Penoso Pablo

Es una pena que la soberbia pueda liquidar de un plumazo la inteligencia. Y una pena que mentes fuertes y capaces de comprender se cieguen con la borrachera del glamour, que la oratoria estridente sustituya como argumentación a la lucidez necesaria para ejercer funciones de portavocía eficaz y digna de tomarse en cuenta. Ha sido penoso el espectáculo de Iglesias ayer en el Parlamento. Una entrada inaugural horrible llena de tracas y masclets, más propia del estilo caloret  ritesco-ppero que de un político decente de nueva hornada con dos licenciaturas en la mochila y una plaza de docente en una universidad pública, un político que debió pasar por los pelos o por un error del tribunal, la prueba de madurez en el COU. La buena gente de Podemos no se merece ese espectáculo. Doy fe de que la mayoría de podemitas superan con creces semejante historia y que cualquier concejal de ese partido hubiese hecho ayer un discurso mucho más digno e inteligente que la 'pedroria', con que el Cicerón de Vallecas debutó y se desautorizó, al mismo tiempo,  en el Congreso. La viperopatía idiopática no es enfermedad que se pueda tratar desde la escucha y la democracia, porque la misma índole del padecimiento la hace inmune a cualquier intento terapéutico, es pura egorragia infantil e inmadura que solo remite con un buen estacazo de sus cuidadores más directos. O sea, que a este tipo sólo lo puede meter en vereda su propia clientela, su propio entorno poniéndole delante el espejo de sí mismo y dejándole claro que debe elegir entre su ego y el bien del propio Podemos, que, por supuesto no son la misma cosa.

Querido Pablo, no te canses con intentos de izquierda, lo tuyo es puro pperismo quintaesenciado. Tu discurso y tu actitud, como en Rajoy, están presididos por el mismo talante aunque con colores distintos. No te engañes. Lo tuyo no es izquierda, es derecha fashion de la más heavy, pero con mantras robados a la izquierda. Y no cuela, chaval.