Esta mañana, al meditar con las primeras luces del día, y como me suele suceder cada jornada, he tenido un flash, ese regalito cotidiano que en la Casa Común siempre está disponible para tod@s l@s que al despertar abran las puertas y las ventanas del alma y de la conciencia (ese dúo inseparable que no para de irradiar lo suyo/nuestro) para ventilar y purificar el medioambiente interno y externo.
Mientras quitaba el polvo de las malas noticias, de la saturación, del aburrimiento sine die, con la ayuda y el abrazo de la Casa Común, del TODOS/TODAS/TODO, ese Abba, papi/mami/hermana/hermano/Familión Infinito, he podido reconocer una vez más, pero siempre, con una energía nueva y a estrenar, algunos planos para disfrutar, aprender y compartir: el desayuno nuestro de cada día, si así lo queremos, faltaría más...! El Amor Infinito jamás se impone a nadie.
Ahí va la luz del abrazo de Casa Nuestra para tod@s: ¿Qué nos produce tanto problema, tanta angustia, tanta inseguridad, tanta locura, en qué nos estamos equivocando constantemente para que todo en este mundo sea tan difícil, enrevesado y tortuoso, y tantas veces, tan cruel? No somos culpables. No. Sólo somos autoignorantes. Nos dedicamos a conseguir y a amontonar "bienes" aparentes, como el poseer, el conquistar, el poder, el éxito, el triunfo, la "felicidad" aparente, que en realidad no dura nada ni puede llenar el vacío interno, ni colmar los deseos insaciables, porque esas "felicidades" que llegan, al ratito desaparecen, y esas ilusiones de pacotilla, tienen fecha de caducidad, duran lo que un chupa-chups, una copichuela, unos bombones o un café.
¿Cuál es la causa de ese proceso que a través de la historia se viene repitiendo sin parar? Ese fallo involutivo de la especie, sumergida en los instintos,emociones y autoengaños falsamente "inteligentes", pero en realidad demoledores, que consiste en identificarnos mecánicamente, y desde que nacemos, con nuestros egos primitivos, porque nada ni nadie nos explica ni nos aclara ni nos demuestra prácticamente esa confusión, para poder superarla, sino que, al contrario, la "educación" al uso y abuso, potencia ese sistema autodestroyer, confundido con una imposible y verdadera evolución.
¿Será por esa razón por la que nacemos llorando, como si ya intuyésemos lo que nos espera yendo a trompazos demoledores por estos andurriales? Pues va resultar que sí, porque es muy difícil abrir las puertas cerradas si no hay llaves disponibles para hacerlo y por eso el ego facilón, caprichoso, despistado, agobiado, mandón, impositivo, fanático de sus intereses y convicciones externas, y tan entusiástico como perdido en sus propios enredos, una situación que los clásicos antiguos más lúcidos llamaron "laberinto", porque de él es imposible salir si no se abren voluntariamente las puertas internas y de ese modo entren el aire limpio y la verdadera luz que nos facilitan comprender y cambiar de "valores" e "inversiones", que nos hagan posible la vida en libertad verdadera y no en una prisión egopática, despendolada e insuperable.
Esa situación coincide con la leyenda del Minotauro encerrado en el Laberinto, con la que desde la antigua cultura griega se trataba de explicar ese fenómeno tortuoso e inevitable de esa egocracia torturiforme que padece nuestra especie, con el permiso y hasta la inexplicable participación de "los dioses". El ego es el amo del laberinto instintivo y primario que controla la vida humana, si los humanos no despertamos y por eso mismo nos identificamos totalmente con el ego-Minotauro como único amo controlador y señor del encierro, y a lo más que se llega en ese plan es a convertirse en Dédalos e Ícaros, tratando de escapar del laberinto, sin entender ni discernir el modo de hacerlo menos agresivo y autodestructivo. No queda otra cuando sólo pensamos en huir en vez de crear y tomar conciencia y hacer del Laberinto una escuela transformadora del monstruo egópata y carcelero en un camino autoliberador consciente y sano.
La puerta de salida de ese laberinto egópata al cien por cien y origen del marrón, es descubrir el Nosotr@s. que no significa que debamos destruir el ego, sino todo lo contrario: reconocerlo y educarlo, como a un Minotauro salvaje y demoledor, desde la empatía y el conocimiento que hace posible la conciencia unida al alma, creando y potenciando así el maestro del corazón, valorando nuestra más sana, limpia, creadora y feliz individualidad, justo, lo opuesto al egocentrismo y sus manejos destructivos, que en realidad son una cárcel salvaje.
Por fortuna, material y energéticamente somos divers@s y esa diversidad nos permite, felizmente, ser hij@s únic@s e irrepetibles del Amor Infinito, cósmico, dinámico, pacífico,sereno y eterno, que nos hace posibles y nos crea constantemente, incluso naciendo como gemel@s, nuestro ADN individual deja meridiana la realidad. Tod@s somos hij@s únic@s del SER INFINITO, que es AMOR. Y esa realidad no basta con que nos la cuenten, hay que descubrirla una por uno y uno por una en la práctica diaria del existir para llegar a SER. ¿En qué escuela podremos descubrirla? En el interior de cada un@ de nosotr@s. Mucho más fundamental que las ideas religiosas, por muy "santas" que sean, es aprender a entrar en la Casa Infinita desde dentro de cada aspirante a SER human@ para descubrir que además y sobre todo ES/SOMOS DIVIN@S. Y esa sustancia intangible e infinita es inseparable de la VIDA verdadera, siempre está en cada un@ de Nosostr@s, y nuestro rescate del Laberinto depende de que logremos comprobarlo, sentirlo y vivirlo, no a base de ritos y cuentos "mágicos", sino despertando un@ por un@ y en COMÚN, descubriendo que alma y conciencia son además, las maestras del corazón y las fuentes inagotable del SER y su gracia infinita, transformadora y siempre sorprendente, renovadora, resucitadora, entrañable, humilde y liberadora for ever and ever...Un estado evolutivo sin marcha atrás, lo mismo que un abuelo jamás puede volver a ser un bebé en esta vida.
Lejos de las tendencias "normales" del ego, el SER, además de libre de verdad, y feliz pase lo que pase en su vida y en su entorno, es humilde, inocente, que no significa tonto ni crédulo, sino, realmente inteligente, bienaventurado, empático y equilibrado, como nos lo dijo y demostró Jesús de Nazaret, y nos han ido demostrando a lo largo de la historia much@s human@s -de cualquier procedencia, religiosa o filosófica- pero igualmente despiertos, ya liberados de ataduras y del impermeable egocéntrico y por ello, ya empapados por la frescura saludable y la sana energía de la luz, una realidad potente, sin ínfulas, luminosa e inagotable, que no deslumbra jamás, sino que aclara y demuestra sin colocones la auténtica realidad y el sentido de nuestras vidas.
El resultado del proceso es la integración ya indestructible en el Nosotr@s, que lejos de aniquilarnos individualmente, convierte esa individualidad en abrazo constante entre materia y energía, entre tiempo, espacio y eternidad, entre errores y aciertos, logrando la preciosa pluralidad de lo completo, una nueva humanidad que ya no necesita del ego para reconocer el rostro y el SER infinito del Nosotr@s; el ego caduca, se agota y muere, pero el SER no.
Llegamos a este plano de un existir enredado en la egofilia/vidafobia del bioanimalismo material, manifestado en las formas solamente, pero, además, tenemos el regalo de poder elegir libremente y según vamos creciendo, caminos liberadores, que elevan la potencia de la energía más sutil y espiritual, que en realidad es la que hace posible todo tipo de vida y creación. Una realidad que los primeros humanos llamaron "dios" y trataron de poner al mismo nivel de sus capacidades primitivas y al mismo tiempo, impuestas social y religiosamente tanto en la creencia teórica como en el ateísmo igualmente teórico, para entender y encontrar explicaciones y métodos aplicables, desde las referencias del poder material, que juzga, castiga, premia o simplemente deja a un lado, si la gente le parece insignificante y nada ambiciosa. Tanto Lao Tsé, como Buda como Jesús y muchos y muchas en la misma vía, han/hemos venido a este nivel de vida y esencia, para ayudar, comprender y amar a quienes intuyen o echan de menos una Realidad transformadora y regeneradora para esta especie y también, igualmente, a quienes aún no pueden ver otra realidad más allá de sus pulsiones más elementales y estados más primitivos de desarrollo. Eso no significa ni mucho menos, que sean inferiores, ni "malos". Sencillamente, aún no han encontrado su momento, su despertar ni su pupitre humano en la escuela del Amor Infinito, tan humano como divino. Tan fresco y natural como l@s niñ@s, como los jilgueros, las palomas, las abejas, los gorriones, los árboles, los gatos, los perros, los peces, las flores y los frutos...
Como cada SER que logra despertar en la ESENCIA del NOSOTR@S