El 3 de Octubre de 2017 a las 21'00, la prótesis monárquica del franquismo agotada, envejecida y derrotada por la propia historia, ha confirmado en la televisión su incapacidad para entender y aceptar que no tiene recursos, ni energía ni razón de ser ni de estar a la cabeza del estado español. Su mensaje autoritario, carente de contenido político, rígido y anacrónico, ceniciento y gris, carente de esperanza y de frescura, fuera de la realidad, encorsetado y fuera de lugar en siglo XXI, en un momento tan decisivo como el que estamos viviendo, ha venido a confirmar lo que los acontecimientos en Catalunya están explicando de día en día: los tiempos y las circunstancias no tienen marcha atrás. El reloj de la historia no hay quien lo pare. Ni España es la misma que en 1978, ni Europa ni el mundo tampoco. Ni siquiera el capitalismo funciona como entonces. Para el progreso empresarial cuenta y pesa más una política inteligente que levante los países y la moral laboral de las buenas prácticas que los mecanismos esclavistas que los hunden, con gobiernos rupestres, leyes retrógradas, malos tratos sociales y economías depredadoras que no permiten la recuperación creando desigualdades y miseria en vez de procurar un bien común que repercute en el resto de países europeos.
Sólo hay que ver la valoración positiva que está haciendo Europa de la recuperación de Portugal y de la vergüenza y críticas internacionales que provoca la situación deplorable del estado español, embarrancado en la corrupción sin límites y en los modos dictatoriales de un gobierno, apoyado y defendido por una monarquía sin escrúpulos, capaz de ir vendiendo armas a las dictaduras como Qatar, en nombre de los pueblos de España. ¿Cómo una Jefatura del Estado, que los españoles no han elegido, capaz de andar en esas tesituras podría tener autoridad legítima y ética para dar lecciones prácticas de democracia y buen gobierno si ella misma es un pegote antidemocrático diseñado por un dictador genocida y mantenido por una oligocracia impresentable que se beneficia del régimen y que, como se está comprobando en Catalunya, es un verdadero cáncer institucional, un paraguas protector para la corrupción con la que se retroalimentan el ejecutivo corrupto, el parlamento anulado, un poder judicial secuestrado y chantajeado y la casa real, más unos medios tan consternados por la el derrumbe natural e imparable que no relacionan como la consecuencia de lo que ellos consideran "legal" e infalible? La función de las normas no puede ser un obstáculo para las libertades democráticas, sino un estimulo para modificarlas cuando la situación requiere apertura para crear nuevas herramientas y explorar nuevos caminos. Por ejemplo, el del diálogo. Es aberrante que un jefe de gobierno se niegue a hablar de un problema como el independentismo porque le da miedo parecer poco duro o porque teme tener que ceder en sus rigideces ante realidades inapelables que no sabe encajar. O teme que lo enreden porque no sabe discernir lo conveniente de lo que no lo es y necesita demasiado tiempo para comprender conceptos y por eso sólo puede responder leyendo discursos escritos previamente, que en un debate no se corresponden con las respuestas inmediatas propias de la dialógica. Por eso las respuestas ad hoc del pp suelen ser insultos y descalificaciones, nunca respuestas a lo que se ha preguntado.
Sólo hay que ver la valoración positiva que está haciendo Europa de la recuperación de Portugal y de la vergüenza y críticas internacionales que provoca la situación deplorable del estado español, embarrancado en la corrupción sin límites y en los modos dictatoriales de un gobierno, apoyado y defendido por una monarquía sin escrúpulos, capaz de ir vendiendo armas a las dictaduras como Qatar, en nombre de los pueblos de España. ¿Cómo una Jefatura del Estado, que los españoles no han elegido, capaz de andar en esas tesituras podría tener autoridad legítima y ética para dar lecciones prácticas de democracia y buen gobierno si ella misma es un pegote antidemocrático diseñado por un dictador genocida y mantenido por una oligocracia impresentable que se beneficia del régimen y que, como se está comprobando en Catalunya, es un verdadero cáncer institucional, un paraguas protector para la corrupción con la que se retroalimentan el ejecutivo corrupto, el parlamento anulado, un poder judicial secuestrado y chantajeado y la casa real, más unos medios tan consternados por la el derrumbe natural e imparable que no relacionan como la consecuencia de lo que ellos consideran "legal" e infalible? La función de las normas no puede ser un obstáculo para las libertades democráticas, sino un estimulo para modificarlas cuando la situación requiere apertura para crear nuevas herramientas y explorar nuevos caminos. Por ejemplo, el del diálogo. Es aberrante que un jefe de gobierno se niegue a hablar de un problema como el independentismo porque le da miedo parecer poco duro o porque teme tener que ceder en sus rigideces ante realidades inapelables que no sabe encajar. O teme que lo enreden porque no sabe discernir lo conveniente de lo que no lo es y necesita demasiado tiempo para comprender conceptos y por eso sólo puede responder leyendo discursos escritos previamente, que en un debate no se corresponden con las respuestas inmediatas propias de la dialógica. Por eso las respuestas ad hoc del pp suelen ser insultos y descalificaciones, nunca respuestas a lo que se ha preguntado.
¿Acaso el independentismo catalán que siempre había sido asunto de muy poca relevancia política, sino más bien un toque peculiar y fuera de tiesto para la mayoría de los catalanes, habría cobrado esta actualidad revulsiva y esta fuerza social y de contestación política imparable, si en vez de una monarquía apolillada y corrompida de orígenes vergonzosos, el estado español fuese hoy una república donde la libertad y la legitimidad de los derechos civiles no tuviesen que ser sostenidos por la legalidad de unas leyes manipuladas entre intereses de partidos políticos y el mercado del dinero al servicio de la corrupción, amparados en la policía y en la Guardia Civil? ¿Acaso se hubiera producido un retroceso democrático como es la resurrección nacionalista en conflicto, en un tejido social políticamente saneado, en un modelo de estado a la altura de tiempos tan turbulentos como los que vivimos globalmente? ¿Acaso con los mismos problemas económicos y sociales ha sucedido algo parecido a lo de Catalunya en ningún otro estado europeo? ¿Qué pasó en Escocia y cómo se gestionó el tema de la autodeterminación entre los escoceses y los ingleses? Cameron y Rajoy son de derechas y sin embargo hay un abismo entre ellos: uno es inteligente y demócrata y el otro un cenutrio bloqueado con ínfulas, que sustituyen a las entendederas.
La prueba de nuestra chapuza constitucional y de nuestros remiendos políticos es que no disponemos una estructura estatal sana, limpia ni transparente. Sino un que padecemos un amasijo de normativas enfermas e ineficaces, basadas en el miedo que sólo pueden machacar, reprimir y agredir como respuesta a los problemas de un tiempo que desborda a una política de corte decimonónico y tan corta de recursos cognitivos como larga en miseria moral y política.
El discurso del rey esta noche ha venido a rubricar con su firma la muerte de una farsa democrática que ha durado lo que le ha permitido durar el apoyo de una Europa económicamente fuerte y sin problemas, de cuya vista gorda pudo subsistir mientras se preparaba el asalto del gran capital yanky a la socialdemocracia europea, agobiada y desequilibrada in crescendo a su vez por la incorporación de los pueblos del Este europeo tras la caída de la URRSS hasta llegar a ser gobernada por la derecha alemana con la desaparición imparable de la socialdemocracia, engullida por el miedo y su propia debilidad creciente, al intentar compaginar el socialismo con el más virulento capitalismo.
Este largo proceso en España se ha vivido con mucha torpeza y resignación de la clase política más despierta y social, que ha facilitado la ascensión de la política retrógrada y obtusa de una derecha, analfabeta política y atroz, vieja guardia con métodos depredadores a inhumanos, representada por el pp y su clon rejuvenecido que es c's, que juntos han conseguido desactivar y abducir a un Psoe cada vez menos socialista y más apegado al poder y a un concepto sui generis y acomodaticio de la estabilidad que preocupado por el bien común, despreciando y bloqueando a las formaciones políticas más lúcidas y de visión más larga y potente, conectadas con la realidad de a pie y en las que participa la ciudadanía, y que han llegado a llamar "extrema izquierda", "populismo", "antisistema" y barbaridades por el estilo. La realidad está demostrando despiadadamente, hasta que punto se han equivocado en su valoraciones. Y lo seguirá demostrando mientras el gobierno siga en manos neofascistas y el modelo de estado no sea sometido a referéndum en limpio funcionamiento democrático. Si de verdad España quiere una monarquía y no una república federal o confederal como Alemania o Suiza, que se vote y se elija sin el franquismo de por medio como patrón del barco. Mientras eso no suceda, estaremos expuestos cada vez más a crisis y episodios como los que ahora hacen poner el grito en el cielo a quienes se han habituado a la anomalía como normalidad.
España se cerró en banda en los siglos XVIII y XIX a las reformas del nuevo tiempo. Francia tuvo su revolución a finales del XVIII, EEUU, un poco antes la suya, Italia se liberó de los restos mortales de los imperios europeos que sustituyeron al suyo, el Romano, y de la propia monarquía residual gracias a Garibaldi y al aire fresco republicano hace 160 años, pero España se quedó sola en su deriva autoritaria y patológica, llena de miedo y de rabia contenida contra sí misma por no ser capaz de detectar su estado lastimoso y atacada de un orgullo residual de los viejos tiempos imperiales en los que en sus dominios "no se ponía el sol" y en los que se dedicó a esquilmar territorios y a destrozarlos mientras ella misma se aniquilaba por falta de educación y sobra de cadenas emocionales y mentales. Orgullo, ignorancia y miseria asfixiando la inteligencia colectiva y la conciencia social, en la misma proporción. Soberbia en lo estúpido de la apariencia y autohumillada, obediente y sometida en lo importante.
Una prueba de ello es que cuando durante 14 años de socialismo made in spain, pudo cambiar todo sin violencia, simplemente con pedagogía e interés por civilizarse, la mediocridad gestora del estado se dedicó a crear tochos de leyes que nadie conoce, que no solucionan nada y que cada gobierno aplica y adapta a su servicio ideológico, para aplastar a la ciudadanía y complicarle la vida, en vez de simplificar, facilitar y aclarar situaciones; la causa de ese disparate es empeñarse en dejar depositada exclusivamente en las normas la responsabilidad de las decisiones fundamentales. Con ello crean un desajuste absoluto entre las normas estáticas y la vida que cambia constantemente con el tiempo y el entorno. Se crea una especie de esquizofrenia política y nada ejecutiva entre la inmovilidad de la envoltura y la vida de la conciencia ciudadana. Por eso, las normas anquilosadas que no evolucionan al ritmo de la conciencia política y social que debería diseñarlas, se acaban convirtiendo en la soga en casa del ahorcado. En una coraza que impide respirar, en una inutilidad y sobre todo en un arma letal y tóxica para el progreso de los pueblos.
Una prueba de ello es que cuando durante 14 años de socialismo made in spain, pudo cambiar todo sin violencia, simplemente con pedagogía e interés por civilizarse, la mediocridad gestora del estado se dedicó a crear tochos de leyes que nadie conoce, que no solucionan nada y que cada gobierno aplica y adapta a su servicio ideológico, para aplastar a la ciudadanía y complicarle la vida, en vez de simplificar, facilitar y aclarar situaciones; la causa de ese disparate es empeñarse en dejar depositada exclusivamente en las normas la responsabilidad de las decisiones fundamentales. Con ello crean un desajuste absoluto entre las normas estáticas y la vida que cambia constantemente con el tiempo y el entorno. Se crea una especie de esquizofrenia política y nada ejecutiva entre la inmovilidad de la envoltura y la vida de la conciencia ciudadana. Por eso, las normas anquilosadas que no evolucionan al ritmo de la conciencia política y social que debería diseñarlas, se acaban convirtiendo en la soga en casa del ahorcado. En una coraza que impide respirar, en una inutilidad y sobre todo en un arma letal y tóxica para el progreso de los pueblos.
A esta patética historia, Felipe VI esta noche ha venido a poner el punto final, convencido de todo lo contrario.
Parafraseando a Neruda, lo cierto es que hagan lo que hagan y aunque arranquen las flores jamás conseguirán impedir que llegue la primavera.
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