Armani y Dior, cuando el lujo es miseria
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Talleres convertidos en dormitorios, trabajadoras y trabajadores con salarios de 2 a 3 euros por hora, con falsos contratos a tiempo parcial o sin estar dados de alta en la seguridad social. Trabajando en condiciones precarias de Salud y seguridad. En resumen, trabajando en condiciones cercanas a la esclavitud.
Así describe las condiciones de trabajo la Fiscalía italiana y la unidad de la Inspección de Trabajo de los Carabinieri. Pero ¿dónde?, ¿dónde se pueden dar estas inhumanas condiciones de trabajo que vulneran los más elementales derechos humanos? ¿En Bangladesh, en China o en alguna zona de Asia o África? No, en Italia, en el rico y próspero norte de Italia, en la región de Lombardía, en talleres que producen para primeras marcas de moda de lujo. Sí, donde se fabrican productos que no van a los mercadillos ni al top manta de los paseos marítimos de nuestras playas. No, fabrican para Armani y Dior, para venderlos en la calle Serrano de Madrid, en el Paseo de Gracia de Barcelona, en el Upper East Side de Nueva York o en la Rue Saint-Honoré de París.
En condiciones cercanas a la esclavitud, en el rico y próspero norte de Italia, en la región de Lombardía, en talleres que producen para primeras marcas de moda de lujo
Tiendas en las que, por ejemplo, quien pasee hoy por el Paseo de Gracia verá una larga cola de personas en la acera esperando su turno para comprar un bolso que lleva la etiqueta de «Made in Italy», en la que si pregunta le informan que es un producto fabricado respetando los derechos humanos y las convenciones laborales, como afirman y se comprometen estas grandes empresas multinacionales en sus códigos de conducta y principios de responsabilidad social. Para comprar un bolso como el que nos enseña Georgina en sus documentales de vida de lujo, u otros tantos y tantas influencers, mostrando un estilo de vida «chupi guay» por el que sueñan miles de personas.
Comprarán un bolso de Dior, una marca que forma parte del grupo LVMH, cuyo director ejecutivo es Bernard Arnault, la tercera persona más rica del mundo según el índice de multimillonarios de Bloomberg. Ese bolso, por ejemplo el identificado con el código PO312YKY, que costará 2.600 euros, fue producido por un coste de entre 35 y 70 euros, como consta en la investigación de la Fiscalía de Milán. O comprarán una bolsa de Armani de 1.800 euros que el proveedor ha producido por solo 93 euros, como también consta en el informe de la Fiscalía, ejemplificando este gran fraude, ilegalidad y explotación de las personas.
Ese bolso que costará 2.600 euros, fue producido por un coste de entre 35 y 70 euros, como consta en la investigación de la Fiscalía de Milán
La pregunta obligada que nos podemos hacer, después de la indignación y la necesaria denuncia que merecen estas dos grandes empresas multinacionales del lujo Dior y Armani, es cómo se ha podido mantener durante años estas prácticas en un país con sindicatos fuertes como Italia. ¿Cómo se ha podido dar y mantener esa explotación laboral en una región como Lombardía, con empresas incumpliendo toda normativa vigente en materia de protección laboral? Con trabajadores y trabajadoras viviendo y comiendo de manera hacinada en las mismas plantas de trabajo, violando cualquier normativa de seguridad e higiene, y rodeados de productos químicos y maquinaria de trabajo, con salarios de miseria, en fábricas donde se trabaja 14 horas al día, incluidos festivos, como consta en las actas de la Fiscalía, a pesar de la existencia del Convenio Colectivo italiano para el sector Artesano-Textil.
Este hecho debería llevar a una seria reflexión a los sindicatos de este país y, muy particularmente, a los de las empresas principales, en este caso Armani y Dior. Quizás deberían mirar a los Acuerdos Marco Globales de Inditex y H&M, firmados con los sindicatos, por poner dos ejemplos de empresas del sector de la moda con prendas menos lujosas, pero infinitamente más honestas hacia los trabajadores de las empresas proveedoras y también hacia su clientela. En estos acuerdos, el papel de los sindicatos ha sido crucial para asegurar el cumplimiento de los códigos de sostenibilidad y respeto a los derechos humanos firmados y declarados por las empresas, también en toda la cadena de producción.
Es bueno no olvidar, como dejó dicho Oscar Wilde, “no se puede vestir el gozo de unos con el sufrimiento de otros”.
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