Qasem Suleimani, el arquitecto de las operaciones militares de Irán en el exterior asesinado por EEUU
El líder de la división Quds de la Guardia Revolucionaria ha jugado un papel fundamental en el rediseño de fuerzas en Oriente Medio
"Señor Trump sepa que estamos cerca de usted en ese lugar en el que no se imagina. Usted empezará la guerra, pero seremos nosotros los que la terminaremos", afirmó hace 18 meses el general asesinado
Suleimani nació en una familia pobre y tras la Revolución Islámica se entregó al Gobierno de clérigos del Ayatolá Jomeini uniéndose a la Guardia Revolucionaria
El ataque de los drones de EEUU en Bagdad este viernes no solo ha matado a una de las personas más influyentes en Irán, sino también en Siria, Líbano e Irak.
En los últimos años, Suleimani se había hecho conocido entre los iraníes como el hombre que dirigía la división Quds [Jerusalén] dentro de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica.
En Irán incluso se hablaba de él como un posible futuro presidente.
Fuera de Oriente Medio, donde tal vez haya sido la persona que más ha
influido en su rediseño, Suleimani se había mantenido como un personaje
oscuro y relativamente desconocido.
De acuerdo con Dina Esfandiary, del centro de estudios
Century Foundation, Suleimani "era más importante que el presidente. En
Irán hablaba con todas las facciones, tenía línea directa con el líder
supremo y era el responsable de la política regional". "No hay nada de
mayor importancia e influencia", añade.
En las últimas
dos décadas, Suleimani cosechó un éxito notable en la misión de la
opaca división Quds: ampliar la influencia iraní en el extranjero. En el
ambiente caótico y letal que siguió a la invasión estadounidense de
Irak de 2003 y a la revolución siria de 2011, Suleimani vio la
oportunidad de invertir dinero y hombres para construir una creciente
fuerza proiraní en toda la región: desde el Líbano, por el oeste; hasta
Yemen, por el sur.
El ascenso ininterrumpido de
Hezbolá, la fuerza armada más poderosa del Líbano; el decisivo
apuntalamiento de Bashar al Asad en la guerra civil de Siria; la
resistencia continuada en Yemen de las milicias houthíes frente a las
fuerzas lideradas por Arabia Saudí; y el ascenso de las milicias chiíes
en Irak. Cada uno de estos acontecimientos está relacionado de algún
modo con un bajo y canoso comandante iraní que había nacido en 1957 en
el seno de una familia campesina y pobre.
En su
autobiografía, Suleimani relata su nacimiento en Rabor, una ciudad del
este de Irán, y su desplazamiento forzado a una ciudad vecina para
trabajar y pagar, a los 13 años, las deudas contraídas por su padre con
el Gobierno del Sha. Cuando cayó el monarca en 1979, Suleimani se
entrega al Gobierno de clérigos del Ayatolá Ruhollá Jomeini uniéndose a
la Guardia Revolucionaria, una fuerza paramilitar creada para evitar un
golpe de Estado contra la recién declarada República Islámica.
En
dos años lo mandaron al frente para luchar en la guerra contra el
ejército invasor iraquí. Se distinguió enseguida por sus audaces
misiones de reconocimiento detrás de las líneas iraquíes y lo nombraron
jefe de brigada. Cayó herido en al menos una ocasión y perdió muchos
hombres, pero nunca su gusto por la batalla. La guerra con Irak también
fue su primer contacto con las milicias extranjeras que en décadas
posteriores aprendería a manejar con efectos devastadores.
En
2003, cuando cayó el Gobierno iraquí, Suleimani era el responsable de
la división Quds, acusada de respaldar a las milicias chiíes que (junto a
sus oponentes militantes suníes) mataron a miles de iraquíes civiles y
soldados de la coalición. En el fragor de la batalla en las calles de
Irak, Suleimani libraba en las sombras otra guerra con Estados Unidos
para ganar influencia sobre los nuevos líderes de Irak.
Un
mensaje que envió en 2007 al comandante estadounidense David Petraeus
se ha hecho trístemente célebre: "General Petraeus, usted debería saber
que yo, Qasem Suleimani, controlo la política de Irán para Irak, Líbano,
Gaza y Afganistán. El embajador en Bagdad es miembro de la división
Quds. El que lo va a reemplazar es miembro de la división Quds". En una
carta de 2008 al entonces Secretario de Defensa de los Estados Unidos,
Petraeus describiría a Suelimani como "un personaje verdaderamente
malvado".
Unos cables diplomáticos filtrados hace poco demuestran la influencia de Suleimani en Irak ayudando
a dirigir la batalla contra ISIS, coaccionando a un entonces ministro
de Transportes para que permitiera el paso por el espacio aéreo iraquí
de aviones iraníes con armas para Siria y encontrándose a menudo con
funcionarios del Gobierno en Bagdad. Según Esfandiary, su eficacia tenía
que ver con su habilidad para las relaciones personales: "Las construía
con todo el mundo, dentro y fuera de Irán, dentro y fuera del
Gobierno".
El papel de Suleimani fue fundamental en el
aplastamiento de las protestas callejeras iraníes de 2009. Los
estallidos populares de disidencia en el Líbano, Irak e Irán de los
últimos meses son una respuesta a la creciente influencia que Suleimani
pasó 20 años construyendo. La violenta represión de las protestas en
Bagdad también se atribuye a milicias bajo su influencia. Suleimani
había dejado de operar en la sombra.
Dieciocho meses
antes de su muerte lanzó una advertencia a Donald Trump que podría haber
terminado confirmándose, aunque tal vez con un sentido distinto al que
le daba Suleimani. "Señor Trump, se lo digo, sepa que estamos cerca de
usted en ese lugar en el que usted no se imagina que estamos", decía
Suleimani moviendo el dedo y vestido con su uniforme color oliva. "Usted
empezará la guerra, pero seremos nosotros los que la terminaremos".
Traducido por Francisco de Zárate
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