UN REPASITO NUNCA ESTÁ DE MÁS
Buenos días, familia humana. Hoy brilla la luz diaria
de un presente que es eterno en su constante fluir.
La luz deja su mensaje en la propia oscuridad,
para que se reconozcan las huellas del infinito
velado en espacio y tiempo
repartidas sin parar en la paz y en el sosiego
donde el pensamiento calla cuando el Espíritu escribe,
limpia,sana, pule, arropa, nos sostiene y alimenta.
Que el verso de cada instante nos convierta en el poema,
en el renglón que traduce el libro de la Consciencia.
Solo somos en presente, presente de indicativo,
el pasado ya no existe y el futuro aún no ha llegado,
y quizás no llegue nunca a convertirse en ahora
si dejamos el instante abandonado y difuso,
inoperante y dormido
en bruma condicional y nieblas de subjuntivo,
o en el agujero negro de un ayer que ya no es
pero que el apego ansioso a aquello que solo urdió
una sombra pasajera disfrazada de fantasma
nacido de nuestra psique,
que solo puede aportar el zurrón de la nostalgia
y de la melancolía, cadenas que nos amarran
en la caverna del nunca, al ‘siempre’ que no camina
porque le teme al presente y solo ve en el futuro
un porvenir imposible,
...si no hay un cambio consciente que se llama despertar.
Despierto está el universo, despierta la luz, la tierra,
su espacio, sus elementos, despierta la flor, el árbol,
despierto el niño que llega...Despiertos nuestros hermanos
cuando emoción y conciencia se unen en el sentimiento
y de pronto, contactamos con una sola palabra,
tal vez con una sonrisa, quizás con una mirada
y de repente se enciende una luz que antes no estaba,
una chispa de empatía, un soplo de compasión,
una palabra encendida lo mismo que una bombilla
en un sótano sin luz
que revela de repente los porqués y paraqués
de todo lo que sucede en un pequeño rincón
del mundo que nos sostiene.
Es el reconocimiento de la perenne igualdad, ese vínculo infinito
que nos hace humanidad, que nos convierte en familia,
que supera los instintos, que comprende sin juzgar
y celebra a cada instante el gozo de compartir
cada verso irrepetible, que no sabe de rutinas
ni de calificaciones.
Y de pronto se revela el wifi de la Consciencia,
ese tejido infinito que no necesita redes
ni necesita la pesca de intereses ni dineros,
ni chismes ni peripecias, ni amores intoxicados,
eternos especialistas en dependencia y control...
Solo nos basta y nos sobra
con reconocer al Otro como familia diversa
y al mismo tiempo tan suya, tan de todas y de todos,
tan completa, sin que importen los colores
ni las razas ni las lenguas, ni los traumas
y dolores, porque el abrazo del cielo cuando procede del alma
y eleva las emociones al plano de la conciencia,
sana y construye la tierra y solo la paz consigue
ser la verdadera fiesta, que celebra a cada instante
la vida y la realidad de un nuevo tiempo que llega
para quedarse y hallar, comenzar y construir
otro mundo nunca visto que jamás llegó a existir
porque no lo construimos mientras perdimos el tiempo,
ya que todos esperaban -con los credos enlatados-
por los siglos de los siglos,
que nos cayera del cielo como un milagro sorpresa,
cuando en realidad depende de lo que hacemos nosotros
con la herencia que traemos y cómo la gestionamos.
Y no de lo que nos pase, sino de cómo asumimos,
acogemos y orientamos todo lo que nos sucede,
todo lo que compartimos o aquello que acaparamos
entre miedos y egoísmos, complejos de todo o nada,
que acaban por destrozar nuestros cuerpos, nuestras almas,
nuestras mentes desnortadas, nuestro entorno, relaciones,
proyectos e iniciativas
como el mundo en que habitamos haciendo puré el planeta,
como el agua que bebemos, el aire que se respira,
la tierra que aniquilamos, para vivir una vida
que es un desastre inhumano.
No habrá jamás otro espacio
que resista ni sostenga los desastres sin sentido
de una especie como esta, portadora de la luz
y enfangada en las tinieblas
cocinadas al vapor de su propio puño y letra.
En realidad ignoramos qué valor tiene lo nuestro
ni qué pinta el ser humano en semejantes movidas.
Los talentos empleados en las mejores propuestas
construyen el bien común,
son los que más fructifican y más beneficios dejan
a la corta y a la larga.
Y los talentos ahorrados por miedo, por avaricia
o tan solo por pereza e irresponsabilidad,
el tiempo los devalúa y en la miseria se quedan.
No solo arruinan bolsillos
sino también la existencia, la salud y el equilibrio
de individuos sin conciencia, perdidos y anestesiados
por su propia dependencia de roles manipulados,
en sociedades dormidas y de vidas somnolientas,
que solo son resultado de unas causas demenciales,
míseras e ineficaces a la hora de la verdad,
convertidas en sistema, en leyes rudimentarias,
rupestres e inadecuadas, para dar sentido a un mundo
necesitado de un cambio, de nuevos tiempos y espacios
que nada tienen que ver con las momias de un pasado
horripilante y atroz, que permanece sumido
como la Bella Durmiente en un sueño agotador.
Pesadilla delirante en perenne destrucción.
Solo puede despertarse un mundo tan delirante
con un impulso fraterno de sustancia inesperada,
de un amor y un universo
que nada tienen que ver con delirios ni obsesiones,
poderío, seducción, ni víctimas ni verdugos,
ni engaños al por mayor.
Nos basta con encender las luces de la conciencia,
reconocernos hermanos y dejar que nos envuelva
el amor que nos sostiene, nos cuida y nos alimenta,
y nunca nos manipula
ni nos miente ni atormenta, una bienaventuranza
que no pide credenciales,
que ni aburre ni destruye , que siempre tiene respuestas
y un lugar inexpugnable para cada ser humano
donde sentirnos familia, acogidas y amparados.
Eso dice el evangelio y da de lleno en la tecla,
como el sentido común que nace de la experiencia,
en el conocer profundo.Y que nos quede bien claro:
No hacen falta religiones
cuando el amor infinito un buen día se presenta
y pone patas arriba los disfraces de la nada
y cambiando de una en uno se nos transforma en familia
la humanidad que despierta y con un cambio total,
a partir de ese momento de sana revolución
con pleno conocimiento resucitado y fecundo,
sin guerras y sin violencias, sin pugnas y sin prejuicios,
el milagro es lo normal que cambia el giro del mundo.
Así que vamos a ello, ya no hay nada que perder
y todo está por ganar, pues nadie pierde ni gana
cuando cambia el horizonte en la nueva humanidad
y nos sobran las medidas, los precios y las facturas,
porque se encuentra la vía
hacia la luz infinita que le da sentido a todo
y no tiene vuelta atrás. Nadie falta, nadie sobra
y todo está por crear en ese nuevo presente
que es la sorpresa constante, es la vida sin fronteras
del impulso universal. Antes le llamaban “dios”
pero no hay nombre que abarque ni concepto que defina
esa Consciencia total,
ese amor irreversible que no se puede explicar
hasta que no se descubre como abrazo universal
que no prefiere ni excluye y que integra por igual
lo que falla y lo que acierta, lo inmóvil y lo que fluye,
lo eterno y lo temporal.
Las flores y las estrellas,
los pájaros, las palmeras, los hielos y los desiertos,
los bosques, junglas y selvas, los mares y las montañas,
lo fácil y lo difícil, lo exquisito y lo “vulgar”,
expresan de maravilla el mejor de los poemas
que escribe constantemente ese amor que nos engendra
y que nos hace posibles en materia y energía,
en alma e inteligencia, rebosando entre las cosas
y que una vez bien despiertos, donde se mire, se vea…
que siempre a la vista está
para quienes se despierten
y le inviten a cenar,
porque siempre está en la puerta
con la lámpara encendida
esperando sin cesar... Su paciencia es infinita,
como la luz que alimenta
y para mayor asombro,
después de tanto llamar y esperar que le invitemos,
¡es Él quien hace la cena...!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.