Siguen las noticias en avalancha, confirmando cada día con más evidencia nuestro gran fracaso social y cultural. Humano, en general. Empecemos a dejar a un lado los remilgos, el miedo y los complejos, y a reconocer una realidad, que a base de esconderla y disfrazarla nos está destrozando como colectivo y como individualidades personalizadas. Nuestras instituciones son como un guiñol intemporal: marionetas de la inutilidad que solo se mueven si alguien desde arriba mueve los hilos. Lo mismo da el Parlamento y su vena legislativa que el Poder Judicial a su bola o el Ejecutivo a trompicones, incluida la Jefatura de un estado, cada vez más de desecho que de derecho.
Una vergüenza, de la que solo escapa la buena voluntad de millones de seres humanos en pleno desamparo y viviendo entre mierda arrolladora, tan saturados, tan resignados porque no queda otra y tan hastiados como impotentes, ante un esperpento sine die, al que solo llaman patria quienes se sienten de algún modo representados e integrados en semejante sindiós por un trapo rojo y amarillo, pringado y deshilachado, lleno de churretes y desgarrones históricos, culturalmente hereditarios, llenos de mugre para dar y repartir, empeñados en adornarla con conceptos como "grandeza", "orgullo" y "dignidad", casi en plan sagrado.
A
algo así no se le puede llamar patria. Es un cenagal. Llamarle patria a
esta cloaca multiusos y dejarla como está segnifica una identificación o
bien cómplice o bien irresponsable, con la basura, la indecencia, la
injusticia, el trapicheo, la corrupción, el cohecho, el fraude y la
mentira y lo más impresentable como normalidad. De modo que quienes no
se integren en ello, tienen forzosamente que emigrar aunque les duela
infinitamente dejar parte de su vida enterrada en el basurero
irreciclable que dejan atrás. ¡Ya basta!
Las consecuencias de este desastre apoteósico tienen infinitas repercusiones que hacen y cada día harán aun más difícil e insoportable la evolución, el progreso y la misma vida. Un hecho terrible es el pasotismo con que se toma en todos los niveles el problemón de la España vaciada. Otro, el desinterés total por la educación en valores humanos y preparación profesional y de oficios concretos de las próximas generaciones. ¿Quién forma y orienta la conciencia de lxs niñxs y de lxos jóvenes, que se pasan la vida alienados con el móvil e internet, sin comprender que deben prepararse en el presente para afrontar y hacer posible un futuro en el que posiblemente se produzcan colapsos y fallos energéticos constantes por insostenibilidad del sistema, por la falta de recursos e inestabilidad climática global?
De
la España vaciada depende el sustento directo de la agricultura y de la
ganadería, del patrimonio forestal que es el pulmón imprescindible del
Planeta, de los ríos y la gestión ecológica y la canalización del agua,
del aprovechamiento del caudal de las lluvias en embalses y depósitos en
las propias casas de los pueblos. El autoconsumo eléctrico de la
energía solar. Y también depende de profesiones operativas como
fontanería, electricistas, albañilería, carpintería, cerámica, talleres
de zapatería, de costura y arreglos de la ropa para darle un uso más
amplio y proporcionar trabajo a los profesionales. Las máquinas fallan,
los seres humanos las fabrican, las arreglan y las pueden transformar.
No
todo el mundo se puede ni debe dedicar a ser empresarios, políticos,
inversores en bitcoin, trujimanes en las redes, o profesores, médicos,
juristas, cantantes de rock y ocurrentes en-redados. También hay que
atender y educar sensibilidades y vocacioes diversas abiertas a un mundo
nuevo, que para nada desmerecen si no hay vocación o medios para ir a
la universidad y la alternativa es no saber hacer nada más que servir en
bares o como repartidores esclavizados por Amazón o Glovo, eso sí
conectados las 24 horas en modo Washap, Twitter, FB o Instagram, con el
cerebro frito, sin dormir lo suficiente e histéricos con cada sorbo de
actualidad/cotilleo globalizado, que acompaña el dormir y el despertar,
además de toda la jornada en el bolsillo, repartiendo por todas partes
onditas maravillosas de 5G.
Es cada vez más difícil encontrar un técnico o una técnica que sepan desatascar o restaurar tuberías, cambiar un grifo, arreglar un fusible o un horno, solucionar un cortarcuito o un calentador de agua, poner un enchufe nuevo, coser la hebilla suelta de un zapato o ajustar las costuras de un vestido, alargar o acortar un abrigo, ensanchar un pantalón o encuadernar un libro. Los labradores abandonan la tierra para hacerse esclavos urbanos de cualquier cosa que pague un sueldo miserable al precio que sea. Molesta ser de pueblo y trabajar la tierra, pero al parecer no molesta ser esclavo en la ciudad. Sin el campo la vida en las ciudades sería insostenible. El campesinado y su labor insustituible debe ser una prioridad, promocionada y muy cuidada por el estado. En el resto de la Europa más adelantada y despierta, nadie desprecia la tierra, al contrario, la cuidan muchísimo.El estado valora el tesoro de las manos que trabajan, hasta en la publicidad callejera. En los pueblecitos de Baviera, de Brisgovia, de Alsacia, Wetsfalia, Bretaña, de la Lombardía, el Trentino o la Campania, hay casas de comidas y restaurants, que cocinan su propia cosecha y eso constituye un turismo gastronómico muy importamte entre los pueblos y ciudades vecinas, por el intercambio y la convivencia.
Toda esa tarea debería ser el motor de nuestra base social y de nuestra economía, sin que nadie tenga que abandonar su vida, su pueblo, su casa y su familia para poder vivir con más recursos aparentes y muchas más privaciones reales en la calidad de vida. No es lo que poseemos lo que nos hace más prósper@s y felices, sino cómo vivimos, asumimos y somos capaces de transformar y mejorar lo que tenemos o lo que desearíamos tener y no tenemos, con unas aspiraciones de progreso falso, que al mismo tiempo que nos dan una seguridad muy pobre y tantas veces tan deficiente, nos arrebatan la libertad y la plenitud de lo que somos capaces de crear, innovar sencillamente y poner en marcha, que tal vez aun no hemos descubierto.
Una inversión urgente y más que necesaria de los fondos del estado debería emplearse en repoblar y recuperar el campo que es la base del sustento de toda la sociedad, empleando la ciencia y el conocimiento más avanzado unido a la sabiduría práctica del campesinado. Y cuyo abandono está dando lugar a trastornos de todo tipo, con los del clima, como más llamativos y peligrosos, ese cambio impresindible pasa por estimular las opciones laborales que se han dejado en el olvido, con el entusiasmo tecnológico de los nuevos ricos, que una vez saturada tanto la oferta como la demanda de jueguecitos insolventes, se encontrarán de aquí a cuatro días en la misma precariedad y sin futuro, mientras el país entero se empobrece y se limita a ser una galería turística, que cuando algo gordo falla en el Planeta, como una pandemia que puede permanecer años cambiando de virus o un empobrecimiento energético por agotamiento de recursos como el petróleo y el carbón con sus derivados, más la insostenibilidad peligrosísima de las nucleares, provoca la ruina comercial, unida a la ruina productiva en la naturaleza, abandonada y yerma, destrozada por incendios, tormentas y destrozos inimaginables, sin nadie que pueda parar las consecuencias de un abandono tan torpe como irresponsable.
La España rural es un filón laboral no solo para el campesinado, sino también para la educación, la cultura, la sanidad, el mundo laboral, la formación profesional y tantas oportunidades creativas y mucho más inteligentes que lo que actualmente nos tiene hundid@s en lo social y en lo económico. Por supuesto, en lo ético y convivencial. Cuatro conceptos inseparables para el verdadero progreso.
Este gobierno de coalición tiene en sus manos el cambio verdaderamente radical, tan urgente como inaplazable, tomando conciencia de la realidad, pasando de las alucinaciones colectivas de un capitalismo desmadrado, insolidario y loco, tan insensato como ciego, que solo sabe explotar y devorar la gallina de los huevos de oro, dando de lado a la inversión fundamental y sin tener en cuenta que la Naturaleza nos aporta la vida, nos nutre y nos permite crecer, estudiar, descubrir, inventar y crear. La Naturaleza puede seguir existiendo y regenerándose sin la humanidad, pero la humanidad sin ella se muere sin remedio. No lo olvidéis, Pedro Sánchez & company.
Una buena pedagogía no es solo normas y preceptos teóricos, ni la actualización es solo informatizar hasta la respiración y conseguir que las nuevas remesas de españolit@s se conviertan en números robots laborales y empresariales, adictos a los videojuegos pero ignorando las bases vitales del Ser, degenerando en consumismo depredador, botellón en ristre y conciencia missing, incapaz de vivir sin móviles ni pantallas, que enriquecen solo a la minoría controladora, en una burbuja irreal que deja en el vacío la existencia porque ni siquiera sabe que no tiene esencia; la pedagogía urgente, de UCI, sobre todo es ejemplo práctico y con resultados bien visibles, que además de enseñar, animen, estimulen y ayuden a mejorar la propia especie y la relación medioambiental con el Planeta.
España para salir del lodazal de su propia historia atada y bien atada desde hace siglos, debe hacer lo que nunca ha hecho: despertarse en común y empezar, a pie de campo, cosecha y pueblo, a caminar por las vías culturales que siempre ha ignorado, devaluado e incluso, despreciado.
El estado debe ser, hoy más que nunca, el mejor y más sensato despertador disponible y no la sordina amañada y corrupta que apaga el timbre cuando intenta sonar. El pueblo necesita crear una pedagogía propia y solo puede hacerlo si las instituciones, humilde y sabiamente, se hacen conscientes de que ellas también son el pueblo que las hace posibles con su trabajo, su sacrificio, sus impuestos y su esfuerzo, tan poco valorados ni respetados por los poderes ensimismados, que sin los esclavos del siglo XXI no serían nada , como los señores feudales no habrían sido nada sin los siervos. La obligación de las instituciones no es hacer lo que les dé la gana, sino servir a la sociedad en vez de exprimirla y arruinarla a base timos y basuras como las monarquías que nunca se han elegido de verdad. España nunca ha podido conseguir que el pueblo elija y que esa elección cambie el curso de la peor historia, como hizo en su momento el resto de la Europa más avanzada.
La única pedagogía conocida y perpetrada hasta ahora, ha sido la manipulación constante del miedo y la represión, como tapadera de lo corrupto, con el rencor y la resignación social acumulado y endurecida hasta crear una costra de amarga e impotente resignación, que deriva en cinismo esencial que, a su vez, se acopla al cargo, cuando se alcanzan puestos de poder institucional, en el que la total carencia de ética facilita el camino, y quienes eran pueblo se suben al pedestal. Y de Vallecas pasan a Galapagar o de vivir casi de limosna dinástica en Estoril se pasa a ser discípulo y pupilo amaestrado de un dictador, y rey a la muerte del mismo sátrapa. ¿Qué pedagogía recibieron J.C. I de Borbón y sus padres y abuelos? ¿Qué pedagogía educó al dictador y a su familia? La misma que está educando a todos los españoles: la desigualdad y el cinismo egópata que todo lo manipula a su favor, por eso hay que ser cuantitativamente poderosos e importantes caballeros, como el Don Dinero de Quevedo...
Solo así, en ese plan, tiene sentido lo más insensato y "triunfa" lo más garrulo e indecente, que acaba hasta por institucionalizarse sin que nadie disienta ni lo denuncie con claridad, sensatez y transparencia, y claro, cuando estalla el mogollón no hay nadie ni nada que lo pueda contener ni gestionar y desmontar decentemente, no hay recursos para el frenado, porque las propias leyes y constituciones están diseñadas previamente con doble fondo por la misma manada de perdularios amorales que controla el merder ppatrio. Se ha creado una rimbombante democracia con doble fondo como las maletas de los evasores y contrabandistas, para atravesar fronteras sin que nadie los detecte; la tragedia española consiste, precisamente, en que ese equipaje se ha podrido dentro de los maletines y ahora apesta, agusanado y convertido en un lodazal incontenible.
Solo
el pueblo podrá solucionar el pudridero, si es que se decide a unirse y
a coordinarse sin violencia ni odio, sino desde la inteligencia
colectiva y cambiando de paradigmas vitales, haciendo innecesario el
sistema que hasta ahora nos ha llevado y traído por la calle de la
amargura mediante nuestra propia cooperación. Hay que aprender a
desobedecer y a manifestarlo sin rabia, pero con contundencia. Como
acaban de hacer los berlineses con su referéndum sobre la vivienda, por
ejemplo. O como también intenta hacer la España vaciada tratando de coordinar conciencia y necesidades más que urgentes para sobrevivir en medio del marrón que nos acosa sin parar.
Hemos estado cientos de años sometidos a una constante anestesia en la conciencia, convencidos de que lo mejor es callar y joderse, hasta que nos toque el cuponazo o el gorde de Navidad, y podamos hacer lo mismo que los dueños del cortijo en el que estamos maniatad@s, o sea, seguir igual, repitiendo el diseño de Joan March, el Dragon Rapide y Paquito Medallas y su eterno golpe de estado que ya es institución.
Es hora de despertarse en común y en privado, sobre todo con los leñazos que estamos recibiendo. ¿Queremos otra sociedad, de verdad? Pues, construyámosla junt@s y dejemos que este arcaico y putrefacto trampantojo que solo tapa las ruinas de lo que nunca llegó a ser, se desmorone y se disuelva en la nada, porque ya no tenga adeptos, ni clientes/vasall@s que lo sostengan ni crean necesitarlo para seguir haciendo el paripé.
No
hacen falta hegemonías cuando la conciencia y la ética toman las riendas pedagógicas de la sociedad humana. La cosa no viene de ahora,
sino de siempre, por eso se ha convertido en hábito, en "tradición" (¿o tal vez en una "tra(d)ición" inconsciente?). Hay que asumir responsabilidades y tomar decisiones consensuadas si queremos que esto
cambie a mejor, claro. No se puede aprender nada si no
hacemos, pedagógicamente, los deberes en la escuela de la vida.
"Pues bien, dado que los estudiosos anteriores dejaron sin investigar la cuestión acerca de la legislación, quizás sea mejor que la examinemos, más bien nosotros mismos, -en general , claro está, acerca de la Política, a fin de que se complete en lo posible la filosofía sobre el hombre-. Por tanto, en primer término, intentemos revisar si nuestros antepasados han hecho algo parcialmente bien; luego, estudiar a partir de las Constituciones complicadas, qué cosas salvan y cuales corrompen los estados y a cada una de las Constituciones. También descubrir por qué razones unos Estados se rigen bien y otros al contrario. Y una vez estudiadas estas cuestiones, quizá podríamos comprender en mejores condiciones cuál es la mejor Constitución, y cómo se clasifica cada una y de qué leyes y usos se sirve. Comencemos, pues, la exposición"
"Ética a Nicómaco" (Aristóteles)
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