Los halcones de la guerra se imponen en Europa y complican las opciones de negociación en Ucrania
La apuesta de Europa por su rearme dificulta las negociaciones entre Ucrania, EEUU y Rusia, y deja a Moscú con las manos libres para profundizar en sus conquistas.

El militarismo europeo más rancio ha aprovechado la guerra de Ucrania y el golpe de timón dado por Donald Trump a la arquitectura de seguridad del continente como pretextos para reivindicar sin tapujos el rearme y el militarismo, con Rusia como la bestia negra contra la cual solo cabe una inevitable colisión.
Rusia es el enemigo a abatir, como quedó definido en la cumbre de la UE celebrada en Bruselas este jueves, en la que se decidió hipotecar a los Veintisiete con los 800.000 millones de euros previstos para el impulso militarista en los próximos cuatro años a propuesta de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Una partida que se justifica con una retórica belicista, con Rusia como la némesis europea. El órdago tiene también como objetivo dificultar los avances en los contactos de superpotencias entre Washington y Moscú para limar décadas de pugnas y el riesgo de un conflicto directo. Bruselas no perdona que la hayan dejado de lado y ahora aspira a convertirse también en otra superpotencia militar.
Para ello, Europa sigue los redobles de tambor de Londres, París y Varsovia, y elige el choque sin frenos con Moscú. No importa que el rearme a gran escala conlleve la sumisión de la Europa de los derechos a la Europa de los cañones y la utilización de la guerra de Ucrania como pretexto de ese belicismo.
En una de las primeras reacciones al acuerdo europeo de rearme, el primer ministro polaco, Donald Tusk, anunció este viernes que Polonia se retirará de los tratados internacionales que condenan el uso de bombas de racimo y minas antipersona. También propuso que todos los varones polacos reciban de forma masiva entrenamiento militar.
Los primeros perjudicados de esta carrera armamentística son los ucranianos. A la Europa de las armas le interesa que la guerra continúe para que el temor a Moscú apuntale los enormes gastos en defensa que se avecinan y justifique las renuncias a las que habrá de amoldarse la población europea.
Este paso acorrala a Ucrania entre el toque de corneta europeo y las demandas de Washington para que se siente a la mesa de negociaciones con el presidente de EEUU, Donald Trump, y el ruso, Vladímir Putin.
Trump, nervioso por la falta de avances hacia la paz
La idea de una paz rápida, al precio que sea, se está desvaneciendo en los planes de Trump, quien, a pesar de las acciones que ha tomado, no ha logrado dibujar un horizonte que permita ver el fin de una guerra que dura ya tres años. Y el nerviosismo empieza a cundir en la Casa Blanca. Este viernes, en las redes sociales, Trump volvió a amenazar a Rusia con más sanciones y aranceles si no se avenía a alcanzar pronto un acuerdo definitivo de paz en Ucrania, con un alto el fuego de por medio. A la vez, imprecó a Moscú y Kiev a sentarse a la mesa de las negociaciones "antes de que sea demasiado tarde".
Poco después, ya en unas declaraciones más oficialistas en la Casa Blanca, atemperó el tono con Moscú y retomó su desconfianza con Kiev, indicando que le resultaba "cada vez más difícil, francamente, lidiar con Ucrania".
Los pasos militaristas minimizan la oferta de tregua
La paradoja es que la apuesta de este jueves por el rearme europeo y por continuar la guerra de Ucrania sin el indispensable apoyo estadounidense se produce apenas unos días después de que Gran Bretaña y Francia presentaran una propuesta de tregua, asumida también por Kiev en vísperas de la cumbre de Bruselas.
La tregua, reclamada de nuevo este viernes por el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, propone detener los ataques aéreos y marítimos, pero no los combates terrestres. También reclama que se deje de bombardear las infraestructuras energéticas de ambos países. Ataques que en las últimas horas se han multiplicado por parte rusa.
El alto el fuego plantea asimismo el despliegue de tropas europeas en territorio ucraniano como parte de las negociaciones de paz. Un paso que Moscú ya ha rechazado. "Eso significaría, no una participación híbrida, sino oficial y no disimulada de los países de la OTAN en la guerra contra Rusia. No podemos permitir que eso ocurra", reiteró el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.
Macron se postula como el paladín de la UE contra Rusia
Pero los mayores desafíos a Trump le están viniendo de sus aliados europeos. Después de que la alta representante para Relaciones Exteriores de la UE, Kaja Kallas, declarara que, tras la deserción de Trump de la estrategia de defensa común occidental, era necesario un nuevo liderazgo, ahora es evidente quién quiere ese púlpito. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha respaldado su interés en liderar la Europa militarizada en el hecho de que su país es el único de los Veintisiete con armas nucleares, armas que ha ofrecido para proteger al resto de socios de la UE.
Francia dispone de 290 cabezas nucleares estratégicas desplegadas, frente a las 1.550 rusas. Moscú tiene 5.580 ojivas nucleares rusas, contando también las que están en reserva, muchas de las cuales podrían ser activadas en cuestión de días.
A Macron no se le ocurrió comparar el arsenal nuclear francés con el ruso ni considerar que sus baladronadas lo único que hacen es ampliar la brecha abierta entre Bruselas y Washington. La Casa Blanca quiere poner fin a un conflicto que entorpece la estrategia exterior y económica de Trump, y las proclamas de Macron apuntan en otra dirección: enquistar la guerra para impulsar el esfuerzo de defensa en los próximos años con el apoyo de una población europea asustada por el fantasma de la amenaza rusa.
Macron convierte a Rusia en la némesis de Europa
Por eso, Macron no se lo pensó dos veces este jueves y calificó a Rusia como "una amenaza para Francia y para Europa". La respuesta rusa no se hizo esperar y Lavrov señaló a su vez que la retórica nuclear francesa y esos planes para extender su paraguas nuclear a sus socios europeos trataban de intimidar a Rusia.
Según el ministro ruso, en la propia OTAN crece la opinión de que "Macron, con el fin de salvar su reputación, irremediablemente pisoteada en Francia, podría optar por medidas absolutamente insensatas". Por ejemplo, erigirse en el príncipe de la paz de Europa mientras amenaza a Moscú con sus armas nucleares o propone el despliegue de tropas europeas en Ucrania antes incluso de alcanzar un armisticio.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, indicó al respecto que "Francia piensa más en la guerra" que sobre la paz en Ucrania.
Trump presiona más a Ucrania
La Administración Trump intenta poner fin a la guerra de Ucrania, por sus propios objetivos egoístas y comerciales, pero también porque esa contienda supone un foco de desestabilización en Occidente que repercute en el esfuerzo estratégico de Washington, cuyos intereses prioritarios están en la región de Asia Pacífico.
A Trump le parece muy bien que Europa se rearme, pero sin amenazar sus planes en Ucrania, por eso le preocupa la cerrazón europea de no apoyar una solución pragmática a la guerra, justo cuando el ejército ucraniano tiene las de perder. Sin las armas estadounidenses y sin el apoyo de los sistemas de inteligencia y satélites del Pentágono, no tiene capacidad para resistir mucho más allá del verano. En estas circunstancias, el Kremlin solo tiene que esperar sentado a que la brecha entre Europa y EEUU acelere el colapso de la Ucrania de Zelenski.
Por eso, la Casa Blanca está tocando todas las alternativas. Esta semana se supo que al menos cuatro enviados del presidente Trump se reunieron en secreto en Kiev con líderes opositores a Zelenski, según explicó la web de análisis estadounidense Politico.
Los opositores elegidos por la Casa Blanca para dialogar con sus enviados son la ex primera ministra Yulia Timoshenko y destacados miembros del partido del expresidente Petro Poroshenko. Politico cita como fuentes a tres diputados ucranianos y un experto en política exterior del Partido Republicano de Trump.
Entre los temas abordados estuvo la posibilidad de celebrar elecciones presidenciales en Ucrania, retrasadas por la guerra desde mayo pasado. Tanto Trump como Vladímir Putin han calificado a Zelenski de dictador por no atenerse al calendario electoral y por gobernar, según su opinión, sin el respaldo de los electores. La Casa Blanca y el Kremlin han sugerido en las últimas semanas que Zelenski debería abandonar su cargo para facilitar la firma de la paz.
El presidente ucraniano, pese a los abrazos y los vítores en Bruselas, se encuentra en una posición muy complicada y sabe que la deriva militarista europea puede beneficiar a su país a muy largo plazo, pero no ahora mismo, cuando Ucrania se juega su supervivencia y las posibilidades para su recuperación en caso de paz.
Encuentro en Arabia Saudí
Por eso, Zelenski ha decidido seguir llamando a la puerta estadounidense, en su habitual juego a dos barajas. La próxima semana viajará a Arabia Saudí para supervisar el encuentro ya anunciado entre los enviados estadounidenses y los ucranianos, de cara a tender un puente tras el desastre del contacto personal con Trump y su decisión de paralizar los envíos de armas de EEUU a Ucrania y ese apoyo del Pentágono con inteligencia militar imprescindible para resistir a Rusia.
Sin embargo, los tambores de guerra tocados el jueves en Bruselas por los aliados europeos de Zelenski, a favor de continuar la guerra en Ucrania, dejan al presidente ucraniano sin muchas cartas que jugar ante los estadounidenses, más allá de la multimillonaria cesión de la mitad de las riquezas minerales estratégicas ucranianas a las empresas de EEUU.
Con sanciones a Rusia o sin ellas, y con minerales o sin ellos, en estos momentos el primer interlocutor de Trump en esta crisis de Ucrania es Putin, mal que les pese a Von der Leyen y al resto de halcones europeos. Lo reconoció Trump este viernes: "Creo que Putin está haciendo lo que cualquiera haría en este momento, que es aumentar los ataques en un momento en el que puede abrirse una negociación".
E insistió en que, "en términos de lograr un acuerdo final, puede que sea más fácil tratar con Rusia, lo cual es sorprendente".
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