viernes, 3 de enero de 2020

Imprescindible reflexión del Profesor Navarro

El enorme daño causado por los economistas neoliberales




Joseph Stiglitz (premio Nobel de Economía en el año 2001), escribió un artículo publicado en la revista Social Europe, The end of neoliberalism and the rebirth of history (26.11.19), en el que señalaba las consecuencias negativas de la aplicación de las políticas neoliberales (que incluían reformas laborales encaminadas a debilitar a los sindicatos y facilitar el despido de los trabajadores, así como políticas de austeridad con el intento de disminuir la protección social mediante recortes del gasto público social) en la calidad democrática de los países a los dos lados del Atlántico Norte (incluyendo España), así como en el bienestar de las clases populares de los países donde tales políticas se han estado aplicando. La evidencia de que ello ha sido así es clara y contundente.
El objetivo del artículo de Stiglitz era denunciar a los economistas que han promovido tal ideología política (el neoliberalismo), los cuales han alcanzado un dominio casi completo en fórums donde se reproduce la sabiduría convencional de los establishments políticos y mediáticos. Tal dominio ha sido promovido por las élites financieras y empresariales, así como por los sectores más pudientes de la población, que han ejercido (y continúan ejerciendo) una enorme influencia sobre tales establishments y que eran, y son, los que se benefician más de la aplicación de tales políticas, beneficios que están basados, según Stiglitz, en una enorme explotación de las clases populares, cuya calidad de vida ha empeorado considerablemente como resultado de la aplicación de esas políticas. Una de las consecuencias de esta realidad ha sido el enorme crecimiento de las desigualdades en la mayoría de estos países en los que tales políticas se han aplicado.

El principio básico del dogma neoliberal, según Stiglitz

Detrás de un lenguaje aparentemente científico, los economistas neoliberales han estado promoviendo un principio muy sencillo y que raramente aparece explícito en su argumentario. Tal principio es que “la eficiencia del sistema económico requiere incrementar la riqueza de los de arriba (las élites financieras y empresariales, así como las profesionales a su servicio), a fin de que tal riqueza vaya extendiéndose a los de abajo, que son todos los demás”. Este principio ha estado vigente siempre en las “ciencias” económicas dominantes, habiendo alcanzado niveles extremos durante la Gran Recesión. Según dicho dogma (y no hay otra manera de definirlo), lo que beneficia a los propietarios y gestores del capital financiero, así como de las grandes empresas del país (que son una minoría de la población), beneficia automáticamente a la mayoría de la población.
El problema con tal ideología es que los datos no muestran esta realidad, pues las rentas de los primeros han ido creciendo muy significativamente durante todos estos años de neoliberalismo imperante, mientras que las de los segundos ha ido descendiendo. En todos estos países del capitalismo desarrollado, las rentas derivadas del trabajo han ido disminuyendo como porcentaje de todas las rentas, mientras que las rentas derivadas de la propiedad del capital han ido aumentando. Y dentro de la masa salarial, ha habido también una enorme polarización de los salarios, con una minoría que se ha visto muy beneficiada a costa de una mayoría que se ha visto muy perjudicada.

La abusiva promoción del neoliberalismo por parte de los establishments políticos y mediáticos

En este escenario, Stiglitz señala que tales economistas neoliberales eran los que aparecían (y añadiría yo que en España continúan apareciendo) en los mayores medios de información, monopolizando el área de lo que se presenta como “ciencias” económicas, marginando, impidiendo y silenciando las voces críticas que no comulgaban con las falacias que sostenían sus argumentos y propuestas. Los primeros eran los ortodoxos del dogma neoliberal, que marginaban a los heterodoxos, definidos como “ideólogos” o “demagogos”.
Ahora bien, el fracaso del neoliberalismo es tan patente, claro y contundente que por fin se ha visto que “el rey estaba desnudo” y hoy, según Stiglitz, estamos viendo el fin del dogma neoliberal, que se había iniciado en los años ochenta del siglo pasado con la revolución neoliberal empezada por el presidente Ronald Reagan en EEUU y por la Sra. Margaret Thatcher en el Reino Unido, y que fue asimilada más tarde por lo que se definía como la Tercera Vía en EEUU (Clinton) y en la Unión Europea (Blair, Schröder y Zapatero). Esta revolución causó, en última instancia, la Gran Recesión, la cual acentuó todavía más los efectos negativos de tales políticas. Dicho fracaso es también la causa de la enorme crisis de legitimidad política que viven las democracias liberales en EEUU y en Europa. Esta conclusión de Stiglitz es, según mi parecer,  excesivamente optimista, pues si bien es cierto que tales políticas neoliberales están desacreditadas extensamente en gran parte de los círculos académicos y en algunas agencias internacionales, no lo está tanto en las esferas políticas y mediáticas de muchos países, siendo España uno de ellos.

El gran fracaso del neoliberalismo en España

Todo lo que Stiglitz define, critica y denuncia puede aplicarse totalmente a España. Este es uno de los países donde tales políticas se han aplicado más clara y contundentemente. Como consecuencia de ello, España está, en cuanto a indicadores de calidad de vida de las clases populares se refiere, a la cola de los países capitalistas desarrollados. Un indicador tras otro muestran que, en temas de bienestar, estamos a la cola de los países a los dos lados del Atlántico Norte. Los elevados porcentajes de precariedad en el mercado de trabajo, la elevada tasa de desempleo, el bajo nivel de los salarios, la elevada desigualdad en la distribución de la propiedad y de las rentas, el bajo gasto público social, la escasa protección social, etc., muestran que estamos entre los peores países. Miren los datos y lo verán (ver mi libro Ataque a la democracia y al Bienestar, Crítica al pensamiento económico dominante. Anagrama, 2015).
Echen un vistazo a los gurús económicos que aparecen en los grandes medios (radiofónicos y televisivos) y verán que la única diferencia entre ellos es que unos proponen la versión dura del neoliberalismo y los otros su versión blanda, presentando inexactitudes (con gran pomposidad y arrogancia) como “verdades científicas”, aunque en realidad sean falsedades que carecen de credibilidad. En tales fórums es muy infrecuente que aparezca una voz crítica con tal dogma.

Todo esto que está ocurriendo era muy predecible, y así lo hicimos unos pocos

Efectivamente, todo lo ocurrido fue predicho. Véase, como ejemplo, mi libro Neoliberalismo y Estado del Bienestar (Editorial Ariel Económica), escrito ya en 1997. En aquel libro indiqué que las políticas neoliberales que se estaban aplicando en los países capitalistas más avanzados causarían una enorme crisis económica. La derrota del mundo del trabajo, con la consiguiente disminución de los salarios y de la demanda doméstica, crearía dicha crisis, ya que forzaría a las familias y a las empresas pequeñas a endeudarse, lo que provocaría a su vez el gran crecimiento del sector financiero, que al invertir en los sectores de mayor rentabilidad como era el sector especulativo de la economía (del cual el inmobiliario era el más extendido) crearía burbujas que al explotar causarían una crisis financiera. Y todo lo que se predijo, ocurrió. Cuando la reina del Reino Unido pidió a un grupo de economistas cómo era posible que no hubieran sabido prevenir la crisis, el portavoz de dicho grupo, Luis Garicano, el gurú económico de Ciudadanos, no supo responder, cuando, en realidad, era muy fácil de ver si uno abandonaba la fe en el dogma neoliberal (siendo tal economista uno de sus más fervientes creyentes) para mirar simplemente la realidad que le rodeaba.
Los impactos sumamente negativos que presentaban tales políticas se justificaban bajo el lema de que “no había otras alternativas”. Juan Torres, Alberto Garzón y yo mostramos la enorme falsedad de tales propuestas, señalando que por cada recorte de gasto público social que dañaba a las clases populares, se podría haber hecho otro recorte, sustituyendo al anterior, que hubiera afectado a las clases más pudientes. Y también mostramos que el hecho de que no se escogiera una alternativa y no la otra se debía precisamente a la enorme influencia que tales clases pudientes tenían sobre el Estado español y sus partidos gobernantes.
Así pues, y como ya he indicado antes, lo que ocurrió era muy predecible, así como también lo fue la protesta popular en contra de la aplicación de tal dogma. En España dicha protesta tomó la forma del 15-M, el movimiento de los indignados, que tuvo un enorme impacto en el país y que tenía como objetivo la denuncia de la nula representatividad de las instituciones que se definen a sí mismas como representativas. El eslogan “no nos representan” lo decía todo. Fue un auténtico tsunami. Y de ahí nació un movimiento político-social, Podemos. Así fue como nos pidieron a Juan Torres i a mí que hiciéramos un borrador de su programa económico, que elaboramos en base a nuestra obra Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España (Editorial Sequitur, 2011), realizada conjuntamente con Alberto Garzón. Dicho programa fue mejorado más tarde por las deliberaciones y las discusiones dentro de aquella formación política.
La respuesta de hostilidad por parte del establishment político-mediático hacia dicho programa fue enorme. Y como era predecible, lo intentaron destruir, mintiendo y presentándolo como “escrito en Venezuela” (antes, durante la Guerra Fría, se utilizaban otros puntos de referencia, como Moscú o Pequín), cuando en realidad era un programa de sensibilidad kaleckiana, que quiere decir socialdemócrata de raíces escandinavas. La escasa densidad intelectual de las fuerzas conservadoras y neoliberales hace que en España (incluyendo Catalunya) se sustituya el debate por el insulto, magnificado en las cajas de resonancia que proporcionan los medios.
Las clases populares son conscientes de esta situación, de ahí que la clase política y los medios de información estén en España entre los menos valorados en la Unión Europea.
Pero el cambio es posible, y para ello es importante romper el fatalismo de aquellos que se muestran pasivos porque dicen que hay muy poco que se pueda hacer. Y una cosa que deberían hacer los lectores que son conscientes de este enorme desequilibrio es escribir cartas de protesta a tales medios de información para mostrar el desacuerdo con lo que están diciendo. Porque el nivel de estos medios es tal que deberían ser definidos como medios de persuasión y manipulación. Lo peor que puede ocurrir es que la gente se mantenga pasiva, absorbida por una mentalidad según la cual no se puede hacer nada para cambiar esta situación. Y este es precisamente el mensaje que tales medios continúan promoviendo, acentuando que no hay alternativas o algo parecido. Pero la evidencia científica muestra claramente que sí que las hay, y que no se hayan llevado a cabo se debe a que las élites financieras y económicas del país son determinantes en las políticas gubernamentales. Es necesario y urgente que esto cambie, porque, insisto, de haber alternativas sí que las hay. Lo que ha faltado hasta hoy ha sido voluntad política para aplicarlas. Así de claro.

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Una sola objeción: Podemos no surgió del 15M. Nació, a posteriori, de un grupo de universitarios interesados en la oportunidad de encontrar salida laboral a su precariedad. La oportunidad era estupenda: el 15M sería la inspiración para hacerse con "las masas" y tomar las riendas políticas, como si todo el movimiento de la base social se quedase en una algarada popular pero inútil sin los nuevos paladines especialistos,  en una especie de estéril y vociferante motín de Aranjuez, que gracias a los nuevos excelsos enteraos, cobraría el glamour de un partido político que le diese al populacho el aliño indumentario adecuado para estar representado comodioshmanda en el Parlamento y así, de paso, servir de trampolín institucional a la generación fri -contemplativa de chicos y chicas en paro, "con lo que valéis, jóvenes, jóvenos y jóvenas", pero que no distinguen la realidad de un videojuego. 
La campaña invasiva fue espectacular, círculos, comisiones, asambleas con todo lo necesario como megafonía, carpas, pasquines explicativos, reuniones constantes en bares y terrazas cerveceras...Una estrategia que pronto se hizo ritual y debate constante que lejos de centrar la actividad del compromiso y las iniciativas concretas, fue diluyendo la implicación grupal en delegación para "los profesionales". En el primer 1de Mayo, se notó el tajo social: Podemos y C's se montaron su mani por cuenta propia, al margen de los sindicatos y del resto de las fuerzas sociales y políticas, ellos eran mesiánicos, incorruptos, concebidos sin pecado original ...y extraterrestres.
 Entonces sucedió lo peor: la sensación de vacío y a la vez de misión cumplida sin cumplir, por parte de la sociedad de base, que, cortado a cortado, cañita a cañita y tapa  a  tapa, por esos bares de dios comenzó a desmovilizarse y  a soltar responsabilidades demasiado urgentes, porque ya había encontrado un modo de volver a lo de siempre: la comodidad de no asumir el rol de la auténtica democracia y dejarlo todo en teatro del barrio, un guiñol eterno, viejo, consuetudinario, nada eficaz, pero comodísimo en su perfecta ranciedumbre habitual. Las aguas volvían a la normalidad y eso producía una paz extraña pero tranquilizadora, de un final de batalla, sin ver que la guerra del desguace acababa de empezar en las propias filas . 
Las mareas ya no eran necesarias, si unos chavalitos/as, tan majas y serviciales se presentaban como gestores estupendas de un mundo a estrenar: el de la ilusión. Porque esa era la palabra mágica, la estrategia troncal del nuevo mundo naciente: llenarlo todo de ilusión. Los problemas y conflictos los resolvería ella, los abismos sin puente que separan la realidad de la ficción, los rellenaría ella, los encontronazos entre egos mandarines serían suavizados por ella, y la revolución a la inversa del paro universitario, la gestionaría ella desde las urnas y el sopor de la satisfecha ciudadanía que volvía de nuevo al estado de siesta perenne que tanto echaba de menos cuando volvía de parar desahucios, privatizaciones de la sanidad o desbarraconización de las escuelas públicas, con un cansancio entreverado de fraternidad y la sensación del deber cumplido, que no te sube el sueldo, pero que te hace dormir y despertar en plena forma y te empuja a seguir en el tajo del bien común, porque lo ves posible y hasta realizado. Y con ello te alegras tanto que hasta se te olvida que no vas a cobrar la extra ese año con los putos recortes de la fachocracia neoliberal. Pero sabes en el fondo de ti, que las necesidades urgentes de quienes están sin nada, son lo primero, lo de tu extra puede esperar. Y esa armonía de objetivos, esa empatía de la idea, la emoción y la acción, te hace crecer, te hace renacer a cada paso que das, que dais, que damos, todos a una desde la pluralidad de origen, partido, credo o clase social o apartado cuktural...qué más da, si el alma colectiva es como un racimo de uvas lleno de alimento y frescura para todos y todas. Y no era ilusión, era acción con consecuencias en todos los planos. Hasta la policía acababa por acudir a las manis como sindicato y no como cancerbera de sus conciudadanos, e incluso por denunciar junto a los bomberos, al mismísimo ayuntamiento por el riesgo de montar una mascletá en plena manifestación del aniversario 15M para poner en peligro a los manifestantes e impedirles la ocupación de la plaza. 

Nacieron iniciativas, colectivos que aun siguen en pie en los barrios y que no aceptaron el cazamariposas de Podemos, porque además vieron venir lo que luego ha ocurrido. Cuando ellos llegaron, ya habíamos comprobado que sí se puede si se quiere y no se dejan las tareas comunes en manos de ninguna ilusión por estupenda que la pinten, ni se delegan en trámites interminables por mucho concejal o conseller empapelador que se empeñe. 

Si el Profesor Navarro hubiese estado presente desde el inicio del 15M en su esencia, y hubiese estado cinco años dando el callo y saliendo adelante en cada propuesta y gestión, estoy segura de que nunca se habría podido sentir en sintonía completa con el podemismo buscavidas que ahora padecemos y debemos soportar como mal menor, una vez inoculado en la gestión política con el disfraz de lo que nunca ha sido: nacido en la base del pueblo y no en las aulas de un ghetto intelectual, a años luz de la realidad. La Universidad nos prepara intelectualmente, y es genial, pero es la vida a pie de calle, apie de igualdad fraterna, la que nos da la sustancia, la empatía, la honestidad, la sencillez del caminante, el conocimiento directo de la realidad y el eje del compromiso humano, mucho más que ideológico o religioso o económico o reducidamente político. 

Que ahora la torpeza de nuestros "salvadores" nos haya reducido a elegir entre el trifachito y ellos, no significa que los tengamos que considerar por encima del neoliberalismo ni de los mejunjes del ppoder. Éticamente tienen poco  por no decir  nada, que les distinga de lo más chungo. Simplemente son el maquillaje del mal menor. Lo que hay que aceptar para que la cosa sea menos traumática, sin más. Quien no es capaz de seguir viviendo en su barrio y se tiene que ir a un casoplón en una urbanización de lujo porque se siente mal entre la gente que mayoritariamente le vota no creo que se haya planteado algo por encima del mercado de valores, la verdad. Y lo mismo se puede decir del podemita superconcejal que se ofende cuando le pregunta la prensa si participó en el 15M, y responde ofendidísimo que está limpio de semejante infundio, que él tenía que preparar su tesis y su futuro, y por ello no estaba para participar en tonterías de ese calibre. En fin.
Hubo una vez un partido que quiso tener un código ético, pero se quedó en el preborrador y nunca salió de la burbuja de moral crowdfunding según se tercie.
Aunque la mona se vista de seda...Ojalá cambiasen, despertasen, creciesen, ojalá. Ojalá las pasase lo mismo que a Felipe, no el rey, claro, sino el mendigo despierto y sabio que pide en la puerta del super. Él podría darles un master de política inversa. O sea, lúcida, honesta, coherente y eficaz. Ains!

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