miércoles, 2 de marzo de 2016

La voz de Iñaki

2 MAR 2016 - 09:17 CET
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Investidura y Otegi

EL PAÍS 

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El discurso de Pedro Sánchez ayer en el Congreso, defendiendo las propuestas del Psoe, consiguió retenerme por segunda vez ante la pantalla y que me quedase hasta el final. La primera fue, el año pasado, en el Estado de la Nación, cuando con una claridad meridiana y sin pelos en la lengua, superó la oratoria del quiero y no puedo y del puedo pero no quiero, logró poner contra las cuerdas a gobierno del pp y Rajoy enfurecido, lo único que supo coordinar fue una de sus frases épicas: "Señor Sánchez, márchese...y... no vuelva...". Había comenzado el camino de la diferencia en el biparty, que tantos años llevaba en hibernación. Normalmente, lo confieso, estos discursos tan de protocolo y frases hechas, tan lejos de la realidad, donde todo está previsto, me aburren soberanamente y hasta me indigna oir la tomadura de pelo con que juegan y humillan la inteligencia y la dignidad de la ciudadanía. Pero han sido Pedro Sánchez, Alberto Garzón y los representantes de Bildu e Iniciativa de Catalunya, los únicos que han logrado interesarme seriamente en  la pasada legislatura. Por primera vez, ayer, después de Suárez, he vuelto a escuchar un discurso de Estado, de propuestas en firme, detalladas, estudiadas y trabajadas, y más interesadas en el bien de España que en el " y tú más" del partidismo y sus miserias. Un discurso con transparencia y sin arrumacos ni gestos de arrogancia, austero y fresco, valiente y conciliador al mismo tiempo, no es lo normal entre nuestros políticos cuyos egos ocupan todo el espacio que debería estar dedicado al bien común. Sin necesidad de retórica, con una decencia que iba por libre, con normalidad y entusiasmo por encontrar soluciones que ya se han pensado como posibles y que indican que no se ha perdido el tiempo ni se ha dejado al azar ningún detalle importante. Un discurso, más que brillante, decente. El brillo se queda para la vanidad y el aparato del escaparate. Pedro Sánchez suena a verdad. Con sus fallos, sus zonas de titubeo, su convencimiento en el compromiso, su capacidad para convertir lo rimbombante en normalito, lo espectacular en razones para batirse el cobre por un cambio que no va a poder ser radical porque las premisas que hay no encajan en el silogismo que hemos deseado desarrollar en las urnas. 
Conciliar y acercar es la solución. La herramienta, el diálogo. El nuevo aire de los partidos emergentes ya nos suena a rancio, les estamos viendo durante estos meses disfuncionar en sus fijaciones y caer en la misma rutina del mesianismo excluyente y sin salida. Tanto Podemos como C's. De poco sirve una ideología si nos lleva a dividir y a restar en vez de sumar iniciativas y honestidad. Ya no es tiempo del todo o nada, ni de con nosotros o contra nosotros. Y eso parece que solo Pedro Sánchez ha tenido la lucidez de comprender, verbalizar y argumentar adecuadamente. 
Eso no quiere decir que todo sea perfecto, que se tengan todas las razones y que alguien tenga listas en exclusiva todas las respuestas acertadas. Precisamente es esa convicción la que hace de la propuesta de Sánchez la opción más eficaz e inteligente.
A la propuesta socialista y de C's, le falta mucho para ser al 100% la respuesta completa a lo que pretende obtener la ciudadanía con su voto plural. Le falta amplitud concreta acerca de la visión geopolítica del Estado: la federalidad como modelo de estructura política para ellos carece de lugar, sólo se esboza desde una concepción centralista férrea y más propia de los Reyes Católicos y de Franco que de la España actual, viva y palpitante. Aunque esa carencia vaya acompañada de una intención abierta a la escucha, no es suficiente. La federalidad cono nuevo sistema de convivencia y desarrollo innovador social y económico, además de político, tiene mucho que aportar a la construcción de la España del siglo XXI y eso para el Psoe y C's parece que no cuenta demasiado. El miedo a rupturas imposibles en realidad, no es buen compañero de ningún programa electoral. 
Tampoco se ha hablado de la recuperación de la Memoria Histórica ni de la la pretensión de C's de legalizar la prostitución y considerar casi "normales" los malos tratos a las mujeres, con la que está cayendo. Tampoco se ha dicho ni pío sobre  la revisión del modelo de Estado y del referendum que aclararía de una vez por todas el tema de los nacionalismos, algo fundamental en la raíz de todos nuestros conflictos e irregularidades funcionales, y algo que nunca se ha podido volver votar seriamente desde 1931; lo de nuestra transición fue, eso, una pasarela transitoria para salir del paso sin mover pieza para que no se caiga el tenguerengue del entramado chapuza, y así no hay libertad real para elegir democráticamente algo que valga la pena, con la pistola del miedo en la sien de la ciudadanía. 
A pesar de las goteras evidentes, globalmente, la propuesta de Sánchez es sana, limpia y directa. Abierta a la cooperación. Un aire fresco en el enrarecido Parlamento de los candycrush y de los reproches paralizantes de la justificación del chanchullo constante que estamos acostumbradas a padecer.

En cuanto a Otegi, solo cabe añadir que la jugada, como siempre que es injusta, les ha salido al revés, y una vez más, como en el caso Podemos y el chavismo jihadista o las calumnias contra el Psoe y las mentiras de Aznar tras el atentado del 11M, ha resultado ser la mejor propaganda para la exaltación de todo lo contrario, de lo que se pretendía castigar. Ya lo dice el taoísmo: la inteligencia de lo suave acaba venciendo a la torpeza de lo rígido y las razones de lo aparentemente "débil" son más potentes que las de lo aparentemente "fuerte". Tiene mucho más poder la sutileza de la luz que el peso agobiante de la oscuridad, simplemente porque la luz da la vida ( ya lo es el propio hecho del nacimiento, que es "dar a luz") y la oscuridad no permite que la vida sea posible. El vigor de la verdad es inocultable al cabo del tiempo, lo mismo que lo es la evidencia inerte y plúmbea, estéril, de las manipulaciones y las mentiras. Y es muy posible que las fuerzas del equilibrio universal potencien un Rajoy imputado y dimitido a la fuerza, a la vez que un Otegi lehendakari. Es lo mismo que sucede con el apego enfermizo al dinero: acaba creando miseria para el mundo mientras enferma las entendederas de los bancos y de los estados cómplices hasta que los arruina. Es lo que ocurre cuando la realidad se interpreta al revés intentando que nada sea lo que parece para sacar tajada y hasta se acaba modificando el lenguaje, como Goebbels y el pp, para que la realidad encaje en la mentira . Lo que ocurre, por el contrario, es que se acaba demostrando la evidencia de la mentira. Y al final el mismo ciclo de las cosas acaba haciendo que todo parezca lo que es y todos y todas acaben pareciendo lo que son.

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