lunes, 2 de octubre de 2017

Terribles tiempos oscuros



Spanish National Police prevents people from entering a voting site at a school assigned to be a polling station by the Catalan government in Barcelona, Spain, Sunday, 1 Oct. 2017. Catalan pro-referendum supporters vowed Saturday to ignore a police ultimatum to leave the schools they are occupying to use in a vote seeking independence from Spain.
AP Photo/Emilio Morenatti

No, así no. No tendrás mi aquiescencia ni mi pasividad. Creo en el Estado de Derecho y en la ley. Creo que sólo ésta puede protegernos pero también sé que cualquier respuesta no vale para ampararla. No has sabido o no has querido. Rajoy, no vales. Rajoy, a España no le sirves. Eso no tiene nada que ver con la vergüenza y la manipulación y la miseria de Puigdemont y los suyos, que han lanzado al pueblo contra la ley a sabiendas de lo que sucedería. A ellos los doy por adjetivados, pero al Estado de Derecho que me ampara y me protege, o debería, no puedo dejarlo en tus manos. No. Así no, Rajoy cobarde. Llegar a este extremo no precisa de ningún esfuerzo. Dejar que la policía cumpla órdenes contra un pueblo desarmado no es mérito de ningún estadista. Es una mierda, Rajoy, una puta mierda. No esperaba mucho de los demagogos del proceso pero a ti te correspondía servir al Estado de Derecho que está por encima de tus cálculos mezquinos.
No le sirves a España, Rajoy, por mucho que te empeñes. Has traicionado la grandeza de la patria a la que dices que sirves. Ni siquiera los que sabemos que la Constitución no puede ser conculcada impunemente te vamos a apoyar. Mañana debe empezar la solución y yo no creo que formes parte de ella. Exculpo a las policías que cumplieron órdenes y a los jueces que se sirvieron y sirvieron sólo a la ley. Sólo tu tenías en tus manos la grandeza de la política y la soslayaste porque eres pequeño y mezquino, porque no vales para el papel que la historia te ha demandado.

Quiero abrir la ventana al futuro. Tú no puedes robarnos la posibilidad de ser por una vez dignos de solventar este largo problema de una forma civilizada y consensuada. Hay que hablar. Sentarse y cansarse de poner sobre la mesa opciones para una nueva convivencia o para un futuro distinto que parta de bases legítimas. Todo tiene que caber. Todo tiene que estar sobre la mesa. Sólo nos bastará que las lenguas y las opciones y la creatividad y el posibilismo político exploren todas las salidas sin restricción de inicio. No nos vale Rajoy como tampoco nos vale Puigdemont. No nos vale quien nos trajo a este cul de sac de mierda.
¿Quién nos vale? Interlocutores nuevos allí y aquí. No queda otra, porque nos jugamos no sólo el encaje o la desconexión de Catalunya sino la realidad de un estado democrático y de derecho que muchos defendemos. Lo de hoy ha roto muchos diques y uno de ellos es el de nuestro futuro como sociedad. No nos vales, Rajoy. No valen tampoco los violadores del verso democrático que han tensado a Catalunya. No servís. No estáis a la altura. Habéis encerrado a una parte del pueblo catalán pero también a la otra, a la policía y a los jueces, en una ratonera y os habéis guardado la llave mientras mirabais desde lejos.
Tampoco hay demasiado dónde elegir. No hay tiempo de abrir las vísceras del país o de los países buscando mirlos blancos. Debemos conformarnos con gente limpia y con capacidad de hablar y de escuchar. Sólo veo posible un relevo en ambas orillas que permita el diálogo. El orden de tu derecha nos lleva al caos. Ha llegado la hora de proponer cosas. Tal vez de cambiar los liderazgos, a ver si así cambia el tono del discurso.
Esto ya no va de Catalunya y de independentistas ni de banderas y discursos patrióticos. Esto va de nuestro futuro como sociedad democrática y como pueblo. Tengamos cuidado porque nada nos asegura que los tiempos oscuros no puedan volver. Hay una suerte de desolación que hoy nos acompaña y que nos deja baldados ante un mañana que no podemos imaginar.
El Gobierno de España debe cambiar y el de la Generalitat también. Ensayando una y otra vez lo mismo no lograremos mejor resultado. No quiero oír que es imposible porque no quiero lanzar un sudario sobre nuestro horizonte común.  No sé muy bien cuál es la fórmula. Una moción de censura que te desaloje y elecciones en Catalunya o bien elecciones conjuntas o bien, no sé, creo que hay gente más competente para proponer horizonte en lugar de este sonido de martillos pilones.
Había que defender la legalidad y el Estado de Derecho y, con todas las cartas en la mano, has elegido la más desafortunada. El fin jamás justifica los medios. En esta ocasión, tampoco.
Necesitamos serenidad y realidad. Precisamos de pactos y de soluciones que han de incluir cesiones por parte de todos. Piénsalo. Ni siquiera es tu opción o tu ideología sino la falta de creatividad, asertividad y movimiento que tu representas. La historia no se va a poner de tu lado. Apártate. Deja que se pueda escribir un futuro mejor no marcado por tus limitaciones y tu vista corta y cansada.
Tengo zozobra y miedo pero nunca me refugiaría en vosotros. Idos. Idos de una vez o, mejor, echémoslos. 

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¿Qué esperabas, querida Elisa, de la "legalidad" de un corrupto manipulador, torpe y patán hasta decir basta? Lo suyo es la "legalidad" sui generis  et contra civitas ad proprium usum (et ab-usum). Hacer de las leyes un arma para ganar guerras privadas es corromperlas e inutilizarlas. Pudrirlas como las manzanas del cesto pepero. No es posible que gobernando algo así la Justicia sea justa,  ni que las leyes sean fruto de la Justicia si han sido reformateadas y magreadas e incluso gestadas y paridas por un Legislativo-Ejecutivo demencialmente fascista y con alergia a la ética y a la decencia que son el certificado de garantía de la misma justicia y de la misma democracia. 

Por muy ilegal que haya sido el Govern de la Generalitat en los trámites del no-referéndum hay que reconocer que lo ha sido mucho menos que el de Madrid y en defensa propia y de la ciudadanía catalana que lleva pagando el pato desde hace años, especialmente desde 2010. Y ya en el recolmo desde 2012. Demasiada paciencia han tenido desde 1939. Ellos, sean conservadores o progresistas, ante todo son republicanos, lo llevan en los genes; ya lo eran en la Edad Media, cuando fueron la Marca Hispánica de Carlo Magno en medio de la jungla y  con siglos de resistencia en un condado independiente donde siervos y señores se reconocían loe mismos derechos elementales, a pesar de las diferencias de status social, porque eran sociamente conscientes de que se necesitaban unos a otros para sobrevivir. Nunca proclamaron ni admitieron reyes si no era por la fuerza de una invasión. Y así siguen sin que los gobiernos de derechas e incluso de centro, se hayan percatado del problema de acoplamiento entre dos culturas cívicas tan opuestas y de que un estado monárquico, corrompido y procedente de una dictadura que sigue en activo con el permiso legal de los ciudadanos no encaja para nada en la conciencia social y política de los catalanes. Es algo como obligar a unos europeos a aceptar por ley vivir con la mentalidad y las formas políticas de Turquía o  de Guinea Ecuatorial. Puede aceptarse como experiencia temporal para hacer un estudio antropológico, pero es muy difícil aceptarlo como sistema del mismo estado.

Ya se ha visto a las claras y sin tapujos la disposición que el núcleo cafre de la derecha instalada en el poder ha estado teniendo hacia Catalunya. Como también se ha visto la diferencia entre la conciencia cívica, organizativa, creativa y solidaria de los catalanes con el resto de territorios.  Si somos honestos deberíamos reconocer que se merecen otro tipo de Estado y más respeto, que de momento España no puede ofrecerles y sería una crueldad digna de los peperos impedirles el derecho a ser libres y a salir de las cavernas. 

No es nada fácil, como españoles domesticados por "las buenas formas" aparentes de una democracia histriónica basada en los rituales y en los gestos mucho más que en los contenidos, aceptar nuestro estado consentido y defendido por tierra, mar y aire, asumir que las milongas que ayer fueron lo mejor que habíamos conocido desde la salida de la cárcel franquista, -sin saber que sólo era en libertad condicional-, no eran lo que decían ser. Es muy duro comprobar el engaño convertido en Estado de flagrante estafa institucional y que la Constitución se usa como aspirina y como papel higiénico hasta por los que fueron "padres de la patria", sobre todo porque las patrias como ésta no tienen padres sino beneficiarios que cobran y beneficiadores que pagan por lo que sufren, como ya advertía el historiador Tucídides hace la friolera de 2500 años, mira si la cosa viene de lejos, sobre todo cuando no se evoluciona por dentro, pero se barniza por fuera y la democracia es un trampantojo legal para tapar las ruinas de "la patria" mientras los escombros legítimos y éticamente lícitos se venden a los mercaderes de mafias chinas o rusas. 

Ahora, Elisa, no sólo hay que echarlos, además tenemos que hacer, personalmente y como ciudadanía, cambios sustanciales y adecuados para que no vuelvan ni se reproduzcan con otros disfraces, y no las personas, sino, por encima de todo, los hábitos perversos que subsisten en la sociedad española haciendo posible el autoengaño y el colador del timo, que cuela la mota de polvo porque es insignificante y deja pasar al dinosaurio porque es poderoso. 

El referéndum se queda en nada ante la grandeza y la dignidad de un pueblo con conciencia. La legitimidad, la dignidad y el autorespeto son las bases y la esencia de la verdadera legalidad, no las normas sin validez ética que se ponen al servicio del poder sea de la calaña que sea. Sobre todo porque el poder es servicio a la comunidad social y cuando no lo es se convierte en tiranía, entonces lo legítimo y el deber ético y moral es cambiarlo a mejor.  Ésa es la gran lección de ayer. Y la moraleja: ¿qué tenemos que hacer para ser libres y demócratas, valientes y cívicos como lo son los catalanes?

Sustituyamos las banderas por las entendederas.

No te entristezcas, querida Elisa Beni, es necesario que la oscuridad dé la cara para poder buscar y  encender la luz. Si la enfermedad no da síntomas no puede curarse y los achaques se normalizan como salud hasta que llega el agravamiento de una crisis final.
Tras la noche más oscura siempre amanece. Y amanece por el Este, no es casualidad en nuestro caso sino una gran suerte, tener el paradigma de la solución tan cerca y la escuela tan a mano. La roña de siglos no se quita rociándola con colonia y ambientadores, hay que ablandarla con el agua caliente de la transparencia, con el jabón de la ética y la justicia y arrancarla con la rasqueta de la verdad sin tapujos y llamando a las cosas por su nombre. Y limpiando con nuestras manos, mojándonos; por internet nada importante se limpia, más bien, se puede enmierdar más aún.

La calle nos espera para poder entrar en los parlamentos usando las urnas. Los pies en la calle, la voz en el parlamento, las manos en las leyes, la mente en el bien común, el alma en la libertad y el corazón repartido en un yosotros universal. Sólo así habrá futuro. Y es posible que ayer apareciesen, para quienes quieren ver el presente, el mapa y la brújula que permita buscarlo y realizarlo mientras va naciendo.


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