Y como fondo de todo, el amor y la esperanza de una humanidad que se levanta y cada día decide caminar encendiendo las renovadas luces infinitas, cuyas bombillas son nuestras almas y conciencias, y también los ladrillos y tejas, de la Casa Común. ¡Gracias, IU, por estar presente más allá del paripé y más acá, en el abrazo de una constante energía renovada e incansable, en medio de los tinglados, de la miseria, de los disfraces en el carnaval de la idiotez que no distingue entre lo que cura y lo que mata!
Gracias, querido Alberto Garzón, por tu ejemplar escala de valores tan prácticos y sabios como humildes y acertados y por todo el bien que has hecho en un Ministerio tan difícil como el de Consumo, en un mundo que sólo sabe consumir cosumiéndose a sí mismo, en las oscuridades de un constante autoblackout...
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