Tomayá. ¿Pero qué hará un estado laico, aconfesional y democrático regalando mil millones de euros a una religión especializada en pederastias y en abusos, que se ha apoderado de los evangelios y del espìritu para hacer del mensaje más humano, igualitario, justo y amoroso, nada menos que un imperio bulímico y desalmado en las antípodas de lo que predica con la boca chica y no cumple ni por equivocación? Con mil millones de euros, ¿cuántos seres humanos en precario podrían haber salido de la miseria?
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