viernes, 25 de noviembre de 2022

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La tramoya

La penosa transformaci贸n de la Uni贸n Europea en marioneta

El presidente del Gobierno, Pedro S谩nchez, junto a los m谩ximos mandatarios de Alemania (Olaf Scholz), Francia (Emmanuel Macron), EEEU (Joe Biden) y Reino Unido (Rishi Sunak). — Pool Moncloa / Borja Puig de la Bellacasa

Si quedaba alguna esperanza de que la Uni贸n Europea se convirtiera en un vector decisivo para construir relaciones internacionales multipolares y pac铆ficas, y en impulsora de un nuevo tipo de econom铆a sostenible y m谩s equitativa, me temo que se ha desvanecido en los 煤ltimos meses.

Ante la invasi贸n de Ucrania, la Uni贸n Europea ha elegido la peor posici贸n de entre todas las posibles. La que supone un mayor coste econ贸mico para Europa, la que la hace m谩s dependiente de Estados Unidos, la que Rusia puede soportar con menos dificultades y la que m谩s da帽o hace a Ucrania. Su torpe y desgraciada insistencia en que la v铆a militar es la 煤nica posible lleva a un camino fat铆dico, adem谩s de obligarle a mentir constantemente a la opini贸n p煤blica sobre el curso real de los acontecimientos para poder ocultar el fracaso de la estrategia que defiende.

Frente a la inflaci贸n, el mayor problema econ贸mico que tenemos a corto y medio plazo, ha reaccionado tarde y sin pol铆tica com煤n, coordinada y de amplio espectro, como precisa un problema tan complejo y de tantas aristas. Estados Unidos, por el contrario, aprob贸 una ley de reducci贸n de la inflaci贸n que supone un antes y un despu茅s en la forma en que se aborda este problema. Se propone reducir los costos de energ铆a y el precio de productos b谩sicos para las familias como la atenci贸n m茅dica o medicamentos, llevar a cabo la mayor inversi贸n para combatir el cambio clim谩tico de su historia y, todo ello, aumentando la fiscalidad sobre las rentas m谩s altas y grandes corporaciones y, al mismo tiempo, reduciendo el d茅ficit.

Mostrando sin disimulo los intereses que de verdad parecen preocuparle, la Comisi贸n Europea no ha visto en esa ley un ejemplo, sino riesgo para algunos grupos industriales europeos. Riesgo que ni siquiera tendr铆a por qu茅 darse si hubiera sido capaz de impulsar en la Uni贸n una respuesta tan inteligente y apropiada como la de Biden.

No pasa una semana sin que la Uni贸n Europea d茅 bandazos y muestras claras de que carece de iniciativa e inteligencia, de respuestas acertadas y de coraje ante los problemas que tenemos por delante.

En solo 48 horas de esta semana se han dado tres muestras del 煤nico tipo de reacci贸n que sale de Europa.

Ante la crisis energ茅tica que nos amenaza sin visos de apaciguarse, la Comisi贸n ha hecho una propuesta de tope a los precios del gas que, hasta la ministra espa帽ola para la Transici贸n Ecol贸gica y el Reto Demogr谩fico, Teresa Ribera, ha calificado de "tomadura de pelo" y "broma del mal gusto".  Con toda la raz贸n, porque se pone un tope tan alto y durante tantos d铆as que no se hubiera aplicado ni en los momentos de mayores subidas de la crisis actual. Adem谩s, hace que los precios dependan a煤n m谩s de la especulaci贸n en los mercados financieros, lo que incluso puede hacer que suban en lugar de que bajen. Una propuesta, en fin, que igualmente muestra el cobarde repliegue de la Comisi贸n ante las empresas oligopolistas que dominan los mercados y ante los dictados de Alemania y Holanda, que han decidido hacer frente a la situaci贸n por su cuenta, rompiendo a煤n m谩s el mercado 煤nico, a base de ayudas que van totalmente en contra de las normas de competencia que tanto dicen defender y que presionan los precios al alza.

Casi paralelamente y en otro orden de cosas, el Parlamento Europeo acordaba declarar a Rusia como pa铆s promotor del terrorismo. Una declaraci贸n rimbombante que no lleva aparejado compromiso concreto alguno y est煤pida, pues dificulta que Europa impulse o contribuya a cualquier soluci贸n negociada del conflicto. Ni siquiera Estados Unidos ha decidido dar ese paso, consciente de las implicaciones problem谩ticas que comporta y de su escasa utilidad pr谩ctica. Y una decisi贸n, adem谩s, muy c铆nica y cobarde porque, si Rusia merece esa consideraci贸n por lo que ha hecho en Ucrania (no voy a discutirlo), exactamente la misma deber铆a hacerse sobre otros pa铆ses que han llevado a cabo acciones militares pr谩cticamente id茅nticas fuera de sus fronteras. Entre ellos y sin ir m谩s lejos, Estados Unidos e Israel. Con ese tipo de doble moral, el Parlamento Europeo se convierte en un gallito de colegio, pero se descalifica como un operador que pueda contribuir real y decisivamente a establecer la libertad, la paz y la justicia en este planeta malherido.

Por si eso todo fuera poco, el vicepresidente de la Comisi贸n Europea, Valdis Dombrovskis, ha dicho que "la pol铆tica fiscal (de los gobiernos nacionales) no debe contradecir al Banco Central Europeo".

Yo mismo escrib铆 en estas p谩ginas hace unas semanas que es un grave error que la pol铆tica fiscal y la monetaria vayan cada una por un lado y se anulen mutuamente (El gran disparate contra la inflaci贸n: el BCE frena la demanda y los gobiernos la impulsan). Pero la afirmaci贸n de Dombrovskis no es la soluci贸n, sino una barbaridad inaceptable.

La alternativa es que la pol铆tica fiscal y la monetaria se coordinen y no que la primera se supedite a lo que establezca el banco central.

Esto 煤ltimo, lo que propone todo un vicepresidente de la Comisi贸n Europea, equivale a dinamitar la democracia, pues socava las bases sobre las que se ha construido el Estado democr谩tico moderno frente al absolutismo.

La pol铆tica fiscal, la elaboraci贸n del Presupuesto, es una prerrogativa de los parlamentos, donde est谩 representado el pueblo que es donde reside la soberan铆a nacional, seg煤n expresa nuestra Constituci贸n y cualquier otra democr谩tica. Nuestro art铆culo 134 establece que corresponde a las Cortes su examen, enmienda y aprobaci贸n.

Aunque lo que viene ocurriendo sea que poderes no democr谩ticos se impongan sobre parlamentos y gobiernos, decir que eso es lo que debe ocurrir y que los parlamentos solo pueden aprobar Presupuestos Generales que no contradigan lo que establezca el banco central, una autoridad no elegida por nadie, es una fractura material de la democracia. Sobre todo, teniendo en cuenta que lo que dice el banco central no es, ni mucho, alg煤n tipo de requisito neutro o t茅cnico, sino el resultado de una opci贸n pol铆tica concreta que implica decidir que los ingresos y la riqueza que son de todos vayan a unos bolsillos y no a otros.

Es cierto, en todo caso, que lo m谩s asombroso no es que haya un b谩rbaro que defiende acabar con la democracia representativa como vicepresidente de la Comisi贸n Europea. Lo es, sobre todo, que 27 parlamentos nacionales m谩s el Europeo callen y no se sientan aludidos; no solo ahora, sino desde que se vienen defendiendo esta tesis, aunque fuese con expresiones menos expl铆citas.

Europa se est谩 convirtiendo en una marioneta en manos de Estados Unidos, de grupos de inter茅s muy poderosos que condicionan las decisiones comunitarias, de un banco central gobernado por empleados del capital privado, y de unos dirigentes que, o no saben lo que es la democracia representativa, o no creen en ella.

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