No son los Reyes ni son los Magos. Para seguir con la teatralidad navideña y para no variar la manipulación de fechas trasplantadas y ritos confusos, la comedia festivoconsumista desatada va cambiando de look y del pesebre abarrotado de morralla regalística pasa a los tres personajes de Oriente que compiten con Santaklaus y su disfraz en la primera oleada del carnaval cristiano derochón y contaminante. No hay mejor herramienta para que la mentira se maquille de posverdad, que la misma mentira como sistema de dar gato por liebre, desde los belenes al cortinglés, desde la humildad del pesebre a los entripados tragaldabas, desde la alegría a la bufonada, desde la misa del gallo al gallinero friki de la ritología sin más fundamento que tirar de tarjeta de crédito y teléfono móvil.
Lo mejor para entender de qué se trata la realidad es recurrir a la etimología de las palabras que la intentan definir. Si Navidad es el apócope de una natividad o nacimiento que en realidad está sustituyendo las fechas de las Saturnales romanas y nada tiene que ver con el pobre y humilde Jesús de Nazaret, que nació en primavera, cuya imagen y figura se convirtió en Pantocrator del Imperio Bizantino y del Romano por obra y desgracia del Edicto de Milán, cuando precisamente el principal implicado murió a manos de aquel imperio, por proclamar que el ser humano no está en este mundo para ser imperio, ni para ser esclavo mantenedor de imperios, sino para evitar que los poderes especulativos destrocen la dignidad humana, sus condiciones de vida y el medio ambiente que hace posible la vida física del propio Planeta. "No os obsesioneis por la comida ni el vestido, mirad los pájaros del cielo y las flores del campo, no se preocupan por comer ni vestir, y no les falta de nada, si el amor universal trata así a criaturas tan frágiles y efímeras, ¿qué no hará por vosotros que sois conscientes y estáis llenos de recursos? " ¿Cómo se ha podido llevar a la cabeza de los imperios la figura de quien estuvo mientras vivió en las antípodas de la imperiofilia?
Pues en la misma línea horteradevota está el negocio de "Los Reyes Magos", que no eran reyes ni magos, sino observadores clarividentes, científicos, seguramente astrónomos y astrólogos (en la antigüedad la especialidad era la misma, porque la antropología no estaba reñida con el cosmos sino integrada en él y el sentido de la humanidad se manifestaba unido al nacimiento y circunstancias existenciales de cada uno), seguramente aquellos estudiosos de Mesopotamia, Egipto y Etiopía descubrieron en la aparición y el curso del cometa un significado digno de estudio y salieron al encuentro de lo desconocido, llevando tres símbolos como regalo para quien estuviese esperándoles en el lugar del encuentro: un establo. Oro, incienso y mirra no eran regalos para el glamour de nadie a quien adorar, sino el símbolo de tres realidades a cultivar y potenciar: sabiduría liberadora con el más alto valor (oro), espíritu cósmico sutil que eleva la condición humana a lo mejor de sí misma (incienso) y vida eterna (mirra) como resultado de la combinación alquímica de las dos primeras herramientas. No eran regalos para un niño recién nacido, obviamente, sino una hoja de ruta para quienes deberían educarlo. Por eso la fecha del encuentro intemporal, se dio en llamar epifanía cuando el evangelio, al cabo de los años, se escribió en griego. Epifaneia es una manifestación, un hacerse evidente, y también un reconocimiento que se hace público.
La epifanía en realidad es la fiesta de quienes reconocen, manifiestan y hacen evidente el valor de los tres ingredientes que hacen posible una evolución sana e inteligente para la humanidad: la reflexión del conocimiento, la elevación de la ética desde la sencillez y la vida que vale la pena no solo por lo que dura sino especialmente por lo que realiza y comparte para bien de todos y de todo mientras dura como experiencia material, sensorial, emocional y mental.
¿Qué habrá pasado en estos XXI siglos para que ese legado evolutivo se haya destrozado, desvirtuado, falsificado, podrido y descuajaringado por completo hasta convertirse en la negación de lo que aquel acontecimiento inusual intentaba proclamar y hacer posible?
Cuando el niño creció pudo manifestarse la verdadera epifanía; igualdad porque ni hay primeros ni últimos, sanación y salud, equilibrio y perdón sin exclusiones, valores nuevos para afrontar la vida sin miedo ni dogmas, ni violencia, ni agresividad ni mentiras, ni avidez, ni malos tratos, ni hambre ni miseria, el cambio no solo es posible sino también necesario, imprescindible, como lo es que a los treinta años no quepas en la ropa y zapatos de cuando tenías siete o diez.
No es cuestión de fe sino de dar la vuelta al engaño que nos tiene encarcelados y descubrir que la verdad no es un credo ni una dogmática y que está sembrada en el ser de cada uno y una. Y que cuando se manifiesta la reconocemos como una onda universal gratificante que ilumina desde dentro el paisaje exterior unificando todo, desde nuestra libertad compartida para bien y equilibrio de la misma vida que somos y compartimos.
Ante tal universalidad del amor sin barreras ni acertijos ni obsesiones, estas fiestas del colocón consumista no tienen nada que ver con lo que proclaman tan religiosamente y con tan poca cercanía a la verdadera humanidad de la que tanto se alardea a base de comprar afectos con objetos y gastos enloquecidos, en una jarana ya totalmente desconectada desde hace 1700 años, como mínimo, de lo que se pregona, canta y celebra entre empachos, borracheras, árboles cortados o de plástico llenos de luces contaminantes, aunque ahora se llaman LED.
No, no era este el resultado que los sabios de Oriente imaginaban en el futuro del mundo.
No busquemos culpables porque en nosotros está la llave del cambio. Si este mundo no te gusta, si te sientes oprimido y maltratado por él, no busques en él la solución porque no la encontrarás. Mira cómo vives, qué valoras y a qué esclavitudes te acoplas buscando lo que nadie te puede dar porque lo que buscas es tu esencia, tu libertad, tu conciencia y esa anámnesis como la llama Platón, es la felicidad. Aprende a contradecir a Ortega y Gasset: no soy yo y mi circunstancia, sino lo que yo soy capaz de hacer con cada circunstancia que no soy yo sino lo que me sale al paso y para ello siempre tengo el único poder que nadie puede quitarme: el de elegir la mirada y la determinación con que acoger y gestionar lo que llega a mi vida en todos los planos de la existencia, que es la epifanía de la esencia que eres, que soy, que somos. Conócete, acéptate y así conocerás y aceptarás al Otro/Otra, a los Otros y Otras. El mejor regalo que puedes hacer a quienes amas y a ti mismo, misma. Espléndido. Fundamental. Reune el oro, el incienso y la mirra. No deja residuos, no contamina, es plenamente ecológico ¡Y gratis!
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