LLANTO POR LAS VÍCTIMAS DEL POLIURETANO
(O DEL POLIETILENO, O DE LANA ESTRUJADA COMO AISLANTE, FLOTANDO ENTRE LOS HUECOS DE HORMIGÓN INSUMISO QUE LUEGO INVADE EL VIENTO...UFFF...CHI LO SA! MEJOR, PREGUNTARLE A DANTE...EXPERTO EN EL TEMA...)
Eran las cinco y media de la tarde
de un jueves 22 largo y bisiesto.
El viento de Poniente ya estaba celebrando
esa Crida fallera que anima los comienzos de la fiesta
cada año en primavera,
acabando febrero, para ir abriendo boca
entre humo y mascletaes, petardos y jaleo,
aunque el Planeta sufra,
la atmósfera se pudra entre cenizas,
los tímpanos estallen, la paz pase de largo
y la belleza hundida en desfile fallero
pierda la compostura y el talento
para mostrar ninots apuntalados de casal en casal,
de pufo en muermo...
Pero mira por donde,
el imperio tenaz de la horterada
ya convertida en fiesta nacional y turismo rabioso
usando como excusa a San José y a la Xeperudeta
antes de confiscar las Torres de Serranos,
se han quedado colgando de la nada.
Sin saber el motivo
una cremà espantosa y repentina
estalló en Campanar
y arrasó el campanario sin campanas.
Un edificio inmenso se encendió de repente
entre el cielo y la mugre del asfalto.
Llamas enloquecidas estallaban de pronto
en los balcones, en suelos y paredes,
lo mismo que el conjuro de un infierno
pleno de inteligencia artificial
entre el poliuretano -ahora polietileno(¡?)-
y el cemento...
¿Cómo apagar el soplo de la nada
convertida en terror, dolor y muerte?
¿Dónde encontrar a la familia humana
para poder sacarla del espanto?
Y qué casualidad que esta hecatombe llegue
cuando la fiesta se anuncia y se celebra,
convertida en hogueras,
en cohetes, petardos y masclets
enredada en negocio
con tanto regocijo especialista
en dejar hecho polvo el medio ambiente...
¿Qué sentirán las almas arrancadas de los cuerpos
al lado de unas fallas habitadas
tan sólo por ninots de carne y hueso?
Tal vez Valencia deba parar ante el horror
para entender desde el alma y la Tierra,
en donde está encarnada la cultura fallera.
Levantar edificios y viviendas,
como si fuesen fallas,
construidas, envueltas y pintadas con venenos,
que convierten en fiesta insoportable la ciudad
y en ninots y cenizas festeras
las vidas de los mismos ciudadanos
a quien nadie protege de las fieras.
Llora, llora, Valencia, lo mismo que Boabdil
cuando perdió Granada,
llora por cada vida arrebatada
por la especulación y la codicia
en manos del negocio inmobiliario
de quienes por hacerse millonarios
se quedan sin conciencias y sin alma,
un mundo paralelo
patético esperpento de diseño...
No se trata del luto y de las penas,
ni de aplazar la juerga encalomada
para seguir nadando en el entuerto,
se trata de cambiar ,
de revisar costumbres ancestrales y salvajes,
que tienen como esencia
el tóxico festejo de las fallas tal y como se viven
y/o perpetran, sin contar con enfermos
que soportan los humos, los venenos,
el estruendo y el fuego repartido en las esquinas
sin pensar en quien muere en el silencio
de una toxicidad hecha costumbre, ritual religioso,
podredumbre moral,
donde el derecho a quemar y divertirse
al modo más salvaje y más rupestre
arrasa sin pensar con los derechos
de cada ser humano a vivir una vida serena,
a gozar de unas fiestas ricas en aire limpio
y vida natural, sana alegría que no atasca las plazas
con lo suyo,
ni las calles cortadas por las carpas falleras
impidiéndole el paso a una ambulancia
en la urgencia imprevista de cualquier ser humano
en peligro de muerte...
Tod@s necesitamos, por encima de todo,
unas fiestas más dignas y más sanas,
que no obliguen a nadie, año tras año,
cuando llegan las fallas,
a huir de la ciudad que es la Casa Común
de la familia humana ,
y no ese miserable señoril cortijismo
sin conciencia y sin alma,
vestido de fallera y de fallero:
el imperio de un ego sin fronteras,
donde sólo el pastón con su mugre perpetua,
mientras hace callar con el estruendo,
amordaza, hipoteca, secuestra,
ordena y manda, en forma de festejo
y colocón. Así, de siglo en siglo.
Un movidón; para que nada cambie
con tanta innovación,
convirtiendo el entuerto de siempre,
con marcha innovadora
en ruidosa y "sagrada" tradición,
-en modo Lampedusa y los Salina-,
de rueda de molino encantadora.
Si sois tan compasivos con los muertos
de ayer tarde,
que ha causado el incendio
del tóxico marrón de un edificio-falla,
¿por qué no hacer lo mismo con los vivos,
víctimas silenciosas del juego irresponsable
que jamás da la gracia ni la talla,
entre pasta, negocio, señorit@s y esclav@s,
hogueras y cenizas, petardos y morralla?
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