Hoy vienen a visitarnos
dos conceptos tan sobados
y tan poco comprendidos
que han acabado en el puesto
más cutre del mercadillo:
esperanza e ilusión.
Así a golpe primerizo
se diría que son el mismo
fenómeno recurrente
que se cambia de vestido
según el baile al que acude:
la ilusión en el jolgorio,
la esperanza en lo más firme
que para eso es virtud.
La ilusión está fraguada
en el mundo sensorial
unido a lo imaginario
y que viene a derivar
en una interpretación
del efecto percibido
muy fácil de confundir
con los sueños deseados
que a la hora de la verdad
y después de lo aparente
derivan en desengaño
también en "desilusión",
y en el plano material
hasta en alucinaciones
como efectos especiales
flotando en la oscuridad
que nos ofrece la noche
caminando por un bosque
si tenemos la ocasión,
parece que los arbustos
refugiados en la sombra
se muevan y nos saluden.
Son efectos nada más
como los ilusionistas
nos suelen impresionar.
La ilusión nunca es real
porque cuando se realiza
en el mejor de los casos
desaparece ipso facto
y hay que buscar una más
con insaciable apetito,
es bulimia más que un hito
para crecer y crear.
La ilusión es una sombra
disfrazada de reflejos
que sustituye a la luz.
Por eso es tan natural
que se nos cuele en el alma
y nos haga confundir
apariencia y realidad,
ilusiones con certezas
y mentiras con verdad.
Pero queda la esperanza
que es la certeza sensata
de asumir lo que encontremos
con serena comprensión
y así aprender de la vida
todo lo que nos enseña
sin prejuicios y sin miedos
sin rabias ni vericuetos
fomentando lo mejor
no solo para nosotros,
también para el mundo entero
porque este mundo y nosotros
somos la misma canción.
esperar serenamente
que las semillas sembradas
en los campos cultivados
germinen y sean cosecha,
que los árboles que amamos
nos sorprendan con sus flores
y el regalo de sus frutos,
que la vida nos sonría
en los seres que encontramos
y que además nos bendiga
el mendigo al que ayudamos
a encontrar casa y comida
mientras además curramos
para que desaparezcan
la pobreza y la limosna
como virtudes vicarias
que sustituyen sin duda
la eficacia del amor
y el abrazo de justicia
como constructor de un mundo
donde no sean tan frecuentes
la miseria y la ilusión.
La esperanza es confiar
en la posibilidad
de acertar en el trabajo
que permite realizar
el cambio de abajo a arriba
y la luz de arriba a abajo
instalados en el centro
de una conciencia infinita
repartida en los adentros
de una sociedad distinta
que no se puede imponer
sino que va despertando
en cada abrazo que pone
y en cada muro que quita.
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