"La imagen de España se la han quedado los del viejo modelo de siempre"
"La gente de izquierdas tenemos la obligación de entendernos
porque, si no nos entendemos, la alternativa es nefasta", señala el
alcalde de Valencia sobre la experiencia de los ayuntamientos del cambio

Su ejercicio como alcalde de
Valencia se inició hace dos años con gestos de profunda renovación en
las actitudes que habían marcado el estilo de gobierno de la ciudad
durante más de dos décadas de hegemonía del PP. Joan Ribó, de Compromís,
preside uno de los ayuntamientos del cambio al frente de un pacto
tripartito, denominado Pacte de La Nau porque lo firmaron en el edificio
histórico de la Universitat de València su formación, el PSPV-PSOE y
València en Comú, plataforma en la que participa Podemos.
La peatonalización progressiva del centro histórico, una concepción de
la movilidad que fomenta el transporte público y el uso de la bicicleta,
el saneamiento de unas cuentas municipales lastradas por la gran deuda
heredada, la regeneración del barrio de El Cabanyal, una vez descartado
el empeño del PP de ejecutar una avenida a través de su trazado, la
ejecución del Parque Central y la promoción de políticas contra la
exclusión social son algunos de los terrenos por los que se mueve su
gestión.
Con Manuela Carmena en Madrid, Ada Colau en Barcelona,
Pedro Santisteve en Zaragoza y muchos otros, representa la irrupción de
nuevas mayorías políticas en las grandes ciudades. Político con larga
experiencia, Ribó hace balance a medio camino de su mandato y se
pronuncia sobre el grave conflicto generado en Catalunya, donde nació
(Manresa, 1947) este ingeniero agrónomo y catedrático de instituto cuya
trayectoria profesional y política se ha desarrollado en la sociedad
valenciana. Coordinador general de Esquerra Unida del País Valencià en
los años noventa, es actualmente uno de los dirigentes de Compromís más
conocidos.
En un artículo en eldiario.es defendía que hay que sentarse a hablar. ¿Ve el diálogo posible en el conflicto de Catalunya?
Hay que hablar y caminar, caminar en el lenguaje de don Antonio Machado
("caminante, no hay camino, se hace camino al andar"). Caminar es
imprescindible en estos momentos. Lo que me pone muy nervioso es ver
cómo se habla de Catalunya antes en Estrasburgo, en el Parlamento
Europeo, que en el Parlamento español. ¿Pero dónde estamos? ¿No tenemos
un problema grave? Pues vamos a hablarlo. Primero hablarlo y después
buscar vías de solución.
Hubo un comienzo de todo
esto, de todo este conflicto. Hubo una sentencia del Constitucional
contra el Estatut de Catalunya. Esa sentencia no es la Biblia, se puede
retocar y se puede repensar. Recuerdo que fui ponente del Estatut
valenciano y que nos cruzábamos papeles con los ponentes del Estatut
catalán y del andaluz y cómo ocurrió que artículos iguales que en
Andalucía y aquí, resulta que fueron declarados en Catalunya
inconstitucionales. ¡Hombre, por favor! Yo creo que esa fue la base. Con
aquello el señor Rajoy creó la primera gran fábrica de independentistas
y me temo que el 1 de octubre la intervención de la Policía ha creado
otra gran fábrica de independentistas.
Usted tiene muy buena relación con Ada Colau. ¿Cómo la ha visto en esta situación?
A Ada Colau le pasa como a mí, que no es independentista, pero respeta
el derecho a decidir porque piensa que es una cosa que está reconocida a
nivel internacional. La he visto coherente con sus planteamientos y la
he visto indignada con el despliegue de la Policía porque así no se
arreglan las cosas. Las cosas políticas no se arreglan ni con
planteamientos jurídicos del Código Penal, ni con planteamientos
policiales luchando contra un pueblo. Me parece coherente la posición de
Ada Colau con la forma de pensar que ha manifestado de forma reiterada.
¿Pero no le falta visibilidad a esa forma de pensar? Parece como si no tuviera representantes, como si no tuviera espacio.
Bueno, es cierto que hay dos bloques de comunicación muy monolíticos,
por decirlo de alguna manera, el bloque catalán y el bloque español, y
en medio es difícil estar. La posición de Ada es una posición en la que
ella entiende que el derecho a decidir se debería respetar. Está muy
escondido, efectivamente ese sector de opinión, porque creo que hay
pocos medios de comunicación que de alguna manera lo apoyen, pero por
otra parte estoy convencido de que en Catalunya hay mucha gente que sí
que lo apoya. Las últimas elecciones demuestran de una forma clara que
hay sectores muy amplios que piensan que hay derecho a votar, aunque no
votarán a favor de la independencia.
¿Qué piensa de las repercusiones que está teniendo el conflicto en la política española?
Las repercusiones son muy negativas. La primera es el impacto sobre la
sociedad catalana. La segunda es, para mí, muy importante. Y se refiere a
la imagen de España. En su momento, defendí la Constitución, hice
campaña a favor de la Constitución, voté a favor de la Constitución como
la inmensa mayoría de los catalanes, más del 90%, pero ahora tengo la
sensación de que, después de estas actuaciones, la imagen de España ha
quedado profundamente deteriorada. Hasta la ONU nos pide explicaciones,
Amnistía Internacional, Human Rights Watch, gobiernos como el de
Finlandia, etc. Todo esto tiene un castigo para la imagen de una España
democrática y plural, una repercusión muy negativa. Dicho de otra
manera, da la sensación de que la imagen de España se la han quedado los
del viejo modelo de la España de siempre, y eso es terriblemente
negativo.
¿Y para los intereses valencianos qué consecuencias puede tener el conflicto en Catalunya?
El País Valenciano y la ciudad de València compartimos lengua, tenemos
elementos culturales comunes y... ¡atención a la economía! Nuestras
entradas y salidas a Catalunya son las más importantes. Lo que está
ocurriendo puede tener un impacto muy negativo. Por eso siento profunda
preocupación y alarma. También indignación por la incapacidad del señor
Rajoy de hacer unos planteamientos políticos para avanzar. Y creo que no
es solo Rajoy. Se han juntado un poco dos voluntades de no hablar.
También, lo he de decir, por parte del gobierno catalán. Pero Rajoy ha
manifestado de una manera muy clara que es incapaz o que no quiere
avanzar en la resolución de este problema. Y los políticos están para
arreglar los problemas, no para dejar que se pudran. Por tanto, que se
mueva o que se dedique a otra cosa.

Estas dificultades son extremas,
pero ya fuera del problema catalán, ¿los ayuntamientos del cambio como
el suyo se han encontrado con dificultades porque, de alguna manera, el
contexto y el resto de la política no han acompañado ese cambio?
Los ayuntamientos del cambio han sido la muestra más genuina del cambio
político en el Estado español, que también se ha manifestado con más
cambios a nivel autonómico, pero la manifestación más genuina es la de
los ayuntamientos. Evidentemente tenemos problemas, en primer lugar con
el señor Montoro. Esos son evidentes, no en el caso de València solo,
sino también en el caso de Madrid por ejemplo. Las polémicas permanentes
que tiene con la alcaldesa Manuela Carmena sobre los temas fiscales y
la capacidad de invertir, de no invertir, nos han perjudicado mucho a
todos. Nos ha lastrado, nos ha impedido hacer cosas.
Aquí estábamos en un plan de ajuste que puso en marcha en su momento la
señora Barberá, porque hacía falta, estábamos en el 150% de
endeudamiento, pero en este momento estamos saliendo de la situación y,
pese a todo, nos mantiene en ese plan de ajuste y no hay manera de salir
de él. Tenemos muchos problemas en esa dirección. He de decir a
continuación que con la Generalitat Valenciana [gobernada por el
PSPV-PSOE y Compromís con apoyo de Podemos] no hay ningún problema. Ha
habido un elemento de cordialidad, más allá de que en algún momento nos
haya costado sacar adelante determinadas cosas. Los problemas se han
producido fundamentalmente con el Estado y concretamente con el señor
Montoro por su competencia de Hacienda y Administración Pública.
También está después la falta de inversiones del Estado, ¿no?
Las inversiones son otra cosa que ha resultado un desastre en València.
El otro día le recordaba al PP en el debate del estado de la ciudad que
de qué protestaba en relación con las inversiones del Ayuntamiento
cuando el Gobierno, además de presupuestar una miseria, ha ejecutado tan
solo un 43%. ¿De qué protestan? La situación es muy grave, es
intolerable. También tengo que decir que el nuevo ministro Íñigo de la
Serna tiene otra actitud que habrá que comprobar si va más en serio o
menos en serio en los próximos presupuestos, pero hay que decir sobre su
actitud que por lo menos se puede hablar y hacer proyecciones. Parece
que las cosas cambiarán, pero cuando lo veamos en los presupuestos nos
lo creeremos.
En estos dos años, ¿de qué cosas está más contento y de qué cosas menos?
Mi máximo descontento es la lentitud de los procesos administrativos.
Estamos trabajando para acelerarlos, pero cuesta mucho, los procesos son
muy lentos y cuesta mucho poner en marcha las cosas. Pero se están
empezando a notar cosas en jardines, en movilidad -donde está habiendo
cambios muy importantes-; se está notando de forma significativa en
temas sociales, con las ayudas a comedor escolar, las ayudas para que no
corten el agua, la luz o el gas a familias sin recursos, las ayudas
para que no desahucien a personas por el tema de las hipotecas... Hay
una mejora de los servicios sociales, en ese nivel se está notando de
una forma muy clara.
¿Qué asuntos prioritarios tiene ahora mismo su gobierno entre manos?
Estamos programando cambios muy significativos en el barrio de El
Cabanyal que ya se están empezando a ver con obras y actitudes, y en la
zona de Natzaret en una fase más incipiente. Estamos trabajando en las
grandes plazas de València como las de la Reina y Ciudad de Brujas, y se
está notando mucha más actividad en la calle para hacer fiestas y actos
culturales, se nota que la ciudad está mucho más viva en todos los
barrios. Estamos haciendo un esfuerzo por mantener la excelencia de la
cultura en los barrios con el tema de la ópera o de la rehabilitación de
las pérgolas, que puede parecer un tema menor, pero no lo es, porque el
hecho de que puedan dar allí conciertos los domingos me parece una
actividad muy interesante.
Nos queda por sacar
adelante el tema de las escuelas municipales infantiles que queremos
impulsar el año que viene. Hemos esperado a que acabe el concierto, para
no tener conflictos legales, pero el año que viene vamos a
municipalizar tres escuelas infantiles. A mí la gente me dice que el
cambio ya se está viendo, pero queremos que se vea mucho más.

De aquí al final de mandato, ¿qué grandes objetivos considera que deben estar finalizados o muy avanzados?
Uno ya lo he comentado, a nivel urbanístico, la reurbanización de las
plazas de la Reina y de la Ciudad de Brujas. En el caso de la plaza del
Ayuntamiento, se trata más de empezar a hacer proyectos y avanzar. Otro
elemento urbanístico fundamental en el que queremos avanzar es la
fachada marítima, que va desde El Saler, pasando por la ZAL [Zona de
Actividad Logística del puerto] en La Punta, que se está mejorando con
pasillos verdes y con la rehabilitación de alquerías y de algún chalet, y
por Natzaret, donde va un gran parque. Antes de que acabe este mandato
vamos a ver cosas, no vamos a ver todas las cosas, pero vamos a ver
cosas. Y luego está La Marina de València, donde existe una losa con la
deuda de 450 millones, pero cuya gestión ya acabaremos este año con un
balance económico positivo.
Los vecinos del Cabanyal siguen descontentos. ¿Cómo evolucionará la situación allí?
Hay que resolver muchos temas sociales, problemas de convivencia, pero
estamos en ello. Hemos puesto el retén de Policía Local, estamos
haciendo mucha mediación, ayudando a la gente y al mismo tiempo
pidiéndole a la gente que tiene que cumplir unas normas y en eso se está
avanzando. Quizás menos rápido de lo que quisiera la gente, pero estos
temas no se pueden resolver a lo bruto. Hay que resolverlos respetando
los derechos humanos de todo el mundo y lo que se desarregló en 24 años
no se puede arreglar en dos días.
Curiosamente me
viene ahora el PP y me dice que quiere volver al proyecto antiguo. Pero
señores míos, si estando el Gobierno de España, de la Generalitat y del
Ayuntamiento del mismo color político no fueron capaces de deshacer el
problema que se les creó, ¿qué van a a hacer, someter a 20 años más de
castigo a ese barrio? Es intolerable la desfachatez y la falta de
realismo del PP, incluso con contradicciones internas entre ellos porque
ni los propios concejales del grupo popular están planteando estos
temas. Que vuelvan a decir que quieren volver a abrir la avenida, cuando
la gente está comprando viviendas otra vez en la zona, es un indicador
perfecto de la falta de realidad en la que vive ese partido o de las
múltiples realidades en las que vive.
El problema del
Cabanyal es un problema complejo, es un problema que no se resuelve en
dos días. Se va resolviendo introduciendo dinero, con proyectos
europeos, con labores de mediación, de policía. También debería ayudar
un poco más la Policía Nacional, porque los problemas de drogas no son
de la Policía Municipal, y los estamos abordando seriamente.
En cuanto al Parque Central, no todo el mundo comparte el proyecto.
¿Cómo quedarán finalmente las torres de viviendas proyectadas?
Un gobierno de cambio lo que no puede hacer es reescribir la historia. A
mí eso ya me ha pasado con el tema de la ZAL. Cuando se te llevan hasta
la flor de la tierra del primer metro de huerta, no puedes volver a
echar hacia atrás para restaurarla, es imposible. El proyecto aprobado
del Parque Central desde hace muchos años está ahí, y nosotros podemos
retocar algo para mejorarlo, pero no podemos cambiarlo. Eso lo tiene que
tener en cuenta la gente. Está aprobado hace mucho tiempo y ya hay unos
derechos. Dicho eso, las torres se pueden modificar, se pueden mover,
se puede estudiar que tengan determinadas características, pero los
elementos base están descritos ya y aprobados por este Ayuntamiento.
¿Tienen claro ya cómo se va a financiar el canal de acceso de los trenes, que será la obra más inmediata?
Con el ministro hemos hablado del compromiso del Gobierno de hacer el
canal de salida, no hemos hablado aún de la estación, y sí que hemos
hablado del canal de acceso, para el que estamos estudiando la
participación del Ayuntamiento. Nosotros hemos dicho que queremos
participar como han participado otros ayuntamientos. Sabemos que otros
ayuntamientos han participado y lo haremos. El elemento fundamental de
este canal es que empiece y que empiece pronto porque a mí me parece que
es fundamental para la ciudad liberar toda la playa de vías que va
desde el bulevar Sur hasta el puente curvo porque eso nos permitiría
enlazar la ciudad de una forma fundamental. ¿Eso supondrá una inversión
para el Ayuntamiento? Posiblemente sí, una parte sí, pero se puede hacer
de muchas maneras. En primer lugar, tiene unas plusvalías que pueden
ayudar a pagar, si no totalmente, parcialmente ese acceso. Luego hay que
ver de qué forma se hace, porque se puede pagar de muchas maneras, a
tocateja o a 40 años, con un interés o con otro. Estos temas están por
negociar y nosotros queremos verlo, queremos negociarlo y queremos
plantearlo dentro de unas obras de conjunto. No tendría mucho sentido
hablar del canal de acceso si no hablamos de la salida de los trenes por
el túnel pasante y de la estación soterrada. Por tanto, hay esperanza
de que lo dicho por el ministro de Fomento vaya adelante rápido, pero
queda mucho por hacer y vamos a estar muy atentos. Si no avanza a la
velocidad que debe, nos va a oir.

¿Cómo ha ido la experiencia de tres
partidos en un mismo gobierno municipal, que es una cosa sobre la que
no había costumbre? Aquí parece que, con sus diferencias, sí que está
funcionando.
Me parece que el secreto está
muy claro: la voluntad de los tres partidos de saber que la sociedad ha
cambiado. Que el tiempo del bipartidismo de derecha o izquierda, ponga
puntos suspensivos se ha acabado. La sociedad española sabe que es así, y
la pluralidad en la izquierda es amplia. En la derecha también ha
aumentado la pluralidad al existir el PP y Ciudadanos. Lo que queremos
es ser eficaces. Tenemos la obligación la gente de izquierdas
progresista de entendernos porque, si no nos entendemos, la alternativa
es nefasta. Por otra parte, cuando estás en un gobierno de tres con una
alcaldía que tiene un planteamiento muy piramidal, es imprescindible que
pienses qué harán los otros socios y qué mínimas necesidades tienen.
Por eso hemos planteado desde el principio determinados elementos de
visibilidad de los compañeros de los otros partidos como por ejemplo los
plenos, en los que va rotando la presidencia, porque queremos la
visibilización de todos. Otro elemento es que en las juntas de gobierno
salen los portavoces de los otros partidos a detallar los acuerdos
tomados. Además, cuando aparece un problema, que los hay, no queremos
resolverlo de forma autoritaria, sino buscando una solución dialogada,
buscando consensos. De hecho, entre los ayuntamientos importantes somos
los primeros en aprobar presupuestos.
Otra idea es
que, aunque yo soy el responsable de todo, cuando doy las competencias
lo hago y solo si aparece un problema llamo, pero no por cualquier cosa.
Así dejo un margen de autonomía para que cada uno pueda trabajar. La
idea es respetar la autonomía de los diferentes grupos y que cada uno
vaya planteando temas. Cuando no hay acuerdo en alguno, se habla. De
momento las cosas han ido bien. Es un argumento de necesidad. O
demostramos a la sociedad valenciana que somos capaces, que de momento
somos capaces, que la izquierda se puede poner de acuerdo para gobernar
la ciudad en una línea progresista, o la gente se preguntará: ¿y
entonces para qué sirven? Además hay que poner mecanismos para que el
funcionamiento se ágil.
¿Mantiene su intención de presentarse como candidato a la alcaldía en 2019?
Lo que afirmé es que me iba a presentar a las primarias de Compromís, y
eso lo sigo manteniendo. Si en las primarias de Compromís me dicen que
adelante, yo me presento, por supuesto que sí. Creo que en cuatro años
es difícil acabar los proyectos fundamentales. Ahora bien, también creo
que se debería prohibir constitucionalmente que más de ocho años nadie
continuara al frente de una institución.
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