Vuelve el centralismo ilustrado

Cuánto más avanzan las negociaciones de la comisión para la
reconstrucción, más señales llegan del regreso con fuerza de la vieja
idea de que la raíz de todos los problemas fue que no estaba el centro
al mando y todas las soluciones pasan por devolver el mando al centro;
que es donde está la gente que sabe, que tiene experiencia y posee la
visión global y no localista necesaria en estos casos. Frente a la
periferia paleta, ignorante y egoísta, aquí está de nuevo la esperanza
de un mando central paternal, compasivo y solidario.
Avanza la idea de que la mejor vacuna contra el virus es la
uniformidad, basada en las mismas evidencias científicas y
epidemiológicas de ocurrencias ya clásicas e igualmente contrastadas
como que el virus se iría con el calor. Las conclusiones pactadas hasta
la fecha en sanidad o servicios sociales responden a la idea de que lo
que realmente funcionó fue el mando único y allí donde hubo problemas,
se debieron precisamente a su falta. Una idea que, además de
radicalmente falsa, ofrece un preocupante indicador de lo poco que
algunos han aprendido.
Proponer otra agencia central, un cuerpo nacional de reservistas
y un depósito central de material como solución a los males afrontados
por nuestra sanidad durante la pandemia es como ofertar tiritas contra
una apendicitis; además de acreditar un alarmante desconocimiento de
cómo funciona este país en realidad. Ni la centralización ni el
voluntariado van a arreglar los problemas de una Sanidad cuyo principal
mal reside en que invertimos mucho menos de lo que exigimos recibir a
cambio.
La gestión sanitaria ganará poco con semejantes aportaciones. El
beneficio político tampoco se antoja muy claro. Cuando comenzaron los
trabajos de la comisión para la reconstrucción, el ejecutivo de Pedro
Sánchez contaba con el apoyo de los nacionalistas y la necesidad de
agarrarse a su cuello de unos Ciudadanos en medio del naufragio. Hoy,
los nacionalistas votan en contra y el náufrago naranja se pasea por los
medios explicando cómo salvó el cuello del gabinete y le devolvió por
el camino de la sensatez y el buen gobierno. Echen números para ver
quién ha salido ganando con el trato. No parece ser un gobierno al cual
no le salen las cuentas si suma los votos ganados y perdidos. Tampoco
parece fácil saber qué ha obtenido exactamente la mayoría gobernante a
cambio de sus renuncias programáticas; más allá de los diez votos
naranjas que tienen el valor que los demás quieran darle, no aquel que
Inés Arrimadas cree que tienen.
Puede que alguien crea posible sacar las conclusiones de la
reconstrucción con unos votos y una mayoría y los presupuestos que deben
traducir esas mismas conclusiones en partidas y gasto con otros votos y
otra mayoría. Ese alguien ignora que, en la política, las leyes de la
física siguen rigiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.