Considero muy decisivo e importante el argumentario de Iñaki acerca de la génesis del nuevo gobierno en ciernes. Una coalición de fuerzas no puede ser un remiendo en plan chapuza, sin coherencia, cada uno a su bola y con las hegemonías a la greña, a fuerza de echar pulsos, trampas, tácticas y tretas, videojuego fashion, a lo que Podemos y su ya conocida inclinación friki confundiendo la responsabilidad política con Juego de Tronos nos tiene acostumbradas. Igualmente el Psoe tendrá que hacer un gran esfuerzo por soltar viejos mantras a los que aun se aferra peña como Vara, Page y Lambán, por no citar a las viejas glorias del similitruqui de los 80 y 90. Los templarios del pasado en sus castillos socio-feudales.
Este gobierno es un verdadero reto a la inteligencia social y política, a la ética, a la capacidad intuitiva, cognitiva, operativa, creativa, empática y SOBRE TODO a la fundamental inteligencia de la humildad, maestra de la cordura y la escucha (que no es lo mismo que oída), de la verdad sin paliativos y el equilibrio. O sea, que jueguecitos frikis, wikinmadureces, posturitas y ronroneos, fuera. Sobre la mesa la urgencia adulta e imprescindible del bien común por encima de todo. Nada de imposiciones ni de chantajes. Nada de asesores igualmente frikis y discapaces, esto no se trata de un coaching personal sino de que personalmente cada uno sepa quién es por dentro, por donde anda y los tornillos que debe ajustar en su interior cada día para no darse el batacazo y arrastrar consigo a un país entero, sin que nadie le cobre ni el pueblo pague por consejeros tan inmaduros y cantamañanas jugando a Santa Klaus todo el año. Si un presidente no sabe reflexionar ni elegir ni gestionar con inteligencia y ética sus obligaciones, es que no debería presidir ni una mesa petitoria ni un puesto de chuches, porque seguro que la pifia, hasta eligiendo consejeros.
Este momento es crucial para España, Europa, la sociedad de la globalización y el propio Planeta. No podemos consentir que ni los orcos trifas ni los renqueantes morales de la tierra mediocre nos sigan partiendo por el eje; todos y todas deseamos y necesitamos tanto como respirar, el gran cambio institucional, político, social y cultural, pero ese cambio será imposible si no cambian además las personas por dentro para poder modificar el fuera y descubrir que ambos planos son realidades inseparables, porque lo contrario, lo que hemos vivido hasta ahora, un fariseísmo convertido en "normalidad", se llama esquizofrenia ejecutiva: se piensa y se dice lo contrario de lo que luego se hace en pleno despliegue marxista, de Groucho, claro. No, no es cosa de principios, es cosa de esencia activa y profunda, de alma lúcida, de raíces humanas y no reptilianas. Del descubrimiento diario de la vida como onda de energía compartida y sorprendente, renovadora y única en su pluralidad manifiesta. Se trata de elegir la luz pulsando el interruptor de la mirada empática y eliminar las tinieblas que no son lo mismo que la sombra, el descanso necesario, la calidez del reposo que facilita la salud del sueño; sin ese espacio crepuscular la conciencia no se fortalece ni se arraiga. Las estaciones y la gestación lo explican muy bien: la vida en ciernes necesita la penumbra, el resguardo prudente y la protección de la profundidad, como la célula fecundada se esconde en el útero materno y la semilla vegetal se arraiga y se oculta en el invierno para poder nacer y fortalecerse en reposo y emerger en primavera y verano con toda su energía. Al crecimiento psicoemocional del ser humano le sucede lo mismo. Sin profundidad para sus raíces esenciales, solo es una ficción, una pegatina, una apariencia que acaba por deshacerse como el humo en cuanto se le tuerce el ego, y por eso la inconsciencia, el espectáculo y la exhibición sin más, es un fumadero que solo deja cenizas y destrucción por donde pasa. El ego se autoliquida en su propia hoguera. Necesitamos que el coach despierte en nuestro interior, seamos nosotras mismos, para que tenga sentido su función y un buen fin que supere "el triunfo" personal, y que se convierta en la resolución del puzle colectivo que somos todos y todas.
Esperemos que esta bifurcación no sea un espejismo más, porque el tiempo en realidad depende de nosotros, mucho más que nosotros de él, de nuestra dinámica que lo estira, lo afloja o lo rompe; va a nuestro ritmo y no es independiente de lo que hacemos con él, como pasa con el clima o la economía, la paz, el progreso o la hecatombe en común desacuerdo. Kant lo dejó cristalino al definirlo como un a priori de la sensibilidad interna. Sólo hay que ver nuestra historia sin fijaciones dogmáticas para que encajen las piezas y la justa definición de Kant sea pan comido vital. Si los nuevos gestores políticos se abren a su propio cambio personal sin máscaras ni tapujos y el pueblo se remanga y apoya las mejores propuestas en común, no habrá nada que pueda impedir lo que todos queremos: el bien común de un funcionamiento decente, sano, justo, igualitario, libre y sin hostilidades. La derecha también necesita encontrar su conciencia, hasta que no la encuentre, no será posible un verdadero cambio, pero es cierto que el despertar de la izquierda le ayudará muchísimo a descubrir que es mucho más reconfortante y feliz - ¡y hasta cristianos de verdad!- ser elfos que orcos. ¡Ojalá que llueva café en el campo...!
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