Frankenstein era Wonder Woman
En todo caso el monstruo nos ha quedado de una coherencia y una
solvencia manifiesta: feminista, socialista, progresista y europeísta.
Sin costurones y sin olor a podredumbre alguna
El primer gran mensaje que Sánchez ha querido subrayar es el de su convencimiento feminista. Ha ido más allá de las cuotas y ha dejado claro que para encontrar mujeres muy valiosas para la tarea del poder sólo hay que querer mirar
El primer gran mensaje que Sánchez ha querido subrayar es el de su convencimiento feminista. Ha ido más allá de las cuotas y ha dejado claro que para encontrar mujeres muy valiosas para la tarea del poder sólo hay que querer mirar

"Inventar no consiste en crear a partir de cero sino a partir del caos"Mary Shelley
Al final el monstruo recosido de trozos de cadáver que nos agitaban
como un fantoche se ha transmutado. Tal vez los agoreros caídos
olvidaban que Mary Shelley era hija de una conocida feminista de su
época y de un padre comprometido con la Justicia política. En todo caso
el monstruo nos ha quedado de una coherencia y una solvencia manifiesta:
feminista, socialista, progresista y europeísta. Sin costurones y sin
olor a podredumbre alguna. Por el contrario, fresco, limpio, moderno,
técnico, intergeneracional y dialogante. Un chorro de esperanza y de
ilusión con un complejo panorama por delante que hace aún más valioso el
gesto de los que han dado el paso adelante, dejando aparcados de
momento sus proyectos profesionales.
Un gobierno que con su sola composición es una
definición de intenciones. Un gobierno que manda mensajes claros a casi
todos los sectores a los que tenía que hacerlo. El primer gran mensaje
que Sánchez ha querido subrayar es el de su convencimiento feminista. Ha
ido más allá de las cuotas y ha dejado claro que para encontrar mujeres
muy valiosas para la tarea del poder sólo hay que querer mirar. Rompe
así el esquema tradicional de la perpetuación en el poder masculino. Las
ministras del Consejo son en muchos casos profesionales que no
pertenecen al mundo de la política y que no se habían movido por los
tradicionales pasillos del poder masculino para conseguir llegar. No
sólo son mayoría sino que ocupan carteras que juntas suman el mayor peso
de poder de un gobierno. Esto también es muy relevante. Tanto como la
vicepresidencia única de una mujer feminista que también será
responsable de Igualdad. El mensaje del 8M ha llegado alto y claro al
presidente del Gobierno y la tradición feminista de su partido también.
Un gobierno que aleja el caos y consagra la vocación Europea de España.
Nada baladí en los convulsos tiempos que se viven en el continente. Un
gobierno que no da miedo a los mercados pero que no puede disgustar a
grandes sectores de la izquierda. Un gobierno que cree que la ciencia y
la investigación forman parte de nuestro futuro y que el cambio
climático es uno de los mayores retos a los que se enfrenta la
humanidad. Con guiños territoriales claros y con ministros con capacidad
de diálogo para aquellas carteras que estarán más en liza a la hora de
mitigar la tensión catalana e intentar deslindar nuevas sendas.
Nadie podrá decir que a priori es un mal gobierno. Ni siquiera los que no hubieran querido nunca verlo nacer.
La cuestión ahora es qué podrán hacer y hasta cuando. Hay un riesgo en
la gran esperanza que han despertado y en las difíciles circunstancias
en las que nace. El premio puede ser el gordo de sacar a los votantes de
izquierda de su letargo y su derrotismo y llevarlos en masa a las urnas
cuando se convoquen elecciones para revalidar por cuatro años su
permanencia. Nace sin tregua pero también con un viento de ilusión que
puede aprovechar para una singladura corta pero provechosa para todos.
Somos muchos los que pensamos que España precisa de más de aire limpio,
de impulso, de ímpetu, de creatividad, de flexibilidad, de libertad, de
igualdad, de limpieza y menos de guerras de banderas y de mantillas.
Muchos los que preferimos los astronautas a los novios de la muerte.
Todos contenemos el aliento para ver hasta dónde puede llegar este nuevo
ejecutivo con el apoyo de las fuerzas progresistas y con deseo de
cambio del Parlamento.
El reto es grande pero las ganas de superarlo también. De eso da fe el propio Sánchez.
Y cosas van a poder hacer. Algunas son tan evidentes y cuestan tan poco dinero que las tendremos sobre la mesa enseguida.
El de Grande-Marlaska es probablemente uno de los nombramientos que más
me ha sorprendido. No por la naturaleza del fichaje sino por la
naturaleza del personaje. El magistrado ha hecho toda su progresión
profesional apoyado por el Partido Popular, lo cual puede resultar
chocante a muchos. Durante su trayectoria ha tomado posiciones lo
suficientemente próximas al PP para que éste le haya respaldado en una
incesante carrera ascendente. Archivó el Yak-42 por considera “inocuos”
los problemas de identificación, votó en contra de la absolución de
activistas del 15M y dudó en el programa de Carlos Herrera de la
imparcialidad instructora de Cándido Conde-Pumpido, lo que hizo que le
propio Tribunal Supremo pidiera una rectificación y Jueces para la
democracia pidiera su dimisión. Y más cosas que sería largo incluir
aquí. No es un magistrado de trayectoria progresista sino lo contrario y
eso resulta muy chocante. Parece un caso similar al de Carlos Dívar que
concitó el apoyo de Zapatero siendo como era un juez muy conservador.
Tiene al menos la rara cualidad de convencer a tirios y a troyanos para
que confíen en él. No obstante, de juez a juez en el ministerio de
Interior, creo que hemos ganado con el cambio.
El de
la fiscal progresista Dolores Delgado, sin embargo, no me ofrece ninguna
duda. De facto ha caído bastante bien en los círculos profesionales
dado que ha sido partícipe activa en las reivindicaciones llevadas a
cabo por magistrados y fiscales a Catalá por lo que todos esperan que el
diálogo con ella sea fructífero. Delgado tiene una visión
diametralmente opuesta a la de su antecesor en tantos temas como he
podido contrastar con ella y, desde luego, supondrá un renovación
completa del ministerio. No la veo imprecando a los jueces por sus
resoluciones ni adelantando los pasos procesales que darán los miembros
del Tribunal Supremo. Ahora queda esperar a ver sus segundos escalones y
el nombramiento clave en estos momentos de Fiscal General del Estado.
Muchos temían en el mundo judicial el nombramiento de Margarita Robles
para esta cartera. En su último paso por el CGPJ había dejado muchos
heridos y su relación con el actual presidente del Tribunal Supremo no
puede ser más tensa o inexistente. Esos motivos eran suficientes para
que no fuera la elegida aunque, si les soy sincera, ni siquiera tengo
claro que ella la ambicionase. Sabia elección también en este caso de
Sánchez. Defensa con el colgante del CNI es un ministerio lo
suficientemente potente y con la suficiente relevancia como para servir a
la ambición personal de Robles y al reconocimiento por su lealtad
inquebrantable, hasta costarle la plaza del Tribunal Supremo, con el
proyecto incluso en los peores tiempos.
He elegido a
los ministros más próximos a los temas de mis columnas pero hay otros
muchos en los que hay puestas muchas esperanzas. Otro nombramiento que
me ha sorprendido es el de Màxim Huertas como ministro de Cultura, quizá
porque esperaba otro tipo de hombre de letras o tal vez porque lo
conozca sólo superficialmente por su imagen televisiva que, dicho sea de
paso, hace a veces confundir mucho.
En cualquier caso el primer reto ha sido superado. Frankenstein ha salido sólido y muy Wonder Woman.
Ahora sólo falta que como Prometeo, el antiguo no el nuevo, sea capaz
de robar el fuego de lo dioses para dárselo a los que suspiran por una
etapa de luz.
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