Hubiera sido fácil la escapada
entre presentimientos de azabache
y las arquitecturas del Eresma.
En seda natural, organza y dudas,
limitabas con Elsinor al Norte,
Camelot al Oeste,
al Este los rosales de Corfú
y al Sur la bendición de las magnolias.
El drama, Maestro Shakespeare,
no requiere morir a golpe de puñal
ni a duelo de veneno fulminante,
sino un agonizar a plazo fijo,
un vudú manuscrito de agujas en el alma
con plomo de tristeza
y una cuenta corriente de fantasmas´
Quién hubiese pensado sólo en grises
que tan iluminada tersura de gladiolos
fuese tan nieblamente de cárcel y glaciar,
que el círculo dorado y su vino de azahares
tuviera aquel sabor a purgatorio.
Pero detrás del velo,
del sueño y del verano, Maestro Shakespeare,
aviva cada tarde sus hogueras,
recuperan las aguas el esmalte del cielo, la pereza del sol,
las notas que despiertan a la orilla de un vals.
Y tú, de nuevo tú,
en medio de ti misma renacida,
abandonas el pozo de los muertos
y regresas al don de las gaviotas.
(del poemario inédito Geografías de Interior. 1998)
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