George Orwell: «En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario».
jueves, 11 de junio de 2020
La medicna integrativa es una necesidad . Así lo explica el Doctor José Ignacio Torres. Gracias por aclarar con precisión y responsabilidad una cuestión tan necesaria como urgente
La medicina durante el siglo XX y lo que llevamos del XXI ha
evolucionado de modo extraordinario desde el punto de vista tecnológico,
farmacológico y organizativo, sin embargo sabemos que solamente el 10% de la salud de las personas depende de los sistemas sanitarios1,2 según el modelo de Dever de un ya lejano 1976.
Lo que de verdad importa para la salud de la
población son las condiciones en las que vive la gente; sus trabajos,
los servicios de protección social, la exposición a agentes tóxicos ambientales,
los hábitos tóxicos individuales, el poder disfrutar de una vivienda digna, el acceso
a una alimentación de calidad, a agua potable y calefacción, el tiempo de ocio
o la práctica de actividades deportivas entre otras.
Los principales problemas de la medicina actual3-5
son:
La deshumanización.
Quizás sea el problema
más percibido y demandado por ciudadanos, pacientes y profesionales. E incluso por
lo políticos y gestores sanitarios aunque desde una perspectiva diferente.
A los profesionales nos
parece imprescindible poder tratar a los pacientes como personas y a los
pacientes (que somos todos) nos gusta que nos reciban con cordialidad, respeto
y afecto y que se preste la suficiente atención a nuestro problema de salud con
el tiempo preciso para poder compartir la información necesaria y encontrar el
mejor modo de diagnóstico y tratamiento.
Se ha llegado a la
deshumanización desde la falta de tiempo en las consultas, por la
importante carga burocrática en los sistemas sanitarios y el creciente deslumbramiento
por la tecnología de políticos, periodistas, profesionales y usuarios.
La práctica de la
medicina tiene que ver sobre todo con el profesionalismo y éste, con el
establecimiento de una relación humana en la que el paciente busca la ayuda del
médico para solucionar su problema de salud por sus conocimientos, pericia
técnica y compromiso en un contexto ético.
La técnica y la ciencia
despojada de humanidad ha sido y continúa siendo en nuestros días el obstáculo
principal para el ejercicio de una medicina centrada en las personas.
La excesiva tecnificación.
Los avances
tecnológicos y su difusión a través de todos los medios sociales han llevado a
pensar a muchos ciudadanos que cualquier problema o dolencia tiene su
correspondiente prueba y tratamiento.
Es habitual que
numerosos motivos de consulta se centren en la solicitud, cuando no la
exigencia de la realización de pruebas complejas, costosas y con riesgos
para la salud del propio solicitante y resulta difícil demostrar a esas
personas que todavía en el año 2020 el diagnóstico depende en más de un 90% de
los casos de la escucha del relato de la historia clínica y de la exploración
física, es decir de la escucha, la vista, el tacto y el oído del médico.
Desde la década de los
90 la medicina basada en pruebas nació como una necesidad de disminuir
la variabilidad en la práctica médica y la incertidumbre en la toma de
decisiones clínicas. A los profesionales este cambio de paradigma nos ha sido
de gran ayuda, sin embargo su mayor debilidad ha sido el énfasis en el componente
biológico de la actividad médica, considerando los ensayos clínicos la
única fuente de información a la hora de tomar decisiones, sin tener en cuenta
los aspectos emocionales, psicológicos y sociales del paciente.
Es preocupante que
aquellos que tanto defienden este modo exclusivo de ver la medicina (muchos de
los cuales ni son médicos ni tienen profesiones relacionadas con la salud),
ignoran que en ciencia no hay certezas absolutas. El conocimiento
científico es conjetural, hipotético, cambiante con el paso del tiempo, en
consecuencia, en ciencia no hay autoridades.
La medicina defensiva
El desarrollo
tecnológico, el miedo al fracaso y al error y sobre todo a la reclamación y
denuncia por parte del paciente y su familia ha llevado en las últimas décadas
a la práctica de una medicina defensiva especialmente en Estados Unidos pero
también en nuestro país.
La medicina defensiva
es una práctica muy cara, con importantes riesgos para la salud del paciente
por la realización de pruebas innecesarias y costosas y desprovista de todo
calor humano.
Desafortunadamente
sigue siendo una práctica observada en la medicina privada (en la que se cobra
por prueba realizada) pero también en el contexto de los sistemas públicos de
salud.
Solo desde la práctica
de una medicina centrada en el paciente, reflexiva, compartida y con el
conocimiento de las mejores pruebas disponibles es posible evitar este tipo de
asistencia médica.
La polarización de la medicina
Hay quien considera que
la peor epidemia de nuestro tiempo es la desigualdad social. Y no le
falta razón si consideramos la importancia de los condicionantes sociales en el
desarrollo de las enfermedades tanto agudas como crónicas y la influencia de la
pobreza en la enfermedad y la esperanza de vida. Como muchas veces hemos
repetido es mucho más importante en la salud de las personas el código postal
que el código genético.
La práctica de una medicina insegura
La práctica de la
medicina actual se ha vuelto insegura por la disponibilidad del profesional de
poco tiempo para tomar decisiones, que conlleva entre otros problemas a la polimedicación,
especialmente en las personas mayores, que genera tantos ingresos
hospitalarios y problemas de salud; la realización de pruebas innecesarias
tanto en el ámbito preventivo como diagnóstico; y el uso de medicamentos o
vacunas aprobados a veces de forma demasiado rápida y de los que disponemos de
poco tiempo de experiencia y de pruebas insuficientes de su seguridad.
El sobre diagnóstico
y sobre tratamiento constituyen dos de los principales males de nuestro
tiempo y son difíciles de resolver porque hay muchos intereses creados y poco
tiempo para la reflexión y el diálogo con pacientes y familiares.
Una medicina centrada en el hospital
Resulta difícil de
explicar que cuando está científicamente demostrado que el determinante más
importante en los sistemas sanitarios en la salud de las personas es la
presencia de una Atención Primaria fuerte, los diferentes gobiernos
hayan descapitalizado los centros de salud e incrementado el gasto en los
hospitales, centros dedicados a la atención de pacientes graves y agudos que constituyen
un porcentaje pequeño de las personas que enferman y precisan atención
sanitaria cada día. Es otro ejemplo de la ley del cuidado inverso.
Los desfavorecidos
reciben menos cuidados, los que más lo necesitan no suelen poder acudir a los
profesionales sanitarios y aquellos servicios más próximos a los ciudadanos son
descuidados.
Tenemos una gran oportunidad
después de la pandemia de reforzar con medios materiales y humanos a dos de
los principales pilares de la salud de los ciudadanos; la salud pública y la
atención primaria.
Es posible que gane más
votos un moderno hospital en una ciudad dormitorio con tecnología punta y
bonitos pasillos que un consultorio rural que da atención a personas mayores
que no pueden desplazarse con facilidad fuera de su pueblo. Y también es
probable que tenga una imagen más apetecible en los telediarios.
Todos estos factores
han influido en una creciente medicalización de la sociedad, algo que ha
preocupado a pensadores y sanitarios desde hace más de 40 años5 pero
que parece difícil de parar en una sociedad donde el mercado manda. Manda el
mercado de fármacos, el de aparatos diagnósticos, el de políticos cortando
cintas y haciéndose fotos y prometiendo a sus electores que no va a faltar de
nada por muy costoso y sofisticado que sea.
Y mientras tanto los
médicos en nuestras consultas no disponemos de tiempo para escuchar,
diagnosticar y cuidar a sus pacientes.
Como diría Victor
Montori es tiempo para las revoluciones, para la revolución de los
pacientes y de los sanitarios en busca de un nuevo modelo de atención sanitaria
universal, de calidad, justa y equitativa en la que los ciudadanos participen
como un experto más en la toma de decisiones.
Esta revolución debería
ser una puerta abierta a una forma más humana de ejercer la medicina.
Y una gran oportunidad
para la medicina integrativa.
Bibliografía
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