lunes, 8 de julio de 2024

Crónica de una jornada verdaderamente apocalíptica, en el auténtico sentido del término: Reveladora de lo nuevo que nos espera cuando vamos poniendo los materiales adecuados para la nueva construcción del nuevo cielo, la nueva tierra y la nueva especie...

 

No hay que hacer cosas raras, ni "ser especiales", para crecer junt@s, sin ídolos ni manipulaciones de por medio, como humanidad y ser vida en vez de destrozos vocacionales y hasta fatalmente 'predestinados' en el desastre for ever.  Ayer la misma vida nos sorprendió en el barri de Patraix, aquí en València, con un regalo múltiple, en el rinconcito de Sankofa, un local tan pequeño en tamaño como  inmenso en energía integrativa.

Los sábados y domingos se suelen celebrar reuniones con las puertas abiertas para tod@s, y así utilizar la música de los pueblos del mundo, fundida con  la valenciana, haciendo un concierto sin programa previo, al que se van sumando participantes entre los asistentes, que pueden cantar, recitar o traer sus instrumentos de casa y tocar también. La entrada siempre es gratis, sólo se coloca al lado de la puerta un cuenco para quien quiera colaborar y ayudar a los músicos que nos visitan, con un donativo voluntario que se llama "tarifa a la inversa", donde si quieres cooperar en la ayuda a quien la necesite, dejas en el cuenco el precio que consideres justo, según lo que te haya aportado el trabajo de los músicos y del mismo acto sorofrateno/musical. 

Comenzamos a las 8 de la tarde. Los primeros en llegar fueron los hermanos músicos marroquíes,que se pusieron a afinar sus instrumentos de cuerda, de viento y percusión, en un verdadero preconcierto maravilloso. Luego llegaron l@s italian@s, igualmente con sus instrumentos y sus voces fantásticas, más l@s valecian@s, formando un triple equipo espontáneo del que surgió el milagro: una bailarina árabe, que como un ángel flotó en la música, igual que una paloma o una gaviota. Después del contagio profundo y encantador acabó todo el mundo cantando y poniendo letras espontáneas a las músicas de las tres culturas y acompañando con las palmas de las manos, con palmadas en las piernas y tarareo vocal... Combinando voces preciosas y hasta  cantando a coro en árabe y en valenciano, ala vez, "Bella ciao!", que sonaba divinamente, sin que se notasen alteraciones en las notas por los cambios de idiomas. Un milagro total.

No es posible encontrar palabras adecuadas para explicar lo que flotaba entre toda la familia humana, porque el sentimiento es la humanización de la inteligencia y de la emoción, es la fregona, el plumero y la aspiradora del alma y de la conciencia, barre pelusas, quita polvaredas, lava los suelos que pisamos como familia universal y deja en el ambiente un perfume inigualable y siempre de nueva creación...Menuda eujaristía total ('buena gracia', en el griego original).

Eran ya casi las diez de la noche, íbamos pensando en el fin del momentazo creativo, cuando uno de los participantes levantó en alto el teléfono móvil y nos dio la mejor sorpresa imaginable: "¡Familia, el pueblo y la democracia, acaban de ganar las elecciones en Francia, tomayá!". Lo primero fue un suspiro de alivio común, acompañado de un aplauso intenso y de una hermosa sensación conectiva entre el amor sorofraterno a través del alma, la conciencia, la música, la palabra poética cantada y la danza. Fue una sensación general, común, preciosa, que nos dejó transformad@s en un plisplás...

No pude evitar que me invadiese de repente el reconocimiento instantáneo en la onda de lo eterno: "Estoy en la puerta y llamo; si alguno me abre paso, ceno con él y el conmigo" (Apocalipsis 3, 20)

Y eso es todo, querida familia infinita.  Un besazo sin fronteras!


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