Los
jets privados contaminan de media 10 veces más por persona y kilómetro
que un vuelo comercial (¡y 50 veces más que los viajes en tren!). La
mayoría de las veces realizan recorridos muy cortos que solo demuestran
que el amor de los privilegiados por el lujo supera su responsabilidad
social y ecológica. De todos los vuelos en jets privados que se
realizaron el año pasado en Europa, más de la mitad fueron vuelos cortos
o ultracortos de menos de 750 km, que podrían haberse realizado en tren
o ferry sin suponer grandes aumentos en su duración. Utilizan los jets como si fuesen taxis. Y nadie les está poniendo freno.
¿Cómo pueden las instituciones permitir este
abuso mientras la ciencia pide esfuerzos para reducir las emisiones que
causan el cambio climático? Está claro que no todo el mundo aporta de
la misma manera a esas emisiones: los ricos y poderosos, como tantas otras veces, contribuyen mucho más con sus acciones que el resto de la población. ¿No debería ser el primer paso tomar medidas contra estas prácticas ultra contaminantes?
Ha llegado el momento de hacer frente a los jets privados como la forma más contaminante y desigual de viajar, ¡basta de vuelos privados!
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