lunes, 26 de abril de 2021

馃憤馃憤馃憤馃憤馃憤馃憤馃憤馃憦馃憦馃憦馃憦馃憦馃憦馃馃馃馃馃馃馃 En el clavo, total, Javier Aroca. ¡Gracias, una vez m谩s!


Qu茅 hacer con un partido nazi

Captura de pantalla con Angels Barcel贸 y Pablo Iglesias durante el incidente
 
 
eldiario.es

Despu茅s de la algarada facciosa provocada por la extrema derecha en el debate electoral celebrado en la Cadena SER, uno podr铆a pensar que, por fin, habremos perdido la virginidad, la ingenuidad, nos habremos dado cuenta de la verdadera faz del fascismo cuando se desenvuelve en espacios democr谩ticos. Pero, qu茅 va. No hubo que esperar mucho, ese mismo d铆a y m谩s, al d铆a siguiente, los medios capitalinos sinf贸nicos hac铆an equilibrios imposibles por situar a Vox en el mismo plano tumultuario que Unidas Podemos y su l铆der, Pablo Iglesias.

Sea porque se comulga directamente con las ideas de la extrema derecha, algo nada improbable, sea porque desde los think tanks del Estado profundo se anima a contraponer a un partido democr谩tico que no gusta, otro fascista, lo cierto es que, desde a帽os, muchos medios de comunicaci贸n est谩n blanqueando el devenir pol铆tico del fascismo.

Es una dieta, no de ayuno intermitente precisamente, sino de dosis min煤sculas pero constantes, de la lengua, su neolengua, la apropiaci贸n de unas palabras, la muerte de otras, o su cambio sem谩ntico. Las palabras, sostiene Kemplerer, pueden actuar como dosis 铆nfimas de ars茅nico. Parece que no surten efecto pero, a la larga, te van intoxicando lentamente a fuer de ser repetidas millones de veces, en otros millones de portadas, titulares y editoriales.

En Alemania, los nazis, mientras se nutr铆an ellos y sumaban adeptos con su ret贸rica militarista y goebbeliana, "se jactaban de forma abierta de aprovechar los derechos otorgados por la Constituci贸n 煤nicamente cuando atacaban sin miramiento las instituciones –los partidos democr谩ticos lo son– y las principales ideas del Estado utilizando todos los recursos", dec铆a tambi茅n Kemplerer en La lengua del Tercer Reich.

Los dem贸cratas, periodistas o no, seguimos en el mismo debate sobre qu茅 hacer con un partido fascista. En el centro, la libertad de expresi贸n, un derecho constitucional, democr谩tico, que no se da en cautividad y, por tanto, est谩 ausente donde el totalitarismo nazi, fascista o franquista ha podido anidar alguna vez.

No es f谩cil. Tengo algunas respuestas; la ignorancia, la he sufrido como minor铆a pol铆tica; no es tan dif铆cil, el periodismo la practica con maestr铆a cuando conviene, solo hay que navegar un rato por p谩ginas y ondas para comprobarlo. Podr铆a ser, pero parece que la consigna profunda lo impide; otra, imprescindible, ser铆a combatir sus ideas, con datos y argumentos pero con nuestras reglas y no con las del fascismo.

La idea m谩s f谩cil es que con el fascismo no se debate sino se combate y punto. Pero es m谩s complejo. En todo caso, dos ideas deber铆an surgir con vigor tras lo acontecido esta semana pasada: una, que la equidistancia es una manera cobarde de no combatir el fascismo; otra, que no se puede poner en un mismo plano pol铆tico a un partido fascista que a otros democr谩ticos por muy antip谩tico que nos pueda parecer su l铆der, por muy contrarias que nos puedan parecer sus ideas, por muy inconveniente e inc贸modo que le pueda parecer al due帽o de la imprenta.

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