jueves, 5 de abril de 2018

Unos reyes y reinas de zarzuela


Acabo de caer en la cuenta de que con la mierda del pp en ese primer plano inagotable, imparable y compulsivo de una actualidad desbordada e hiperestésica por sus propios contenidos, el numerito zarzuelero de las dos reinas entre espadas y bastos, se me había traspapelado en el cajón de la escritura, como esas chinchetas que se han salido de la caja y arrinconas en algún lugar de poco movimiento, hasta que tengas tiempo para recolocarlas en su cajita rinconera, para que nadie se pinche con ellas si abre el cajón alevoso. Y casi que me mola ese detalle desganado y como que ni me va ni me viene, oye: tal vez porque la casa real me importa un comino y toda notoriedad que se le adjudica en los medios me parece frívola y un poco estúpida estando el panorama como está en lugares como el Mediterráneo y la persecución a las ONGs, la condena a muerte segura de los refugiados sin suelo que pisar, o el campo de concentración en que Israel y su socio Trump, han convertido Palestina en los últimos tiempos, más todo todo demás, en nuestro corral patrio, que desborda cualquier temario para pensar, comentar y escribir.

Hablar de banalidades dinásticas a estas alturas del festejo calamitoso, es como perder una tarde contando nubes que se disuelven entre cifra y cifra. Me recuerda aquello que mi abuela aconsejaba para animar cuando me llevaba algún berrinche o me preocupaba en exceso por algo de poca monta: "¿para qué preocuparse por los mediosdías habiendo días enteros, hija mía?" Tenía razón mi abuela, en eso también. 

Lo cierto es que las peleas y miserias, rivalidades y rifirrafes de esos dos personajes de social-ficción, como del resto de la unreal family me importan un comino. Si además de cooperar con mis recortados recursos pensionistas en ese 0'9% del PIB,  que les regalamos por la cara y cada año, a esos cuatro Jinetes del Apocalipsis presupuestario, más los emolumentos millonarios adjudicados a la Barbie mucosuela heredera del cotarro, tengo que alterar mis humores y gastar adrenalina en ponerlas a caldo, estaría fresca. Me niego a dedicarles ni un solo epíteto más de la cuenta. No se merecen el gasto de tiempo ni de saliva semiótica, tras arramblar con los impuestos de todas y todos y pasar de perfil sobre el machaque del pueblo mientras se gastan nuestros recursos vegetando. Por mí como si se liquidan mutuamente, en plan La Venganza de Don Mendo

Pero tengo que reconocer que su espectáculo ha sido como ir de nuevo a la zarzuela, no al palacio, claro, sino al teatro. Aunque, también hay que decirlo, en plan muy perjudicado. Una especie de versión milenial de Gigantes y Cabezudos, remasterizada y convertida en video trending topic, y no como la que vi en versión original al final de los años sesenta con un cuadro escénico que donde va a parar, xd! Dignísimo y con un arte quepaqué. Profesionales y no advenedizas chapuceras como en el numerito de Mallorca, -y aquí entre nosotras, ¿qué habrán hecho los pobres mallorquines para aguantar, además de Marivent, Jaume Matas, el pp, más Urdangarín y señora infanta duques del Forring Office-  estas mascaradas catedralicias tan hiperbólicas como ridículas en personas adultas?-.
Precisamente vi esa opereta entrañable, Gigantes y Cabezudos, en el teatro homónimo madrileño. El texto de la misma escena decía, nás o menos: "Hay que separarlas, se van a matar, Cirilo, Cirilo, venga usted pacá". "Alto, alto, alto, ¡Qué mujeres, es que son demonios!"Me arañó la cara", "Me ha arrancado el moño" "¿Por qué habéis armado esta zapatiesta?""El genio de Antonia" "El carácter d'esta". "Me ha pedido mucho". " Le he dicho que ofrezca". "No me da la gana", "¿No ve usted qué lengua?"..."Antonia, que te estés quieta, y tú Juana, vete ya, ¿a que llamo al Alguacil?" "El Aguacil no vendrá". "Ya sabemos por qué es tan valiente, ya sabemos por qué es tan cerril, ya sabemos que insulta a la gente, porque tiene un marido alguacil, pero a mí  no me importa ni el rey...que viniese ahora mismo quisiera" "¿Lo ha visto, Cirilo?, ¡me insulta otra vez!"...
En fin, que ante el recuerdo de una representación estupenda, se nos queda en nada el bochorno de un remake tan cutrísimo al que no vale pena hacerle una crítica seria, sino darle al mando a distancia y cambiar de canal, ya ni siquiera  por vergüenza ajena. Por aburrimiento cansino mayormente. Y porque a veces la realidad y su puesta en escena es mucho menos agradable, ingeniosa  y atractiva que una ficción bien hecha como diosmanda. Y donde se ponga un buen cuadro de solistas, un coro bien dirigido, una orquesta afinada y unos decorados estupendos, que se quiten la malas imitaciones de aficionadas sin fuste, rediez, que las entradas nos cuestan un ojo de la cara cada mes para que luego, el resultado sea un churro mal frito y haya que cambiar de canal.
Total a los y a las españolas ya nos han cobrado el impuesto al derecho de pernada y mientras la peña se resigne y aplauda estas cosas, ¿para qué sofocarnos por lo que no depende de nuestra voluntad sino del festín en comandita del piparty  habitual y sus naranjas de postre?

Hasta para ser unas verduleras y verduleros creíbles en una zarzuela digna hay que ser actrices, actores  y cantantes presentables y capaces, bonicas. Y eso no está al alcance de aficionadas, no. Ha quedado más claro que el agua. La buena zarzuela no es para quien quiere protagonizarla, así por que sí, porque a cualquier dictador le da por ahí, sino sólo para quien puede dar la talla de los personajes. De momento y visto lo visto no hay peña disponible y adecuada para que la realidad, al menos, justifique la ficción y merezca el precio de las carísimas entradas fozosas. Hay que practicar más, darligns queen-bees. ¿O, tal vez, ilustres zánganas, por aquello de la igualdad de género y evitando brechas salariales, verdad?
Ains!

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