El Estatuto de Catalunya
La sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatut fue formalmente una sentencia, pero materialmente un golpe de Estado

El Estatuto de Catalunya
no es el Estatuto de Catalunya. Es el Estatuto del PP para Catalunya,
el Estatuto que el PP a través del Tribunal Constitucional consiguió
imponerle a Catalunya contra la manifestación de voluntad expresamente
formulada por el Parlament de Catalunya y pactada con las Cortes
Generales y contra la manifestación de voluntad del cuerpo electoral de
Catalunya expresada en referéndum.
No hay ninguna
otra “nacionalidad” o “región” de las que integran España a la que le
haya ocurrido esto. Únicamente Catalunya se ha visto sometida a esta
humillación. La única que ejerce el derecho a la autonomía con base no
en una norma aprobada por sus representantes democráticamente elegidos,
pactada con los representantes de todos los ciudadanos del Estado y
ratificada en referéndum, sino con una norma impuesta por el Tribunal
Constitucional a instancia del PP.
El derecho a la autonomía “reconocido” en la
Constitución, no creado por la Constitución, exige que el punto de
partida del mismo, el Estatuto de Autonomía, sea el resultado de un
pacto entre el Parlamento de la “nacionalidad” y las Cortes Generales y
de la ratificación en referéndum de dicho pacto por los destinatarios
del mismo, esto es, por los ciudadanos de la nacionalidad afectada.
La condición sine qua non que la Constitución exige para que el derecho
de autonomía sea reconocible, está ausente en Catalunya desde la
publicación de la STC 31/2010.
En Catalunya se está ejerciendo el derecho a la autonomía de una manera
mutilada. No como querían ejercerlo los ciudadanos y sus
representantes democráticamente elegidos, sino como se le ha impuesto
desde fuera.
Es esta humillación la que explica el 1-O. Sin la STC 31/2010, no habría habido 1-O.
Y es la quiebra de la Constitución Territorial que produjo dicha
sentencia la que explica la magnitud del problema. La Constitución
Territorial de Catalunya era el pacto entre el Parlament y las Cortes
Generales y el referéndum acerca de dicho pacto alcanzado en 2006. No
los artículos del Título VIII CE y del Estatuto, que no los lee nadie,
sino el pacto y el referéndum que los entiende todo el mundo. La
sentencia del Tribunal Constitucional desautoriza el pacto y desconoce
el resultado del referéndum. Ni pacto ni referéndum, sino lo que yo
decido.
Esta es la razón por la que he escrito que la
STC 31/2010, formalmente fue una sentencia, pero materialmente fue un
golpe de Estado. Y un golpe de Estado protagonizado por un Tribunal
Constitucional triunfa siempre. No puede fracasar, como puede hacerlo
cuando el protagonista es un teniente coronel de la Guardia Civil. Al
elegir al Tribunal Constitucional como instrumento para dar el golpe,
Mariano Rajoy sabía lo que hacía.
El golpe surtió el
efecto deseado. En 2011 el PP ganó abrumadoramente en mayo las
elecciones municipales y autonómicas y en noviembre las elecciones
generales. Los dos partidos que había pactado la reforma del Estatuto de
Autonomía quedarían desarbolados. CiU ni siquiera existe ya como
partido y el PSOE se encuentra enormemente debilitado como consecuencia
de la interiorización del conflicto territorial.
Con
esta quiebra del nacionalismo autonomista y debilitamiento del partido
socialista, se ha roto el equilibrio del sistema político nacido en
1978, en el que Catalunya jugaba un papel esencial. El nacionalismo
autonomista catalán, también el vasco, pero en mucha menor medida, era
el árbitro entre los conflictos entre los dos grandes partidos de
gobierno de España, UCD y PP, por un lado, PSOE por otro. Desde las
elecciones de 15 de junio de 1977, cada vez que el cuerpo electoral no
daba la mayoría absoluta a uno de los dos partidos, la gobernabilidad
del Estado dependía de la contribución de los nacionalismos y,
básicamente del nacionalismo catalán.
Garantizar la
participación de Catalunya en la dirección política de España ha sido
uno de los mayores éxitos de la Constitución de 1978. Aquí está gran
parte del secreto del éxito de la Constitución. La STC 31/2010 puso fin a
dicha participación. Desde entonces Catalunya está como está y los
demás estamos como estamos.
Y sin vía jurídicamente ordenada para salir de donde nos encontramos. Pero esto tendrá que ser objeto de otro artículo.
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