Y en efecto, dicho y hecho, como una autoprofecía, R.D. ya lo dijo con antelación, como si lo viera en una especie de viaje al futuro inmediato. Ella, que iba en plan Luis XIV: l'etat c'est moi. Y claro, en esas tesituras, muerto el perro se acaba la rabia ipso facto o sea, eliminada la cabeza pensante, eliminado el partido. O en este caso, destrozado el partido, eliminada la cabeza pensante por haber pensado en ella y en su trasunto-prolongación, más que en la finalidad que debería haber tenido ese partido, que no era entronizar a la madre fundadora sino hacer posible un país y un estado con menos ínfulas, menos figuras y más democracia igualitaria.
De este barrido exprés se puede aprender mucho. Los candidatos de los partidos y sus líderes deberían plantearse que el partido no lo es todo, y que incluso el partido se queda en nada en un plisplás si no sirve a la ciudadanía antes que a las ideas que lo han puesto en marcha. Servir a la ciudadanía empieza, lo primero, por sentirse idem, antes que preboste con aspiraciones a vivir del erario público, y a continuación, por escuchar a sus conciudadanos y no por darles lecciones acerca de cómo y en qué clave ideológica tienen que interpretar la realidad. La ciudadanía no necesita más salvadores ni más gerifaltes ni más charlatanes y charlatanas. Está saturada. Harta hasta decir basta de tanto bocas y tanto predicador, que están fuera de su realidad y desde ese fuera de juego, pretenden gobernar lo que desconocen porque llevan la tira de años sin tocar el suelo y asaltando los cielos electorales para que el chollo siga ad infinitum. Igual que los curas, que son célibes y no saben qué es vivir en pareja, tener hijos y responsabilizarse de su relación con el conjunto familiar, que no tienen al mismo tiempo problemas laborales ni se relacionan con el resto de humanidad al modo humano, sino "divino", y se ponen a dar consejos, como si un ciego de nacimiento se empeñase en dar clases de pintura a los demás o un sordo pretendiese dar lecciones de música.
Los políticos 'profesionales' están fuera del mapa de la coherencia, esos que jamás han ejercido un trabajo normal, que si hicieron una carrera hace años, nunca la ejercieron y no recuerdan como se trabaja en una profesión, nunca han sido el currito que tiene que vigilar al patrón para que no le rebane los derechos ni le racione el sueldo a la medida de su ambición y avaricia, no deberían gobernar más de un par de legislaturas como mucho. El poder deforma la visión normal de la cosas cotidianas. Crea hábito y adicción y una burbuja envolvente, que como a los drogadictos, les hace vivir en un mundo que solo es real para ellos. Se acostumbran a vivir de los contactos y de las prebendas, al negocio giratorio del trapicheo y las relaciones adquiridas por el ejercicio del poder y viven en un cacicato eterno. Como González y sus acólitos desde hace la tira de años. ¿No era abogado laboralista? ¿Por qué no retomó su profesión? Pues porque se asignó un sueldo vitalicio que seguramente aún percibe. Lo mismo que Zapatero, es profesor y no ha vuelto a las aulas. Alfonso Guerra se ha jubilado de diputado. Y así todos. Una vidorra espectacular sin hacer nada más que de Don Tancredos. O sea, de Rajoys.
Tenemos que exigir un pacto de Estado regulador y supresor de entuertos y abusos caciquiles en la gestión política, que, gobierne quién gobierne, no se pueda cambiar sin la consulta de un referéndum, como debería estar regulado el sistema educativo, el sanitario, los derechos laborales, las pensiones que deberían ser intocables, porque ya se cotizó por ellas, la libertad de expresión, las energías, los transportes y el manejo de recursos financieros y la solidaridad internacional en caso de desastres como los refugiados. Si el Estado, como Hacienda, somos todos, ya que sin nuestros aportes en trabajo e impuestos no sería posible Estado alguno y en la Consti se define la soberanía popular como la voluntad colectiva de convivencia y legitimidad, pues, habrá que insistir y exigir que ese principio se cumpla, sea real y no para enmarcar y que quede muy mono en los discursos.
No necesitamos césares, ni sectas ideológicas que nos cuestan lo que no tenemos. Queremos un Estado sectorial no dogmático, más ágil, municipalista y barrial que mamotrético, porque los problemas son más fáciles de resolver en lo próximo que en lo remoto, que se agrupe en un acuerdo confederal, en una red de solidaridad cívica y de apoyo mutuo, donde todas las voces merezcan el mismo respeto y tengan el mismo valor. Un ciudadano, un voto, sea de donde sea. Y todo habitante con los mismos derechos humanos, sea de donde sea.
Queremos un estado laico y aconfesional, del que no nos avergoncemos ni estemos chantajeados como ahora, con las triquiñuelas entre el Vaticano y Podemos. Quien quiera una religión y una educación religiosa para sus hijos, que se las pague de su bolsillo. Si de verdad hay un Dios que es padre de todo lo que existe, o es de todos, sean como sean y crean lo que crean, o no es posible que exista como tal dios algo menos lúcido que sus criaturas, que sí son capaces de entender la diversidad y vivir con ella si condenar a nadie eternamente a un infierno por una diferencia de criterios.
Si la ciudadanía ha superado en lucidez a los hierofantes y gallifantes de siempre y los está poniendo en la picota, es evidente que o cambian de motu proprio o serán cambiados más pronto que tarde por la misma inteligencia colectiva que les está empezando a dar sopa con ondas en tantísimas cosas sin que ellos lo perciban e infravaloren "a la gente", cuando la verdadera "gens" o sea, etimológicamente, casta, son ellos. La ciudadanía no es "la gente", es la civitas y/o, populus, pueblo, que posee la civitatem, la condición de ciudadanía. Son ellos los, políticos "profesionales": la gens ppera, la gens socialista, la gens comunista o la gens podemita o ciudadanita, que no es lo mismo que ciudadana porque los partidos son casta, o gens, ideológica y no pueden ser una categoría universal, como lo es la ciudadanía. Lo único que puede hacer un partido para adecentarse es dejar de comportarse como secta, como "familia" mafiosa, como casta excluyente, como gens. Y eso solo se consigue de dos modos o bien porque los colectivos cívicos consiguen entrar en las instituciones y las democratizan en serio, o bien, porque los miembros de los partidos políticos tradicionales recuperan su condición de ciudadanos libres de trampas sistémicas y lavacerebros, o sea, liberados de tabúes hegemónicos y aparatos mangoneantes, recuperan su conciencia y su libre albedrío para ponerlo al servicio, no de ganar y abatir al contrario hasta dejarlo por los suelos, sino del bien común y no dedicarse al truco de los sillones, cargos, fijaciones, intereses y negocios giratorios de toda catadura si da votos. Estar organizados y ser responsables no equivale a estar sometidos a un criterio ideológico impuesto ni a estar juramentados con un caudillo y su tribu de barones, que parte el bacalao desde siempre y para siempre. Por ejemplo, el Psoe y González o Prisa y Cebrián, que al parecer, son galletas de la misma harina: PRISA funciona al modo chino, como un partido político estalinista y especulador con fachada mediática making consent's, liberal-neocon, y el Psoe como un holding empresarial de corte estalinista-giratorio pero en modelno y fachada socialdemócrata, donde un candidato a gobernar a los españoles no tiene libertad para establecer las negociaciones y confluencias necesarias, si los jeques del partido no lo autorizan porque las consideran peligrosas para sus status correspondiente. Al bien común, que le den, si no favorece, ante todo, las prebendas y prejuicio propios.
El pp, para variar, no se anda con tanta zarandaja teatral y demuestra descaradamente lo que no es: decente. Y lo que es: un montaje caciquil católico-forrístico, sin más florituras ni paripés. Su única virtud consiste en la autenticidad de su mentira, que no se molestan en camuflar de nada. Aquí te pillan y aquí te despluman, te amordazan, te apalean, te someten, te hacen puré, te desahucian y venden tu casa a una SICAV en la que trabaja un híbrido de preboste y alcaldesa, y luego lo celebran con una visita papal o con una bufonada en Brasil invitando a un cafeconleche relaxing people in Plaza Mayor, o haciéndose un Alvia en el camino de Santiago, una mascletá mortífera en el Metro de Valencia, una hoguera para celebrar a Santa Seseña, con efecto retroactivo o con una Púnica agurtelada, pasada por una justicia de acoplamiento en simulado y diferido, muy ecológica, con una capacidad extraordinaria de adaptación al medio quepaqué.
No cito a los emergentes porque aún no se han estrenado y prefiero no echar el Tarot sobre el tema. Démosles una oportunidad, al menos, para demostrar que son la excepción que confirme una cierta decencia posible en el mundo politicante, aunque las señales, sobre todo de Rivera, son más que preocupantes en muchos aspectos y bajezas de miras varias, que ni siquiera se camuflan porque no se ven como tales, sino como talento y maestría. Igualito que el pp. Ay, esos genes traidores y chismosos que todo lo cascan...!
Durante mucho tiempo, siglo y medio, más o menos, los partidos ha sido lo que nunca habrían debido ser: instrumentos de poder y de manipulación de ese poder sobre una masa amorfa e ignorante de seres humanos tratados como objetos de especulación por las castas. Por las distintas gens. A su vez interesadas en que aquella masa solo se redujera a sí misma a pan o churros, o sea, que siguiese siendo eternamente el alimento de las susodichas gens. Tal ha sido y aún es la perversión del sistema esclavista que hasta los partidos más despiertos y bien dispuestos acaban paralizados y obligados a no cambiar nada si quieren estar en las instituciones.
Hubo grandes revueltas y revoluciones violentas y en realidad poco ha ganado la conciencia de nuestra especie, aunque lograse hitos importantes en lo laboral y en algunos derechos, pues, como en un círculo maldito, si los partidos pretenden mejorar y cambiar la sociedad, se les margina, se crean leyes que les impidan hacerse con el número de escaños suficiente para cambiar algo y si lo acaban consiguiendo, se les bloquea internacionalmente hasta dejarlos en la miseria más lamentable y provocar revueltas por carencia de todo lo que no pueden importar ni exportar, como en Chile, Cuba, Venezuela o en Grecia, hasta dejarlos en la miseria de tal modo que prefieran una pobreza bajo control de sus explotadores antes que su liberación y una organización auto-gestionada; así ha pasado y está pasando.
Pero faltaba un punto crítico: el despertar mayoritario de la ciudadanía. Con otros métodos, con otras dinámicas y otro talante mucho más creativo, menos dependiente y más autónomo ideológicamente. Más sectorial y comprensible. Más integrador. Y sobre todo, sin miedo, porque ya se ha sufrido lo peor: el expolio, la pérdida de trabajo digno y justamente retribuido. Los desahucios. Los recortes no solo en dinero sino sobre todo en dignidad. Y ese goteo perpetrado a derecha y a izquierda, ha desencadenado un crecimiento resistente y valeroso y una conciencia nueva. Capaz de crear nuevos recursos y otra forma de vivir que está gestándose, como una nueva humanidad.
El pp, para variar, no se anda con tanta zarandaja teatral y demuestra descaradamente lo que no es: decente. Y lo que es: un montaje caciquil católico-forrístico, sin más florituras ni paripés. Su única virtud consiste en la autenticidad de su mentira, que no se molestan en camuflar de nada. Aquí te pillan y aquí te despluman, te amordazan, te apalean, te someten, te hacen puré, te desahucian y venden tu casa a una SICAV en la que trabaja un híbrido de preboste y alcaldesa, y luego lo celebran con una visita papal o con una bufonada en Brasil invitando a un cafeconleche relaxing people in Plaza Mayor, o haciéndose un Alvia en el camino de Santiago, una mascletá mortífera en el Metro de Valencia, una hoguera para celebrar a Santa Seseña, con efecto retroactivo o con una Púnica agurtelada, pasada por una justicia de acoplamiento en simulado y diferido, muy ecológica, con una capacidad extraordinaria de adaptación al medio quepaqué.
No cito a los emergentes porque aún no se han estrenado y prefiero no echar el Tarot sobre el tema. Démosles una oportunidad, al menos, para demostrar que son la excepción que confirme una cierta decencia posible en el mundo politicante, aunque las señales, sobre todo de Rivera, son más que preocupantes en muchos aspectos y bajezas de miras varias, que ni siquiera se camuflan porque no se ven como tales, sino como talento y maestría. Igualito que el pp. Ay, esos genes traidores y chismosos que todo lo cascan...!
Durante mucho tiempo, siglo y medio, más o menos, los partidos ha sido lo que nunca habrían debido ser: instrumentos de poder y de manipulación de ese poder sobre una masa amorfa e ignorante de seres humanos tratados como objetos de especulación por las castas. Por las distintas gens. A su vez interesadas en que aquella masa solo se redujera a sí misma a pan o churros, o sea, que siguiese siendo eternamente el alimento de las susodichas gens. Tal ha sido y aún es la perversión del sistema esclavista que hasta los partidos más despiertos y bien dispuestos acaban paralizados y obligados a no cambiar nada si quieren estar en las instituciones.
Hubo grandes revueltas y revoluciones violentas y en realidad poco ha ganado la conciencia de nuestra especie, aunque lograse hitos importantes en lo laboral y en algunos derechos, pues, como en un círculo maldito, si los partidos pretenden mejorar y cambiar la sociedad, se les margina, se crean leyes que les impidan hacerse con el número de escaños suficiente para cambiar algo y si lo acaban consiguiendo, se les bloquea internacionalmente hasta dejarlos en la miseria más lamentable y provocar revueltas por carencia de todo lo que no pueden importar ni exportar, como en Chile, Cuba, Venezuela o en Grecia, hasta dejarlos en la miseria de tal modo que prefieran una pobreza bajo control de sus explotadores antes que su liberación y una organización auto-gestionada; así ha pasado y está pasando.
Pero faltaba un punto crítico: el despertar mayoritario de la ciudadanía. Con otros métodos, con otras dinámicas y otro talante mucho más creativo, menos dependiente y más autónomo ideológicamente. Más sectorial y comprensible. Más integrador. Y sobre todo, sin miedo, porque ya se ha sufrido lo peor: el expolio, la pérdida de trabajo digno y justamente retribuido. Los desahucios. Los recortes no solo en dinero sino sobre todo en dignidad. Y ese goteo perpetrado a derecha y a izquierda, ha desencadenado un crecimiento resistente y valeroso y una conciencia nueva. Capaz de crear nuevos recursos y otra forma de vivir que está gestándose, como una nueva humanidad.
¿Alguien recuerda que en todas las crisis de migración en masa que ha habido hasta ahora, se haya movilizado tanto voluntariado por libre, por su cuenta y riesgo, para ayudar directamente a las víctimas, perfectamente organizados entre sí mediante las redes sociales de apoyo mutuo, sin siquiera fiarse de las ONGs, que se van descubriendo al servicio del sistema controlador porque no son ONGs de verdad y reciben asignaciones de los estados, para poder ser controladas y sometidas al enjuague? ¿Alguien aún no ha caído en la cuenta de que cuando se ha visto y comprobado la verdad sobre la ineficacia y la dependencia del poder de ACNUR, por ejemplo, que depende de la ONU, o sea, de EEUU, la ciudadanía del mundo se ha empezado a dar de baja y a implicarse personalmente en organizaciones más pequeñas, transparentes y cercanas, que garantizan la gestión en limpio y en directo de la ayuda solidaria?
Todo está cambiando a una velocidad de vértigo, hasta el Universo, según la observación de los físicos, parece que está aumentando la velocidad de su expansión. Es física cuántica. El universo es materia y energía inteligente e intercomunicable, que, como afirma Karl Marx, no se crea ni se destruye. Cambia, como dice Heráclito de Éfeso, ya en la Grecia presocrática.
Es un privilegio poder reconocer estos síntomas cósmicos hasta en los movimientos sociales, como efecto recíproco en el crecimiento y expansión de la conciencia humana, que a su vez se agrupa y se mueve con mucha más fuerza y velocidad que en toda la historia conocida.
Hubo un hombre hace años, a finales de siglo XIX y principios del XX que ya puso por escrito este futuro; un Julio Verne de la ciencia. Se llamaba Pierre Teilhard de Chardin, era antropólogo y lo explicó estupendamente en El medio divino, que es el apéndice futuro de El fenómeno humano. Obras por las que fue condenado y penalizado como hereje por la iglesia católica, -¡como no!- con el silencio y el destierro. Se libró de que le convirtieran en pincho moruno p porque ya lo de las hogueras no estaba bien visto, que si no le hubieran hecho la torrada como a Giordano Bruno o a Servet por decir que la sangre era arterial y venosa. Era jesuita. Como los de las reducciones de Paraguay y tantos otros héroes del silencio que no han cedido a las presiones y como Galileo se han empeñado en afirmar lo que ven y comprueban, sin miedo y sin prejuicios.
En fin, que ya no es posible retroceder porque la vida y la evolución no tienen miramientos con las costras y los pesos muertos. Y lo que fue acabó; una nueva época se abre delante de nosotras/os. Un camino que no es fácil, pero sí es apasionante y si lo sabemos enfocar desde el amor, la sonrisa, la amabilidad, -que nada tiene que ver con la falta de resolución-, con la paciencia y con la lucha entendida como dinamismo solidario y cambio a mejor, veremos un mundo que surge de sus cenizas como el Ave Fénix. Ya estamos en ello aunque no lo parezca.
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