Pago alquiler coronavirus Cientos de caseros se lanzan a socorrer a sus inquilinos: "No es caridad, es humanidad"
El Sindicato de Inquilinos e Inquilinas advierte que el problema de la vivienda en España es mucho más profundo y que no puede depender exclusivamente de la voluntad de caseros bienintencionados.
madrid
Cada
vida cuenta. Es el mensaje que cada día se empeña en demostrar un
personal sanitario impertérrito frente a la temida curva. Y mientras la
comunidad científica avanza, enfundada a menudo en un material precario,
otro contratiempo sale al paso. En muchos hogares la paralización de la
economía ha supuesto, en pocos días, el tener que elegir entre comer o pagar el alquiler. Salvar familias tampoco será sencillo en los próximos meses en España.
"Todavía no me hago a
la idea. Hace una semana tenía un trabajo más o menos estable y ahora
estoy en el paro, no sé cuánto voy a cobrar ni cuándo porque nadie tiene
información. Estoy en shock", explica Susana Alonso (1980), una comercial de seguros de Madrid cuya empresa ha sido de las primeras en acogerse a un expediente de regulación de empleo, los temidos ERTE.
"Yo no tenía ni idea de qué era eso. Empecé a escuchar esa palabra en
los medios a la vez que el número de casos por coronavirus se hacía más y
más grande. Ahora tengo que decidir qué hago: si pago el alquiler y las facturas o hago la compra semanal porque mi sueldo tampoco me ha dado para ahorrar. Es muy angustioso y una situación en la que nunca imaginé verme".
Susana relata que una mañana, después de que el Gobierno anunciara las medidas de confinamiento,
recibió una notificación por WhatsApp en la que se le decía que su
empresa se había acogido a un ERTE y que se le informaría más adelante
de las condiciones para recibir la prestación por desempleo: "Pensé que era una broma o un bulo de estos que circulan para robarte los datos, te lo prometo".
Después de cerciorarse de que la información era cierta, Susana llamó inmediatamente a Carlos, su casero, con la intención de pedirle unos días de retraso
en el pago del alquiler: "Mi sorpresa fue enorme. Le expliqué la
situación: que tenía que hacer números, pagar las facturas y que no
sabía exactamente cuánto dinero iba a tener disponible, aunque le
aseguré que lo conseguiría".
Carlos se hizo cargo
enseguida de la situación: "Susana lleva pagando religiosamente desde
hace cinco años, yo estoy encantado con ella y es lo menos que puedo
hacer", explica. Carlos asegura que tiene un trabajo normal y que nunca había pensado lucrarse
siendo arrendador: "Esta casa era de mi madre, cuando falleció solo
sabía que no quería deshacerme de ella, así que la puse en alquiler. No
quiero hacerme rico, solo acabar de pagarla. Era una buena mujer y sé
que ella habría hecho lo mismo por Susana".
"No es caridad, es humanidad"
En idéntica situación se encuentran Carmen Benítez (1975) y Pablo Navarro (1979), dos inquilinos de Málaga
a quienes el coronavirus ha arrebatado un familiar, además del empleo.
"Miguel Ángel, nuestro casero, no ha querido cogernos el dinero este mes
y eso que, a pesar del paro, aún contábamos con el sueldo de Pablo",
explica Carmen. "Llevamos en esta casa desde 2005, nuestros dos hijos
han nacido ya aquí y la verdad es que, si no fuera por la ayuda de Miguel Ángel, este mes lo habríamos pasado muy mal".
Pablo sabe que lo que han hecho por su familia es algo que nunca podrá pagar: "Lo que ha hecho Miguel por nosotros no tiene precio. He perdido a mi abuela y yo sigo trabajando desde casa siendo autónomo.
No puedo llorar, es como si esto no fuera conmigo. Esta pandemia es así
de surrealista". Aunque no ha querido dar más detalles, Miguel Ángel
cree que la situación va mucho más allá de lo económico: "No es caridad.
Es una cuestión de humanidad, de hacerse cargo del dolor ajeno. Hago lo
mismo que querría que hicieran por mis hijos, eso es todo".
Huelga de alquileres y caja de resistencia
Los caseros
que aplazan o perdonan los pagos de forma voluntaria son aún una parte
ínfima del total del mercado de alquileres en España. Por ello, el Sindicato de Inquilinos e Inquilinas ha puesto en marcha un plan de choque social para tratar de paliar la situación de vulnerabilidad y asfixia económica
que sufren todas aquellas familias que no pueden hacer frente a los
pagos. "Es muy importante que haya caseros que estén dando el paso, pero
no podemos permitir que la estabilidad de los hogares afectados dependa
de su voluntad. Necesitamos que se institucionalice una respuesta por
parte del Estado", explica Javier Gil, doctor en Sociología y portavoz del sindicato.
A través de un manifiesto,
piden la suspensión tanto del alquiler como del pago de las hipotecas
en viviendas habituales y locales de pequeños comercios, y llaman a una huelga indefinida que comenzó el pasado 1 de abril y
que está siendo un éxito de convocatoria: "Cada día se están sumando
más personas y muchas ya están consiguiendo victorias individuales con
caseros que no atendían sus demandas", explica Javier.
El movimiento trata así de ofrecer una respuesta colectiva
que amplíe las medidas tomadas hasta ahora por el Ejecutivo y que son, a
juicio del colectivo, insuficientes. "Nuestro objetivo final es un
decreto, es decir, que el Gobierno suspenda el pago de los alquileres",
aclara el portavoz. Mientras esto sucede, han presentado una caja de resistencia cuyos fondos irán destinados a potenciar una estrategia jurídica y a paliar los gastos que deriven de la huelga: "Hemos conseguido un mínimo de 30.000 euros pero
necesitamos mucho más para dedicarlos a gastos de tipo judicial y
proteger a quienes tengan problemas legales", explica Gil.
A pesar de las
buenas intenciones de muchos arrendadores, decididos a drenar la
angustia de sus inquilinos, la crisis de la vivienda en España sigue
siendo un problema que requiere soluciones políticas urgentes en
el mercado de la vivienda en España. Si estas no llegan pronto, las
previsiones no superaran los mejores momentos de la crisis de 2008.
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