, con mucha menos repercusión entre la opinión general y pese a las protestas desgañitadas de los profesionales de ambos sectores, tan maltratados por la pandemia y, ahora, rematados en una insoportable política privatizadora que -es cierto- los/as madrileños han avalado de forma contundente en las urnas.

Toni Cantó es el muro de contención de Ayuso para que ella pueda pactar discretamente con Vox recortes de derechos y libertades -de las buenas-, controlar Telemadrid ante la estupefacción de una audiencia cada vez mayor gracias a una gestión impecable estos años o privatizar lo público hasta la extenuación. Y Cantó no tiene ni idea de lo que se le viene encima, pero qué retorcidamente brillante.

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