lunes, 2 de agosto de 2021

Viviendo el presente

 Buenos días, mundo. Vida, evolución y conciencias en pleno despegue hacia todo lo que tenemos pendiente por descubrir, por inventar, por hacer y compartir, sin que ello dependa de la cantidad y del estruendo más que de la calidad y la lucidez, de la apariencia más que de la esencia. Aprendiendo sin parar y sin estrés, que la vida no es una fuerza maquineta que hace con nosotros lo que le da la gana, sino una energía de la que participamos y modificamos, que se adapta divinamente al modo en que decidamos mirarla, entenderla y valorarla. Llevamos milenios embarullados haciendo justamente lo contrario, así nos va. No hemos caído colectivamente en la cuenta de que lo fundamental no es la circunstancia que nos sucede, como decía Ortega y Gasset, sino  qué cómo enfocamos, comprendemos y decidimos utilizar cada circunstancia, sin confundirla con y separándola de nuestra esencia, de nuestra vibración ontológica. Lo que llamamos conciencia sin tener muy clara su función, que más bien se queda como un desvahído telón de fondo de una realidad más caótica que dinámicamente despierta. 

Como datos imprescindibles para la coordinación de la energía y el conocimiento en la praxis espiritual, nos vendrá bien saber algunos detalles básicos:

1) El cambio cualitativo del espíritu incluye en el pack un filtro, una especie de colador, que impide a la mentira presentarse como verdades/pacotilla. Vamos, que se ve el plumero y se huele el tufo al primer golpe de aparición.Y no porque seamos unos linces, sino por todo lo contrario: como de linces solo tenemos la animalidad más primitiva, es el espíritu el que toma la iniciativa de la percepción, si así se lo hemos permitido hacer con nuestra libertad. Sí, el espíritu es la prueba del nueve connatural. Y se revela cuando la percepción de la verdad se presenta sin que dependa de nuestra voluntad, de nuestros deseos y afinidades. De esa libertad solo depende la aceptación, el rechazo o la duda de lo que tenemos delante. Las gafas de ver más allá de la apariencia siempre son del espíritu. 

A medida que nos transformamos espiritualmente, esas gafas individuales pasan, inevitablemente a estar conectadas con la comunidad humana, con un "cableado" que depende de la transparencia, la ética y el amor, y no de las artes adivinatorias ni del tarot, ni de un supuesto "talento" misterioso. Sino, simplemente, de la humildad y la falta de vanidad,de  afán de lucro o de glamour. El espíritu no tiene complejos de nada y jamás puede manipular a nadie. No le afecta para nada el complejo de "dios todopoderoso" que le llevan endosando desde hace miles años, para camuflar en él las bajezas y entuertos de nuestra condición más primaria e inventar formas de poder "a su imagen y semejanza". Menudo timo de la estampita total.

2) El espíritu no se predica a sí mismo, no se exhibe, ni se cuelga medallas, ni pasa controles de calidad, no los necesita, simplemente actúa de tal modo que quienes lo experimentan plenamente no estarán nunca implicados en enredos ni en estrategias sacamantecas, vendiendo la cabra que no existe. El espíritu tiene la limpieza de los niños y la sabiduría certera y nada jactanciosa de la luz, el humor del ingenio vital y la felicidad congénita que nace de su misma naturaleza abierta y transformadora, que pone patas arriba los  tenderetes de todos los templos, que solo son cuevas de ladrones meapilas, que no aman pero temen la venganza divina si "su" dios descubre sus tinglados, eso sí, devotísimos, faltaría más! 

El espíritu es la verdadera alquimia, la que en vez de acumular datos y títulos y de hacerse publicidad, nos despoja - si así lo deseamos, claro- de los abalorios y apegos pringosos, posesivos y miserables, y así  nos libera de toda atadura y jaula "necesaria" para triunfar pírricamente en los bajos fondos del vacío, de la banalidad del mal que se alimenta de la vacuidad.

3) Quienes tienen esa experiencia transformadora ya no dependen de lo que les suceda, ni de las marranadas que les echen encima por ir casi siempre contracorriente, pero eso no tiene relevancia:  llevan dentro el mejor detergente y desinfectante, que no causa daños (como la lejía trumpiana), sino que transforma la basura y los detritus en abono y fertilizante para la cosecha de la vida y del amor sin fronteras, que no son cosa de películas ni canciones muy tops ni bestsellers ni tesis doctorales.

Tomás de Aquino, el teólogo que diseñó las cinco vías para demostrar la existencia de Dios lo entendió muy bien al final de su vida. Experimentó su liberación y su satori poco antes de morir, entonces pidió a sus compañeros que destruyesen todas las tonterías que había escrito acerca de Dios durante años intentando explicar a los demás algo de lo que él no tenía ni idea en aquel período de su vida, creando una escuela "demostradora" de algo imposible de investigar desde un plano vital que solo se conoce y experimenta individualmente, como el nacer y el morir, y que no sirve para todos como la purga de Benito. Porque nadie, absolutamente nadie, es idéntico a los demás. Por eso existen la combinación genética irrepetible en el ADN, las huellas dactilares o el iris en los ojos. Somos únicos, uno por una. Por eso lo que a unos los cura a otros los puede matar. Lo que a unos fortalece a otros los machaca. Lo que inmuniza a unos, infecta a otros. Lo que llaman Dios, el espíritu, no es un teorema, ni una fórmula exacta y previsible, ni un código filológico, ni una omnipotencia que pueda comprarse a base de ritos y rezos maquinales,entre miedo al castigo y fe en lo desconocido -por si acaso luego hay algo tras la muerte-, de amor, nada de nada, todo lo más apego, deseos e instintos derivando a emociones posesivas o de sometimiento, pero resulta que en el espíritu creador constante de planos de vida nueva no caben dineros, ni vanidades, orgullos y prejuicios, como denunciaba Jane Austen, ni cargos rumbosos, ni sirve de nada la acumulación de poderes, ni sacarlo al mercado como negocio especulador, no, nada de eso... Espíritu es un potencial sorprendente, constantemente creador y revolucionario a tutiplén, y a cuya percepción nunca se puede llegar en plan compraventa de carnavales aliñados con cuaresmas y egocentrismos manipuladores.

3) ¿Cómo distinguir entre la verdad y el timo en un mundo vampírico total? Por los hechos. Por sus frutos los conoceréis. ¿A qué dedican su vida y qué tipo de acciones realizan en ella quienes se hacen propaganda en la verbena del esperpento y creen que el espíritu es una forma de ganarse la vida, una profesión? ¿Son transparentes y accesibles, o en realidad son iconos ilocalizables, que incluso viven al contrario de lo que predican? En el espíritu está la liberación de los apegos, de las trampas, de las poses farisaicas, de las máscaras. Quien quiera encontrar su rastro dentro y fuera de un@ mism@ que lo busque en el mendigo de la esquina, en los desahuciados, en los olvidados y marginados, en los emigrantes, en los castigados por un sistema que no sabe educar para el bien común, en los que duermen por la noche entre cartones, en las gradas del vacío edificio de Hacienda o en las entradas a los bancos con cajero automático, en los enfermos sin asistencia ni seguridad social, porque nunca han conseguido cotizar en un trabajo estable...

De lo que podemos estar seguras es de que el espíritu nunca nos va a exigir la tesis doctoral y estar documentadísimas para darnos una cátedra de vida y regeneración, ni nos va echar de ningún lugar si no damos la talla, porque ese estado evolutivo no tiene exclusiones ni puertas cerradas, solo el filtro, el tamiz, la criba natural que nos revela el estado del cultivo: si está en barbecho el campo, si está arado, sembrado, regado, si ya hay vida germinando, o es un pedregal pintado de verde para dar el pego. O si ya ha madurado la cosecha y se puede recoger y compartir, para que todos y todas puedan alimentarse gratis y sin enriquecer a unos pocos con el hambre y la escasez de muchísimos. 

Dime como vives sin mentir ni disfrazarte, " a que dedicas el tiempo libre" y el tiempo ocupado, y te diré quien eres. De todos modos da igual. Si no lo haces, el filtro del espíritu que llevas en el fondo de ti mism@ se encargará de hacerlo por ti. No lo dudes.

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Y tras la introducción,llega un regalo espléndido que nos ofrecen Público y CTX: 

 

LOLA JOSA / FILÓLOGA

“El espíritu nos cruza a todos y en todos se manifiesta”

Hedoi Etxarte 31/07/2021


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Lola Josa ha publicado recientemente una exquisita edición del Cántico espiritual de San Juan de la Cruz (Lumen, 2021). Presentada por Andreu Jaume, además de una edición facsímil y de las Canciones entre el Alma y el Esposo cuenta con un estudio en profundidad, histórico y filológico, sobre el autor y sobre su obra más conocida, donde se profundiza en las raíces judías de su pensamiento y su poesía. Tras ello, viene la exégesis, por fragmentos, de todo el Cántico. La experiencia es riquísima y, a la vez, al alcance de cualquiera. El libro cuenta con un glosario de equivalencias alfanuméricas, un alfabeto hebreo, una tabla de conceptos cabalísticos y una bibliografía. Se trata de un libro para iniciados y para aquellos a quienes les apetezca descubrir mundos allá donde no sospecharían. La conversación que se reproduce a continuación fue telemática, al anochecer, entre Pamplona y Barcelona, cuando los niños ya duermen. En el mundo de los átomos, Lola Josa y yo nos habíamos cruzado unos meses antes. La conversación fue amable y familiar, cada cual desde su hogar. 

¿Cuándo comienza tu curiosidad por San Juan de la Cruz? ¿Cuándo entras en contacto con él?

A los catorce años ya di muestras explícitas a mis padres de una necesidad de búsqueda de carácter espiritual que buscaba un cauce formal. Las manifesté como una persona de catorce años podría hacerlo: pidiendo ingresar en un convento. Eso en una familia sin tradición de ningún tipo en ese sentido, incluso con actitudes más bien alejadas de lo religioso y clerical. Mi solicitud suscitó la esperable sorpresa, y me pidieron esperar a la mayoría de edad para tomar esa decisión. Ya no retomé esa idea, pero entretanto leí a San Juan de la Cruz. Fue uno de los primeros autores que leí en profundidad y con devoción. A los dieciocho años ingresé en la facultad de filología. Quería estudiar filosofía, pero una profesora me recomendó decantarme por la filología porque me manejaba bien con la literatura. Me dijo que, al final, todo era lo mismo. Entré en la facultad y en la primera asignatura de literatura española ya se daba San Juan de la Cruz. En primero de carrera. Desde entonces no ha dejado de acompañarme. 

Al releer a San Juan de la Cruz, reconocí parámetros de la mística hebrea no sólo en su obra literaria sino también en sus comentarios a su poesía

¿Cómo surgió el libro que acabas de publicar? 

Lo empecé a trabajar hace siete u ocho años. A los diecisiete años empecé a leer sánscrito y a practicar budismo, pero supongo que alguna fuerza en la sangre me llevó a orientarme hacia la mística hebrea. Hablo de alguna fuerza en la sangre porque los Josa somos de origen judío. Empecé a estudiar la mística hebrea, hace ya muchísimos años. Hay tradiciones en las que el aprendizaje de las lenguas sagradas va parejo al de  su correspondiente tradición espiritual. Es el caso del sánscrito, y también del hebreo. Así que empecé a estudiar la tradición de la mística hebrea. En cierto momento, sentí la necesidad de aunar la filología con mis conocimientos de la mística hebrea. Al releer a San Juan de la Cruz, reconocí parámetros de la mística hebrea no sólo en su obra de creación literaria sino también en sus comentarios a su poesía. En ella, como en toda su literatura, se emplea una terminología que fusiona la expresión, el mundo conceptual de ese cristianismo que él profesa como carmelita descalzo, y un mundo conceptual que remite a las fuentes de la mística hebrea. Porque no hay Pascua cristiana sin Pascua hebrea. Mi libro propone una relectura de San Juan de la Cruz bajo esta luz. 

Cuando San Juan de la Cruz escribe el Cántico, ¿lo hace pensando que sus lectores comprenden su dimensión simbólica?

Él no tiene un prurito literario, por mucho que escriba poesía. Por otro lado, conviene recordar que en el origen del cristianismo está la Biblia hebrea. Los evangelios, maravillosos en su imaginería, no dejan de ser una helenización de la espiritualidad hebrea. El hecho de que alguien con una vocación de cartujo, como la tenía San Juan de la Cruz, escriba poesía nos da una pista importante acerca de sus propósitos. Lo está haciendo alguien que tiene una vivencia radical del silencio, del retiro, de la soledad. Alguien que escribe poesía sólo para sus hermanos o sus hijos espirituales. Que escribe, pues, para un circuito muy limitado, y sin veleidades literarias, por mucho que haya terminado siendo el patrón de los poetas. Él no lo hubiera imaginado jamás, dada la persecución que vivió. Pues fue un hombre maltratado, por reformador. ¿Por qué escribe? Porque dentro de la espiritualidad hebrea, todo místico se debe a la alabanza de Dios. La mística hebrea, por otro lado, hace de la experiencia lingüística la experiencia espiritual por sí misma. Ahí están los salmos de David, cuya lira es su propia garganta. San Juan, en su experiencia lingüística, no podía sino escribir poemas. Y el Cántico espiritual es su gran alabanza a Dios. Por eso es su obra maestra dentro de su escritura poética. San Juan es un místico con una elevada conciencia del verbo; todo aquello que deja escrito es experiencia espiritual, es experiencia lingüística. Sus poemas son un mapa, un itinerario que él ha seguido como místico. La Biblia puedes leerla en diferentes niveles, y comprenderla en cada uno. Con la poesía de San Juan de la Cruz pasa igual. San Juan de la Cruz se sabía la Biblia de memoria, era muy culto, era teólogo, estudió filosofía y, además, pertenecía a la escuela de fray Luis de León. Tenía un dominio de los diferentes niveles lingüísticos muy grande. Tú puedes leer el Cántico y quedarte con la experiencia estética de esa poesía escrita en la estela de Garcilaso de la Vega, un poeta al que San Juan conoce. Pero también puedes entender el poema en clave meramente cristiana, o puedes entenderlo en clave platónica. Y si tienes conocimientos de la mística hebrea, puedes leerlo en esa clave. Eso es lo que yo hago.

Desde la Edad Media los cristianos que buscan una experiencia del evangelio desde el corazón buscan a maestros hebreos para que les enseñen ese código de la Biblia

El manejo que hace San Juan de la Cruz de las fuentes hebreas coincide históricamente con la persecución de los judíos en la Península…

No olvidemos que, dentro de la espiritualidad hebrea, la mística hebrea, es decir la Cábala, nace en la tierra del Sefar, en la Península, en el siglo XIII. El Soar se escribe en la tierra del Sefar, y eso hace que los cristianos en España estén muy condicionados en el sentido más óptimo, por el influjo fraternal de los maestros judíos. Tanto es así que desde la Edad Media los cristianos que buscan una experiencia del evangelio desde el corazón buscan a maestros hebreos para que les enseñen ese código de la Biblia hebrea. Y, de paso, poder entender cabalmente la palabra de Jesús en los Evangelios. Eso no se interrumpe. La escuela de fray Luis de León, que era un hebraísta, defiende esa tradición genuinamente castellana. La escuela castellana, desde la Edad Media, se caracteriza por la búsqueda por parte de cristianos de maestros hebreos, para poder entender la palabra del Evangelio. Y se caracteriza por la importancia que se le da al Cantar de los cantares, el libro clave de la Biblia hebrea. Allí se trata de la experiencia divina desde el cuerpo. El cuerpo, para la mística hebrea, es el primer nivel del alma. La desnudez del cuerpo es la desnudez del primer nivel del alma. Hay un Dios antropomórfico en la Biblia hebrea, está en Isaías. No hay que esperar a los Evangelios, eso ya está en la Biblia hebrea. Esto es lo que caracteriza en sí a la escuela castellana. Fray Luis, en el siglo XVI, la escuela de Salamanca, lo defiende. Él pasa cinco años en la cárcel por traducir del hebreo al castellano, sin deturpar el hebreo, el Cantar de los cantares, en un manuscrito que pide que no se divulgue y, claro, se difunde como la pólvora. A los judíos se les expulsó de Sefar, de su propia casa, conforme a una estrategia teopolítica destinada al control de las conciencias. ¿Cuántos maestros hebreos quedaron silenciados o camuflados? ¿Cómo se pudo dar continuidad a esa tradición a la que aludo? Hay estudios que demuestran que nuestra literatura se llenó de paganismo para disimular el peso que en España tenía lo hebraico. Tenemos que pensar además que la tradición oral de enseñanza era muy fuerte, la más importante en una lengua como la hebrea, donde las vocales las pone el hálito de vida, el aliento de cada hablante. Hay muchas maneras de burlar a los inquisidores de cualquier época cuando del espíritu se trata…

¿Cómo te relacionas con esas otras literaturas, desprovistas completamente de lo místico que, como mucho, tendrán olor a cierta época histórica?

Con todo el respeto. Con el mismo con el que llevo buscando desde siempre en maestros espirituales. Dios me libre ponerme ante nadie como juez. Nunca. Cada persona es una búsqueda. Las expresiones de esa búsqueda, tanto en el orden oral como literario, las vivo con reverencia. Intento manejarme así en cualquier orden de mi existencia, ante cualquier interlocutor u obra. No hago distinción. Lo importante es saber qué búsqueda se hace. Hay poemas contemporáneos que me acompañan, la búsqueda no explícitamente tiene por qué ser espiritual. Toda persona que se pone a escribir de una manera consciente está buscando que necesita compartir con otros semejantes. Y siempre tenemos que estar con los brazos abiertos ante una búsqueda.


El espíritu no es patrimonio ni de místicos ni sólo de quienes lo buscan. Lo puedes llamar de diferentes maneras, pero está ahí

¿Hay voces contemporáneas con las que puedas hacer una genealogía con San Juan de la Cruz? 

Lo veo en Eliot, lo veo en Rilke, en Hölderlin, en Keats. En cuanto me aproximé a él, aunque no sea poesía, lo vi en el pensamiento de Heidegger. Veo místico a Nietzsche, lo leo como alguien que abre caminos. En Federico García Lorca veo una necesidad espiritual. La veo en los Sonetos del amor oscuro, veo allí a alguien atormentado por la homosexualidad en una España convulsa. Veo misticismo en Borges, no en su poesía, en su prosa. Veo esa fuerza. Y es que el espíritu no es de los místicos, el espíritu nos cruza a todos y en todos se manifiesta. El espíritu no es patrimonio ni de místicos ni sólo de quienes lo buscan. Lo puedes llamar de diferentes maneras, lo puedes llamar Ser, lo puedes no llamar, pero está ahí: cuando se le niega, cuando no se le niega, en la afirmación, en la pérdida, en el hallazgo.

 

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