Bernardo Vergara.
eldiario.es
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Comentario del blog:
¿Y no sería Grande Marlaska el que debería dimitir motu proprio, aunque
solo sea para apagar el incendio, al menos, hasta que la transparencia
aclare la causa de la movida? Si es inocente, ¿por qué temer nada? y si
es culpable nadie ni nada puede remediar los daños causados, lo mismo en
territorio español, que marroquí, las víctimas en las fronteras y en
las contiendas no son cromos en el álbum de la política, ni cifras para
el recuento, son seres humanos hechos puré por los poderes de este
mundo que da mucho más valor a la cantidad que a la calidad de lo que
hace y consigue, ese sistema mata no solo las vidas, sino sobre todo
almas, lucidez, ética y conciencias, con lo que la misma vida pierde su
verdadero valor, el descubrimiento de su transcendencia compartida. Mejor
una dimisión a tiempo que un desastre garantizado, hermano Marlaska. Y,
de paso, hermana Montero...
Cuando se toca fondo lo más acertado y decente es
reconocerlo, pedir perdón y dejar que otr@s remedien lo que los
implicados no han podido solventar adecuadamente y corregir a tiempo la
dirección del camino, evitando las peores consecuencias para la
comunidad social, que es la que siempre acaba pagando el pato de tanto
"expert@" enrocad@ en su propia imprevisión y torpeza, que cree
infalibles. Dimitir en ese plan no es una derrota, sino un gran paso
para la credibilidad y la ética imprescindibles especialmente para la
gestión social de la polis.
De hecho, fue la honestidad de Pedro Sánchez al
dimitir y entregar hasta su acta de diputado, en 2016, lo que hizo a la
ciudadanía reaccionar y confiar en su honestidad, mucho más que en sus
estrategias a lo Susana Díaz, por ejemplo...Él tuvo la inteligente
humildad de alejarse del poder político para acercarse personalmente a
las bases sociales, -algo que es inevitable para quienes de verdad se sienten socialistas - yendo de pueblo en pueblo conociendo cada realidad y
modificando sin complejos de superioridad sus planteamientos teóricos de partido; por eso resiste y
afronta el presente gestionado desde esa experiencia de escucha y
capacidad para corregir errores en vez de atrincherarse en ellos como
únicas y soberbias certezas.
Y ahí está Sánchez aún, sirviendo más que pudiendo,
haciendo posibles ayudas sociales, soluciones energéticas, resolviendo
conflictos mediante el diálogo y no a tortazos, lo que permite una
pluralidad cooperativa desde las autonomías e ideologías diversas,
bregando con lo peor del capitalismo, superando los propios obstáculos, sacando lo mejor de cada batacazo
y superando la basura que la oposición dispara sin tregua, pues no
comprenden que con esa marcha agresiva revalorizan más lo que pretenden demoler y son ellos,
los muy mucho oppositores, quienes nos recuerdan constantemente al pueblo ciudadano, a las bases sociales, en manos de quienes
caería el Estado si una vez más consiguiesen llegar al Gobierno estatal las huestes de Don
Pelayo y Almanzor dirigidas por Torquemada y Maquiavelo en su peor
y más cutre y loca versión remasterizada.
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