lunes, 25 de febrero de 2019

A veces las cosas no son lo que parecen


Apostar por el pastoreo para prevenir los incendios forestales

Las condiciones atmosféricas, la topografía del lugar, el combustible disponible y la estructura de la vegetación son factores claves para evaluar el riesgo de incendio
La gran ventaja del pastoreo es que aprovecha la biomasa y la transforma en carne, leche, lana y otras producciones de gran calidad, contribuyendo a la economía local.



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Una cabra ramoneando en un pinar con alto riesgo de incendio
Una cabra ramoneando en un pinar con alto riesgo de incendio Pedro M
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El reciente episodio de incendios forestales que ha sufrido la cornisa cantábrica ha atraído una enorme atención social y mediática, dejando numerosos titulares, palabras gruesas y acusaciones cruzadas, señalando al culpable ajeno, dejando poco espacio para analizar las causas últimas y las medidas eficientes, y alejándonos de una solución real al problema.
Lo cierto es que se trata de una situación repetida de forma periódica, que genera una gran alarma entre la ciudadanía y que, en numerosas ocasiones, se aborda sin el rigor científico y periodístico que necesariamente demandan los problemas relacionados con la gestión del territorio. En palabras de Ricardo Vélez, los incendios son una manifestación de la tensión no resuelta entre las personas y su territorio. Y como las personas y los territorios son entes de gran complejidad, sus tensiones se manifiestan también de forma enredada: desgraciadamente, nada que pueda limitarse a apuntar el dedo hacia una sola causa o agente, ya sean ganaderos y ganaderas, psicópatas, pirómanos o negligentes. Y, por supuesto, esa misma complejidad nos impulsa en la dirección de buscar herramientas y soluciones diferentes, en distintos campos y compartidas por las diferentes personas interesadas.


Una brigada de prevención de incendios en Cáceres
Una brigada de prevención de incendios en Cáceres Pedro M
La investigación científica sobre incendios forestales nos muestra que las causas últimas de un incendio constituyen un factor de riesgo más, que a veces no es el más determinante. Las condiciones atmosféricas, la topografía del lugar, el combustible disponible y la estructura de la vegetación son otros factores clave para evaluar el riesgo de incendio. Por desgracia, las perspectivas no son buenas sobre las condiciones atmosféricas. En un contexto de cambio climático, en el que los modelos a futuro predicen temperaturas más altas, mayores fluctuaciones y sequías más intensas y prolongadas, las condiciones serán progresivamente más favorables a los incendios forestales. Una razón más para luchar contra el cambio climático y tratar de reducir nuestras emisiones de CO2, incluida la contribución de los incendios.
Existe un gran consenso en que la acumulación de material vegetal susceptible de arder es un factor que genera un enorme riesgo de incendio forestal. En este sentido, y huyendo de consideraciones simplistas que se limitan a considerar la vegetación como mero combustible, resulta vital adoptar enfoques integrales que permitan su análisis y tratamiento desde el punto de vista del riesgo de incendios, así como su papel ante el fuego, sin que ello suponga desmerecer cualquier otro de sus muchos valores ecosistémicos, productivos, paisajísticos o culturales.
La vegetación de nuestro territorio ha sido históricamente modelada por la actuación de los herbívoros, antes predominantemente silvestres y posteriormente domésticos. Su acción, junto con las actividades agrarias y forestales (extracción de madera y leñas), fue conformando paisajes diversos en mosaico, que alternaban zonas de bosques y montes densos con amplias áreas cultivadas y pastoreadas que rompían la continuidad de la vegetación. Se disminuía así su potencial papel como combustible ante un incendio, y a la vez, se facilitaba la práctica tradicional de pequeños fuegos controlados como herramienta de gestión. De esa manera se reducía, también, el riesgo de grandes incendios que amenazan a estos territorios de montaña.
Por desgracia, en los últimos años estos paisajes se están abandonando y degradando, ya que las prácticas tradicionales que los sostenían ni resultan rentables bajo las condiciones socioeconómicas actuales ni encuentran un hueco en las políticas agrarias. El resultado es que en las zonas de montaña y las áreas donde la agricultura industrial es más difícil, estos mosaicos se pierden: ya no hay cultivos, ni aprovechamiento de leñas, hay menos rebaños y los matorrales colonizadores van ocupando pastos y bosques. Se crean, así, superficies uniformes y continuas con una alta densidad de vegetación inflamable que elevan el riesgo de grandes incendios forestales. Así, un fuego puede extenderse a lo largo de cientos de hectáreas sin que le falte combustible listo para arder, poniendo en peligro ecosistemas de alto valor natural e incluso propiedades, infraestructuras y vidas humanas.
Desbrozar este tipo de vegetación con medios mecánicos es caro y necesita repetirse a menudo, por lo que solamente se puede utilizar en situaciones muy concretas. Si el aprovechamiento de esta biomasa se consolidase como fuente de energía a escala local podría ser parte de la solución. También se pueden utilizar las mencionadas quemas controladas, como ganaderos y ganaderas vienen haciendo desde tiempo inmemorial. Estas quemas, bien programadas, contribuyen a retirar este tipo de vegetación combustible favoreciendo pastos y medios abiertos menos propensos a quemarse. Eso sí, en las condiciones actuales esta práctica debe realizarse con mucha cautela y apoyo técnico, pues si se escapa el fuego puede hacer mucho daño. Por su parte, el pastoreo resulta ser una estrategia imprescindible para retirar vegetación potencialmente combustible, así como para mantener las zonas abiertas o desbrozadas. Evidentemente, tiene que ser un pastoreo bien dirigido y planificado para que su efecto sea óptimo y debe combinarse con otras estrategias para favorecer la conservación de la naturaleza y el territorio.


La labor del ganado es fundamental para mantener los espacios abiertos
La labor del ganado es fundamental para mantener los espacios abiertos Pedro M
La gran ventaja del pastoreo es que aprovecha la biomasa y la transforma en carne, leche, lana y otras producciones de gran calidad, contribuyendo, en definitiva, a la economía local. Eso sí, la ganadería extensiva, que aprovecha este tipo de pastos y recursos, es también una actividad compleja, en la que cabras, vacas, ovejas aprovechan diferentes espacios y se combinan entre sí, rompiendo esa uniformidad que contribuye a la pérdida de hábitats y biodiversidad. Tenemos que volver a ser capaces de manejar grandes superficies, por ejemplo, de la forma en que lo hace un rebaño de ovejas o cabras. El medio rural de nuestro país tiene la cultura, el conocimiento y los recursos técnicos y genéticos, incluidas las razas autóctonas, para hacer frente a esta tarea; aunque no podrá hacerlo sin un decidido apoyo social.
La construcción de un contexto sociopolítico favorable al pastoreo, debería ser, sin duda, una prioridad de nuestra sociedad, ya que se trata de una de las principales herramientas de prevención de incendios y gestión territorial. El marco legal e institucional, en cambio, lejos de apoyar esta actividad, supone muchas veces una traba para su ejercicio. La administración debe huir de la tentación de nombrar culpables y echar balones fuera, y asumir de una vez que solamente una estrategia territorial compartida por toda la sociedad, tanto en el medio urbano como en el rural, puede ser capaz de conseguir victorias reales, frente a los incendios forestales y frente a la verdadera tragedia que se esconde detrás de ellos: el abandono y la despoblación del medio rural.
No es una tarea fácil, y no puede hacerse solamente desde los despachos y las ciudades, es necesario arremangarse y bajar al medio rural a trabajar, en muchas escalas y con muchos instrumentos diferentes, y apostar por un modelo de colaboración entre todas las personas interesadas, ya pertenezcan a las distintas administraciones, a los sectores productivos, a la ganadería o a las organizaciones ecologistas. Enlazando con la situación de cambio climático apuntada, urge aplicar estrategias de prevención eficaces, eficientes y sostenibles, y en estas condiciones, la ganadería extensiva está llamada a ser un pilar fundamental de una nueva política rural.
Este artículo está firmado por la Plataforma por la Ganadería Extensiva y el Pastoralismo, y ha sido elaborado de forma colectiva por un grupo de personas pertenecientes a diferentes ámbitos: ganadería, ecología, investigación, profesionales y defensores de la ganadería extensiva, entre las que se encuentran las siguientes (por orden alfabético): Georgina Álvarez, Mª Ángeles Balbás, Lara Barros, Lucía Cobos, José Ramón Guzmán, Pedro M. Herrera, Julio Majadas, Gerardo Moreno, Alberto Navarro, Koldo Osoro, Begoña Peco, Sonia Roig, Elsa Varela y Pedro Mª Herrera.

a) Los incendios forestales se producen en los bosques. Los ganados no pastan en ellos sino en zonas desarboladas. 

b) La deforestación masiva de la Península Ibérica se produjo in crescendo a causa de la Mesta y su infinito tráfico trashumante de animales, del exceso de pastoreo, que fue durante siglos talando los bosques de la Meseta Central para convertirlos en tierras de pasto para el ganado y para el cultivo incompatibles con los bosques. Una necesidad vital pero que debería estructurarse con más inteligencia que avaricia. Y eso en España no es fácil ni en el siglo XXI, imaginemos el panorama en la Edad Media...Que las cabras tiren al monte no significa que los que explotan el pastoreo vayan a dejar de hacerse chalets en los terrenos recalificados de los antiguos bosques y montes calcinados ad hoc. 

c) Al parecer en esas plataformas estupendas nadie piensa en que tal vez el futuro de la humanidad dependa de nuestro cambio de costumbres y de dieta, o sea de dejar de matar animales para tener paz como humanos, y de que los nimales dejen de ser el chivo expiatorio de la gula y la crueldad in-humanas, que perfectamente pueden alimentarse con más conciencia, empatía con la naturaleza y visión de futuro. Aun así, para empezar bien está que los pastores digan algo para iniciar un camino de diálogo y regeneración ecológica hacia una conciencia colectiva hipernecesaria. Por algo hay que empezar. 

Pero que no se olvide la crónica de Plinio "el Viejo" describiendo la Hispania como una tierra tan frondosa que una ardilla podría cruzar de los Pirineos a Gibraltar saltando de árbol en árbol. Sin tocar el suelo...¿Qué hicieron con esa riqueza natural nuestros 'ejemplares' antepasados tan lúcidos como prudentes y con visión de futuro? Hispania era como la Galia, como Lusitania, verde, frondosa y llena de acuíferos naturales ¿qué le pasó para acabar en secarral y barbacoa patriótica? Pensemos un poco que no hace daño y es gratis. No sigamos tan depredadoras tradiciones, pensando como Jorge Manrique que toda tradición pasada fue mejor, sólo hay que ver las consecuencias de ese modo de ver la vida...

Así nos ha ido y así nos va. Sólo tienen glamour las banderas, las tumbas y los héroes muertos. Una sociedad mayoritaria de buitres y hienas devotas no es posible que pueda cambiar las cosas a mejor si no cambia ella misma. 

Ains!
       mesta

El Honrado Concejo de la Mesta de Alfonso X fue creado en 1273 por Alfonso X el Sabio, reuniendo a todos los pastores de León y de Castilla en una asociación nacional y otorgándoles importantes prerrogativas y privilegios tales como eximirlos del servicio militar y de testificar en los juicios, derechos de paso y pastoreo, etc.
Con anterioridad ya los ganaderos se reunían en asambleas o concejos llamados "mestas" (la palabra mesta proviene de mixta, que significa 'mezclada') en diversas localidades dos o tres veces al año con el fin de tratar de los negocios concernientes a sus ganados o gobierno económico, y para distinguir y separar los mestencos (animales sin dueño conocido) que se hubiesen mezclado.
Durante la Edad Media y con el paso del tiempo, se añaden nuevos privilegios reales a la Mesta, como pasará a ser conocida, junto con una fiscalización especial para protegerla de los agricultores, lo que provocó largos e incontables pleitos hasta el año 1836, en que se abolió.
La Mesta es considerada una de las agrupaciones corporativas o gremios más importantes de Europa de la Edad Media y el primer gremio ganadero, aunque existieron corporaciones locales de ganaderos anteriores en Aragón (Casa de Ganaderos de Zaragoza)
(wiky-historia) 
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Alfonso X el Sabio montó el sistema mestero con mucho talento. Y con la mejor intención de adecentar el reino dio paso a unas consecuencias, como siempre, digamos que barriendo para adentro. 
Al principio todo parecía hasta democrático y todo, fíjate que mano izquierda, en plan Carta Magna de consumo y explotación animal. Qué desarrollo de la economía, de la conciliación religiosa   y de las cantigas. Evidentemente prodigioso tal y como estaba el patio en un tiempo en el que si los pobres no tenían derechos, solo deberes que más bien eran multas sine die, y los ricos, con los reyes a la cabeza del tinglado, no iban a andarse con miramientos ecologistas y respeto a la vida de bichos cuyo destino fatal y superlógico era acabar cazados por deporte y/o en el matadero para ser aprovechados desde las vísceras hasta la piel repartida en cuero y lana. Un negociazo de fogones y exportación que ha durado siglos. Hasta hoy, vamos. Un pasadón. ¿A costa de qué? Pues de un lento, perenne y eficaz cambio climático killer que al mejor estilo Andrea Fabra ha venido marcando la relación indeleble entre pasado, presente y futuro con un constante empeño como bandera y argumentario: "¡que se jodan!"

Por pura supervivencia no podemos seguir alargando el patíbulo de la Historia  haciendo una constante marcha atrás hacia unos 'valores épicos' que en realidad solo eran intereses y negocio pasando por encima de todo lo demás. Fundamentalmente de los seres humanos y su relación con su madre: La Naturaleza. 

Estamos en el siglo XXI. Hay que despertarse y abrir nuevos caminos más allá de la herencia trashumante, porfa. O esta vez, la humanidad terminará por no tener ni historia que dejar escrita, porque al destrozar el Planeta y la vida, ya no tendrá nada que contar y sobre todo, no quedarán recursos con qué contarlo, ni lugar para depositar tan lamentable legado.

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